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Con el 10-N en el horizonte

PSOE y PP afrontan la vuelta a las urnas en mejores condiciones que Ciudadanos y Unidas Podemos, aunque ninguno tiene nada garantizado

Pedro Sánchez abandona el hemiciclo del Congreso con gesto adusto tras la última sesión de control al Gobierno, el miércoles pasado, ante la mirada de la vicepresidenta, Carmen Calvo. // Efe

Las encuestas anticipan que de las urnas de la repetición electoral del 10 de noviembre saldrá una fotografía similar a la del 28 de abril. Los sondeos, sin embargo, se han vuelto elementos de pronóstico demasiado imprecisos y hasta ahora la nueva convocatoria -la segunda para unos comicios generales en poco más de seis meses y la tercera si se tiene en cuenta la triple cita de mayo- era solo una posibilidad. Mañana dejará de serlo cuando, al cumplirse los dos meses desde la investidura fallida de Pedro Sánchez en julio, el Rey firmará la disolución de las Cortes y el fin de la XIII Legislatura de la democracia. Con la publicación del decreto en el BOE, el martes próximo, echará a andar el calendario electoral al que cada partido se enfrenta con expectativas muy dispares.

| El Gobierno largo de Sánchez. Los socialistas considerarían un logro alcanzar los 140 diputados en las urnas de noviembre, diecisiete escaños más de los que tienen ahora. Para ello tendrían que superar en al menos tres puntos el 30 por ciento de los votos, pero el empeño en la repetición electoral habría valido la pena porque sobre esa base Sánchez considera que puede levantar un Ejecutivo en condiciones de agotar una legislatura completa. Necesitará apoyos hasta completar la mayoría absoluta de 176 diputados para los asuntos que así lo requieran, como su propia investidura, ante la que ya tropezó dos veces. El líder del PSOE confía en que los nuevos números serán más propicios para resolver la aritmética parlamentaria de un Congreso fragmentado.

Hay unanimidad en la oposición, incluido Unidas Podemos, el que se suponía su socio preferente, en responsabilizar a Sánchez de la vuelta a las urnas. Algunos indicios apuntan a que la repetición estaba ya en sus planes, como le reprochan. Entre la Constitución de las Cortes y la investidura transcurrió más de un mes y la fecha para el debate fue elegido por el candidato entre varias posibles contando ya con que una posible repetición caería el 10 de noviembre, eludiendo el fin de semana anterior, el puente de Todos los Santos, poco propicio para ir a votar.

Aunque todas las encuestas dan al PSOE ganador de los comicios, con un promedio de votos que superaría el 31 por ciento, la maniobra de su líder genera temores entre los socialistas, relacionados con la posible subida de la derecha y las dificultades de recabar apoyos en un escenario que, aunque parezca una segunda parte, será nuevo.

| El independentismo y la sentencia. Un mes antes de las elecciones, entre el 7 y el 11 de octubre a tenor de los plazos que se manejan, el Tribunal Supremo hará pública la sentencia sobre la intentona secesionista catalana. La decisión de los magistrados sobre los líderes independentista polarizará la campaña y resulta probable que buena parte del debate electoral, como ya ocurriera en abril, gravite sobre la cuestión catalana.

La inminencia de la resolución tiene efectos ya visibles, como las dudas de JxCat de incorporar a sus listas a los diputados ahora en prisión preventiva y que, previsiblemente, quedarán inhabilitados por los jueces, lo que mermaría su representación parlamentaria. La situación de estos presos abrió fisuras entre PSOE y Unidas Podemos cuando todavía Pablo Iglesias mostraba en público su convencimiento de que iba a ser el vicepresidente de Pedro Sánchez. Pese a los informes favorables de los letrados, la vicepresidenta del Congreso, Gloria Elizo, y el secretario primero de la Cámara, Gerardo Pisarello, ambos de UP, votaron en contra de la suspensión de los diputados electos acusados en la causa del "procés". Aquello fue, en mayo, un anticipo de las divergencias que surgirían en el futuro sobre un asuntos que tanto para el PP como para Ciudadanos es uno de sus grandes arietes electorales, uno de los motivos de la resistencia de Sánchez a coaligarse con Iglesias. Unidas Podemos mantiene su ambigüedad sobre las medidas a adoptar en Cataluña si vuelve a producirse una situación límite. Iglesias reiteraba el viernes pasado en un entrevista televisiva que su formación había dado garantías al PSOE de que aceptaría la posición de los socialistas si se surgían las circunstancias para intervenir la Generalitat a través del artículo 155 de la Constitución. Unas horas después, el líder de UP manifestaba en Twitter que "siempre" consideró "inaceptable" la medida.

El principal efecto de la sentencia del Supremo será privar a Sánchez de la disposición a dejarle gobernar que hasta ahora mostraba ERC. Ya no podrá contar con la abstención y ese cambio de clima quedó patente el miércoles pasado en las invectivas que el presidente en funciones y el portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián, se cruzaron en el último pleno de la legislatura.

| Las pérdidas de Unidas Podemos y Ciudadanos. Los sondeos anticipan que de noviembre podría salir una reforzamiento del bipartidismo en detrimento de lo que en 2016 se considera "fuerzas nuevas", Podemos y Ciudadanos. La formación que lidera Pablo Iglesias está en una trayectoria de notable descenso continuo. Entre los 69 diputados de 2015 y los 42 de ahora hay toda una historia de objetivos fallidos y rupturas internas que colocan a UP en su peor momento para volver a las urnas. En el 10-N todavía pueden bajar más, pero ello tendrá, a la vista de lo ocurrido en los descalabros pasados, un efecto limitado sobre el liderazgo de Iglesias. Sin oposición interna, las únicas divergencias pueden llegar de IU o de algunas de las confluencias, cada vez más disgregadas. Las relaciones rotas con los socialistas hacen de UP una puerta nada propicia para llamar en el caso probable de que Sánchez necesite sus votos.

La situación de Ciudadanos guarda similitudes en cuanto que, a priori, sería una de las fuerzas más castigadas en las urnas, después de ganar 17 diputados en las elecciones de abril. El partido de Rivera tiene los índices más bajos de fidelidad de los votantes, lo que indica que está expuesto a sufrir cambios bruscos en tiempos cortos, algo contrario a la estabilidad que muestra el electorado español.

El rechazo a pactar con el PSOE provocó tensiones internas y reproches a Albert Rivera. Su tardía e impracticable disposición a una abstención condicionada cuando ya se agotaba el margen de maniobra para una investidura viable, podría anticipar un cambio de disposición a tenor de los resultados de noviembre. Sin embargo, Rivera ya anunció que, como hizo tras las elecciones municipales y autonómicas de mayo, pactará con el PP si ello le abre las puertas a gobernar. Al igual que en Unidas Podemos, Albert Rivera no tiene ya ninguna resistencia en el seno de su partido, por lo que, ocurra lo que ocurra, los posibles cambios de posición dependerán de un reducido grupo de dirigentes.

| La recuperación del PP y la consolidación de Casado. Los populares encaran noviembre con la tranquilidad de que solo pueden mejorar. La debacle de los 66 diputados de abril es su suelo electoral y ahora toda apunta que remontará, lo que constituye un respiro para Pablo Casado y una consolidación del liderazgo que los comicios de abril dejaron en precario. En previsión de la nueva convocatoria, los populares registraron en agosto España Suma, la marca electoral a la que intentan, hasta ahora en vano, atraer a Ciudadanos y a Vox. El próximo domingo concluye el plazo para registrar coaliciones ante la Junta Electoral y entonces se sabrá si al final hay algún pacto. Los pésimos resultados de abril obligaron a los populares a reubicar a algunos de los candidatos en el gobierno autonómico de Madrid y en las administraciones bajo su control. El efecto de ello es que Casado tiene ahora amplio margen para recomponer la candidatura con nombres de su absoluta confianza. El PP será probablemente uno de los que más modifique las listas. El mayor problema que suscita la repetición electoral para los populares es el impacto en su economía, tan maltrecha que incluso estudian alquilar parte de su sede en Génova, la misma que se reformó con dinero en "B".

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