La quema de un muñeco de Puigdemont en el municipio sevillano de Coripe tuvo ayer un amplio eco político. El Govern y JxCat anunciaron que denunciarán a la Fiscalía como un posible delito de odio lo que el alcalde de la localidad, socialista, defiende como una tradición festiva de la Semana Santa. El ministro Borrell, uno de los más visibles críticos del soberanismo, mostró su rechazo al hecho, lo que el expresidente catalán le agradeció desde Waterloo.

La sede del PSC en Barcelona apareció ayer cubierta de manchas de pintura amarilla y con la pintada "Coripe Arde Vergüenza" en réplica a los ocurrido. El expresidente catalán acusó a los socialistas de participar en un acto de "odio visceral". Sin embargo, el PSOE mostró ayer su rechazo ante unos hechos que considera "de mal gusto".