Los fantasmas del pasado siempre vuelven. Y el PP de Pablo Casado, que pensaba haberlos conjurado, se tendrá que enfrentar a ellos otra vez, dos años después de la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez y liquidó a Mariano Rajoy. Ahora ya no es la Gürtel, ahora es Kitchen, el presunto espionaje al extesorero Luis Bárcenas que puede llevar a la imputación de los exministros Jorge Fernández Díaz y Dolores de Cospedal y al marido de esta, Ignacio López del Hierro, como pide la Ffiscalía. El "caso Kitchen" tiene por delante un largo periplo judicial. Pero también será un calvario parlamentario para el PP. Porque el Congreso abrirá una comisión de investigación para examinar los supuestos seguimientos a Bárcenas y el montaje de una estructura parapolicial que pudo servir para espiar a rivales políticos. Los números dan, y el Gobierno y sus socios -y tal vez Cs, que se lo está pensando- están dispuestos a acorralar a un PP.

En principio, el escrito será calificado por la Mesa la próxima semana y después será respaldado por el pleno. El PNV cree "graves" las revelaciones del sumario y es proclive a dar su refrendo, pero quiere estudiar antes el escrito de PSOE.

El caso del espionaje al extesorero de los populares agranda el abismo que ya separaba al Ejecutivo y al PP y hace aún más difíciles los acuerdos. La operación se coló ayer en la sesión de control en el Congreso -la primera del nuevo curso-, cuando el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, acusó al PP de querer "utilizar al poder judicial para atacar al Gobierno" mientras bloquea la renovación del Poder Judicial.