A sólo diez kilómetros del impacto del avión, el alicantino Dewi Rhys Jones López estaba trabajando en el momento del accidente. "He escuchado un sonido muy fuerte de un avión que se notaba que volaba bajo. Lo he comentado en la clínica donde trabajo, pero no le he prestado más atención. A los pocos minutos un compañero me ha dicho que se trataba de un accidente aéreo", explica este alicantino que vive y trabaja muy cerca del lugar donde se ha estrellado el Airbus A320.

Dewi Rhys Jones López lleva seis años y medio residiendo en esta zona de los Alpes. Es fisioterapeuta y vive con su novia valenciana. El joven cuenta que a media tarde la presencia de nieve dificultaba las labores de rescate de las víctimas. "Desde el momento del suceso ha sido todo un caos. Han empezado a llegar helicópteros, bomberos, la gendarmería, televisiones, radios...", explica. "En la misma zona se ha instalado la capilla ardiente y el centro logístico. Sólo cuando ha comenzado a anochecer parece que se ha tranquilizado todo un poco", añade Dewi.

El joven relata que el lugar donde se ha estrellado el avión es el final de un valle al que se tarda en llegar unas cuatro horas a pie. El padre de este alicantino es de origen galo, aunque lleva viviendo en Alicante desde hace 50 años. Sus padres, al igual que sus personas más allegadas, no han dejado de llamarle desde que se ha conocido el suceso. "Llevo todo el día al teléfono. No terminas de creértelo, son cosas de película, no piensas que al lado de tu casa pueda estar pasando todo esto. Todavía no somos conscientes de lo que ha ocurrido", cuenta Dewi al otro lado del hilo telefónico.

El punto donde se chocó el Airbus 320 de Germanwings es un lugar remoto, sin acceso por carretera, enclavado en un macizo alpino donde se suceden las cumbres nevadas de más de 2.000 metros de altura. Los escasos núcleos urbanos son pequeños pueblos con muchas viviendas diseminadas cuyos habitantes se dedican, casi en exclusiva, a la ganadería, salvo en verano, cuando llegan los turistas.

Testimonios

El accidente cogió por sorpresa a los habitantes de la Vallée Blanche. Uno de ellos relataba ayer que el siniestro le había sorprendido "en el monte. Estaba talando troncos cuando vi que el avión volaba muy bajo y que se estrellaba contra la montaña. Y pensé: Oh, parece la guerra. ¿Es que estamos en guerra?".

Otra testigo, Evelyne Bayle, relató ayer por teléfono a la televisión pública francesa cómo vivió el accidente, ocurrido a tres kilómetros escasos de su casa. "Escuché un estruendo de motor. Después se produjo el impacto y una gran detonación. Supongo que explotó el queroseno. El ruido que hacía era muy sonoro. Sonaba como un pedregal", relata. Otro vecino, que estaba en el campo hablando por teléfono, vio pasar el Airbus a escasa distancia. "Volaba muy bajo. No era normal".

Varios habitantes del valle llegaron a pensar que se trata de un caza volando bajo, ya que los aviones militares acostumbran a pasar por la zona. Sin embargo, cuando vieron que se trataba de un vuelo comercial supieron que el siniestro era inevitable. El impacto fue tan brutal que los restos del Airbus de Germanwings quedaron desperdigados en varios kilómetros a la redonda, informa Efe.

En un primer momento, circuló la noticia de que un testigo había visto un cuerpo moverse. Sin embargo, en cuanto la zona fue avistada dese el aire por los primeros helicópteros quedó patente que era imposible que hubiese habido supervivientes.