La concentración de Madrid sirve para hacer visible la unidad de "las derechas", que a lo largo de este semana se convertirán en "extraños compañeros de cama" de los soberanistas. El presidente Sánchez anticipaba ayer en Santander la ahora probable derrota de sus Presupuestos, el miércoles en el Congreso, con las enmiendas de totalidad de PP, Ciudadanos, Foro Asturias, Coalición Canaria, ERC y PDeCAT. En torno a las Cuentas se tejió la crisis política que derivó en la protesta contra el Gobierno y la derrota parlamentaria abre el escenario de un anticipo electoral.

Mientras miles de personas se concentraban en Madrid para pedir la inmediata convocatoria de elecciones, Pedro Sánchez presentaba a Pedro Casares, candidato del PSOE a la Alcaldía de Santander, en el Paraninfo de la Universidad de Cantabria, completamente lleno. Sánchez vinculó la manifestación con el debate presupuestario, que propiciará "extraños compañeros de cama". Para el presidente, ahora el único horizonte electoral es el de los comicios del 26 de mayo, cuando confía en el triunfo de su partido, porque "hay una mayoría de gente moderada y con sentido común que quiere conquistar el futuro de España y no retroceder 40 años". El presidente reprocha a los convocantes el clima de crispación y defiende que trabajar por la unidad de España, "significa unir a los españoles y no enfrentarlos como están haciendo las derechas". Frente a quienes descalifican sus intentos de resolver la situación catalana, el jefe del Ejecutivo afirma que "lo que estoy haciendo ahora como presidente del Gobierno es resolver una crisis de Estado que el PP contribuyó a agravar cuando estuvo en el Gobierno".

El ministro Borrell insta a evitar que "la división de la sociedad catalana provoque una división de la sociedad española".

Después de días muy tensos por la crisis del relator del conflicto catalán, los socialistas encontraron ayer cierto alivio al constatar lo que evalúan como un bajo respaldo al llamamiento del PP, Ciudadanos y Vox. El PSOE considera que fue "un fracaso de convocatoria", lo que demuestra que "las ideas unen, la crispación no". La vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, afirmaba en Twitter que "España le ha dado la espalda a la extrema derecha". Lastra acompañaba el texto con un gráfico para comparar la cifra de asistentes a la manifestación facilitada por la Delegación del Gobierno (45.000 personas) con la asistencia a otras convocatorias de mayor respaldo, como la del Día de la Mujer.

"La amenaza ultra era una fantasía", apuntaba por su parte el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para constatar lo que considera escaso respaldo a la concentración de Madrid. Puigdemont señala que hay "más catalanes manifestándose en la capital de Europa por la independencia de Cataluña que españoles manifestándose en su capital por la unidad de España; y eso que a ellos les regalaban el viaje". En la misma línea, el presidente de la Generalitat, Quim Torra considera que el "fracaso estrepitoso" de la manifestación "debería hacer recapacitar al PSOE" para volver a las negociaciones. Torra emplaza a los socialistas a verse "en la mesa del diálogo. Nosotros iremos a hablar del derecho de autodeterminación de Cataluña, que es el consenso del 80 por ciento de la sociedad catalana". El Gobierno, tras la ruptura con el soberanismo, asegura que la autodeterminación nunca será objeto de negociación por estar fuera de la Constitución.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, considera que la manifestación contra el Gobierno estuvo por "debajo de los deseos de los organizadores y de las expectativas generadas por los medios". Pese a ello, advierte de que "la contrarrevolución reaccionaria es un movimiento ideológico profundo" en las sociedades y de que no se trata de "un fenómeno español del momento". "Los que envenenan nuestra sociedad han fracasado", suscribía el Secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, para quien la concentración de ayer de Madrid fue un "pinchazo".