Esquerra no jugará la carta de las plebiscitarias. Los republicanos no consideran las próximas elecciones como una especie de referéndum "light" y consideran las palabras del expresident Joaquim Torra como una referencia electoralista solo válida para Junts. Según detallaron fuentes republicanas, ERC considera "básico" que en los comicios de enero o febrero el voto a los partidos independentistas sume más del 50% de los votos. Pero como señalan Oriol Junqueras y Marta Rovira en su libro "Tornarem a véncer", ese 50% es una condición "necesaria, pero no suficiente" para ir más allá.

Los dos líderes de Esquerra abogan por lograr de manera sostenida en el tiempo superar ese umbral del 50% para demostrar la fuerza del secesionismo en Cataluña. "Una cosa es el reto del 50% y, otra, el marco plebiscitario", sentencia esta voz republicana.

Otra voz del partido asevera que, si Torra hubiese convocado elecciones, en vez de dejar que fuera el Tribunal Supremo el que marcara el "tempo" electoral en Cataluña, la carta plebiscitaria se habría podido jugar "como reacción democrática a la inhabilitación". Pero no ha sido así.

En "Tornarem a véncer", la dupla dirigente republicana marcó el camino sin titubeo. No habiendo alcanzado ese soñado 50%, el independentismo no se halla en una fase "resolutiva", sino "acumulativa". Un marco bien distinto al de las elecciones de 2015, cuando tras el 9-N se dibujó una hoja de ruta que conducía a la independencia en 18 meses. O, sin ir más lejos, al otoño de 2017. Otra cosa es que el independentismo fracasara estrepitosamente en cuanto a la ponderación de fuerzas se refiere.

Ahora, ERC considera que obtener por vez primera un 50% en el global catalán, y no superar, con suerte, el 30% en zonas del área metropolitana de Barcelona no otorga ni el mandato democrático ni la fuerza popular para un nuevo "choque con el Estado". Eso sí, anhela ese 50%, aunque sea para no tener que escuchar, de nuevo, a Pedro Sánchez, en el atril del Congreso, aseverar que el independentismo no representa ni a la mitad de los catalanes. La respuesta siempre es la misma. "Eso solo se puede comprobar en un referéndum, no en unas elecciones legislativas y, menos, con la crisis sanitaria, social y económica asolando Cataluña", reflexiona un republicano.

Tampoco pasó desapercibido en la calle Calàbria (donde se emplaza la sede de ERC) que Torra se limitara a repetir una idea expuesta, la misma mañana, por la vicepresidenta de Junts, Elsa Artadi. "Lo confunden todo. País y partido", se lamenta una fuente de Esquerra.

El análisis que hacen los republicanos es que la apelación al marco plebiscitario obedece a una intención del expresident Carles Puigdemont de arremolinar a su alrededor a la mayor parte del independentismo.

¿Un nuevo #PressingERC para lograr una lista única? Es posible, pero en Calàbria no se muestran excesivamente preocupados porque en los últimos episodios electorales han logrado esquivar dicha presión. Sí piensan, sin embargo, que una presión patriótica de Junts hacia ellos puede obedecer a un intento de arrastrar al PDECat al pacto electoral con los posconvergentes.

Cabe recordar que el PDECat mantiene los derechos electorales de la coalición de Junts per Cataluña y que si el nuevo partido de Puigdemont desea tanto los espacios de propaganda electoral gratuitos, como la presencia en los informativos y el debate de TV-3, debe, sí o sí, cerrar un pacto con David Bonvehí.

Hay aún otro motivo del partido republicano para descartar el plebiscito. Y es la creencia de que este planteamiento, sea o no con una acumulación de fuerzas en una lista, puede alentar y concentrar el voto no secesionista. Una situación que ya se vivió en las elecciones de diciembre del 2017, cuando Cs se convirtió en la referencia no independentista hasta ganar los comicios, aunque el secesionismo obtuviera la mayoría absoluta.

Entre tanto, las suspicacias entre los socios del Govern continúan. El documento de dos páginas con el que JxCat y ERC pactan la gestión del Govern en funciones tras la inhabilitación de Torra deja muy claro que la voluntad es evitar que el vicepresident, Pere Aragonès (Esquerra), pueda ejercer de president. De Aragonès se afirma textualmente que asumirá "interinamente funciones limitadas de Presidencia". El texto limita su protagonismo, y se crea un grupo de coordinación paritario en el que ambos partidos se comprometen a consensuar "cualquier decisión extraordinaria". Aragonès no ocupará el despacho de Torra y se mantendrá vacante la silla de éste en el Consejo Ejecutivo.