La tensión disminuye en Barcelona. La séptima jornada consecutiva de protestas contra la condena a nueve líderes independentistas registró incidentes como cortes de calles y carreteras, que distan mucho de las escenas de violencia urbana vistas en la capital catalana en días precedentes. Después de la multitudinaria manifestación de más de medio millones de personas del viernes, la afluencia a la protestas callejeras disminuye de forma progresiva. Si el sábado se sumaron 6.000 manifestantes al llamamiento de los CDR, según la Guardia Urbana, ayer fueron 2.000 los que secundaron la acción de "Picnic per la República" de arrojar bolsa de basura ante la Delegación del Gobierno.

La semana de caos en Barcelona y otras ciudades catalanas por las protestas contra la sentencia del Tribunal Supremo deja un balance de unos 600 heridos, más de un centenar de detenidos, 28 de ellos el prisión, y daños por valor de 2,5 millones de euros. Esta estimación no incluye el coste del pavimentado de calles ni las horas extras del personal, especialmente el de limpieza, según informa Efe de fuentes del Ayuntamiento de Barcelona.

Trece heridos en los disturbios siguen hospitalizados. El de mayor gravedad es un policía de Vigo, al que un elemento contundente le reventó el casco causándole un traumatismo craneoencefálico y cuyo estado empeoró en las últimas horas por complicaciones posteriores. Otros cuatro heridos sufren pérdidas oculares como consecuencia, al parecer, de haber sido alcanzados por los proyectiles de los antidisturbios. La Policía Nacional utiliza pelotas de goma y los Mossos d'Esquadra disparan balas de foam, después que las pelotas fueran retiradas de su arsenal al registrarse heridos graves por su impacto en varias manifestaciones.

En su comparecencia de ayer en la Moncloa, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska insistió en que la situación de Cataluña es un problema de "estricto orden público", que se tiene que resolver con la lactuación de las fuerzas de seguridad. Grande-Marlaska constató que los disturbios "van a menos" y que se sigue "con el plan de anularlos".

Sánchez no coge a Torra

El president Torra intentó ayer de nuevo hablar por teléfono con Pedro Sánchez, quien rechazó dialogar mientras el jefe del Govern no condene de forma explícita la violencia. Torra considera "de una gran irresponsabilidad" que el presidente en funciones se niegue "reiteradamente" a cogerle el teléfono y se "esconda" tras el líder del PSC, Miquel Iceta. Éste último insta a Torra a reunirse con lo partidos catalanes para conocer su posición antes de pretender entrevistarse con Sánchez. El silencio del líder del PSOE busca aumentar el aislamiento del presidente de la Generalitat, objeto de críticas generalizadas en Cataluña, tanto desde sectores del soberanismo y desde ERC, sus socios de gobierno, como desde la oposición.

En una concentración en la plaza de Sant Jaume de Barcelona, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, manifestó su interés en llegar a encabezar el Gobierno tras las elecciones generales del próximo 10 noviembre para proteger a las familias y "meter en la cárcel a quienes quieran romper España".