Desde ayer cualquiera puede albergar la duda de si el anticipo electoral de Pedro Sánchez tiene algo que ver con el lanzamiento editorial de su "Manual de resistencia" (Península) o fue a la inversa. "Manual de resistencia", recién llegado a las librerías, podría llamarse también "Manual de campaña", con muestras del alto agrado que le produce ser como es al primer presidente que saca libro todavía en activo. Hay señales también que, pese a resultar ya conocidas, quizá debieran inquietar a sus rivales en las urnas. "Puede sonar presuntuoso, pero me doy cuenta de que me crezco en las situaciones difíciles", apunta a propósito de la ocasión que se le presentó al rehusar Rajoy la invitación del Rey a asumir la jefatura del Gobierno en 2016.

Fue un gran salto, que, como es sabido, acabó en la repetición de elecciones y en el descalabro interno. Volvería a crecerse, y con éxito, en otras dos ocasiones adversas, la primera tras esa defenestración a mano de los suyos y la segunda con la moción de censura que lo llevaría al lugar que todavía ocupa. Ahora intenta repetir la jugada el 28 de abril, la oportunidad imprevista de validarse en las urnas que generó la coincidencia de las tres derechas de la plaza de Colón y la derrota de sus Presupuestos por el rechazo soberanista.

De todo eso va "Manual de resistencia", libro que tiene una coautora invisible en la portada, pero reconocida en el prólogo, cuando Pedro Sánchez agradece a Irene Lozano que diera "forma literaria" a muchas horas de conversación entre ambos, algo que se supone que hizo antes de ser nombrada secretaria de Estado de España Global, la nueva versión de la Marca España.

El manual combina grandes momentos con vulgaridades, ineludibles incluso para los grandes hombres. En ese oscilar entre lo excelso y lo mundano, Sánchez cuenta que su primera decisión como presidente fue cambiar el colchón y pintar en la Moncloa. Fue "por razones que entiende cualquiera que haya vivido en un piso amueblado", pero también por alejarse lo más posible de Rajoy a luz de refranero y de su advertencia de que "dos que duermen en el mismo colchón acaban siendo de la misma opinión".

Cambio de época

La renovación del colchón estuvo precedida de otras alteraciones de mayor calado. "La moción de censura que llevó al Partido Socialista al Gobierno supuso un cambio de época en la política española", señala. El desalojo de Rajoy "puso fin al combate por la hegemonía dentro de la izquierda" y "comenzó la pugna dentro de la derecha por esa misma preponderancia ideológica", en lo que ahora estamos.

A pesar de su relevancia para la carrera política del relator del libro, la moción de censura ocupa menos páginas que otros episodios preliminares, lo que vendría a certificar que "Manual de resistencia" estaba pensado para contar una historia ampliada con un afortunado imprevisto. Sánchez trabaja esa idea de que su movimiento para echar al PP del Gobierno carecía de planificación previa y fue uno de esos momentos de crecerse en lo adverso de los que tanto presume. De aquel momento queda, para lo que venga, la mala relación con Albert Rivera, quien durante los preparativos de la moción de censura tuvo "el tipo de comportamiento que convierte a las personas en no fiables".

Algunas páginas parecen surgidas de los acontecimientos más recientes que precipitaron el anticipo electoral. "Hay una identificación dañina e interesada en la política española, consistente en equiparar el simple hablar con el diálogo; el diálogo con la negociación, y la negociación con la concesión", constata Sánchez. La única alusión a Alfonso Guerra, uno de los miembros de la vieja guardia que más se ensañó con el presidente en la crisis del relator, se produce en este contexto y consiste en una cita suya: "Los realmente capaces de negociar somos aquellos con los principios más firmes, porque sabemos cuáles son nuestros límites".

"Manual de resistencia" consta de 316 páginas en la que Sánchez cuenta lo de atrás y traza también su continuidad, aunque no se sepa en qué papel, con un último capítulo orientado a propuestas de futuro como la reforma de la Constitución. "Debemos salir del ensimismamiento en que nos enclaustra el debate territorial, debemos ampliar nuestro horizonte político", sostiene el resistente.