José María Aznar eligió a Mariano Rajoy como sucesor porque Rodrigo Rato rechazó su oferta dos veces. Así lo cuenta en la primera entrega de sus Memorias, donde asegura que "la decisión más difícil" de su vida fue mantener su compromiso de no presentarse a un tercer mandato tras ocho años al frente del Gobierno (1996-2004)

El expresidente señala que la elección de Rajoy ya la tenía tomada en noviembre de 2002 y que el 29 de agosto de 2003 se lo comunicó personalmente en su despacho. Aznar revela que, al enterarse, Rato le dijo que había cambiado de opinión y que quería ser el candidato del PP.

Aznar explica que fue la convicción de contribuir al fortalecimiento de las instituciones democráticas y de evitar la tentación de aferrarse al cargo lo que le llevó a no presentarse a las elecciones de 2004. Y optó por Rajoy pensando en garantizar la continuidad de las políticas del PP, preservar la jerarquía interna del partido sin rupturas generacionales y que el sucesor no fuera visto como "una prolongación personal" suya.

Asegura que su decisión de irse contó con la oposición de muchos dentro y fuera de España y que Jacques Chirac, Bill Clinton, Tony Blair, George Bush o Vladimir Putin le pidieron que la reconsiderase. En España, fue Manuel Fraga quien le expresó su más fuerte oposición, las víctimas de ETA también le pusieron objeciones e, incluso, Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo le trasladaron su criterio en contra de una retirada que consideraban "prematura". "Ambos lo hicieron en nombre propio y, según me pareció entender, por encargo de otras personalidades relevantes del momento", añade.

El nombre de Rajoy ya lo tenía en su cuaderno azul en noviembre de 2002 . Aznar cuenta que se lo comunicó el 29 de agosto de 2003: "A última hora pedí que viniera a verme a mi despacho". Estas fueron las palabras del sucesor nada más entrar: "Presidente, prefiero que no me digas lo que intuyo que me vas a decir, pero quiero que sepas que siempre te estaré agradecido. Nunca olvidaré que me has hecho cinco veces ministro y, además, vicepresidente. Con esto todas mis aspiraciones políticas están más que colmadas"

Aznar le contestó: "Gracias, pero te lo voy a decir. Creo que tú eres la persona adecuada. Esta conversación es sólo entre nosotros, porque la convocatoria con los demás, incluido tú mismo, será mañana". Rajoy le preguntó: "¿Ni siquiera a mi padre?". "Ni siquiera a tu padre", zanjó el presidente.

"Fue una decisión, explica Aznar en el libro que el próximo día 27 publica Planeta, que no desveló a nadie, aunque tuvo una ocasión para hacerlo cuando en un viaje a la República Dominicana en noviembre de 2002 para asistir a una cumbre iberoamericana el avión sufrió una avería "muy seria" en el tren de aterrizaje. Entonces llamó al Rey para decirle que, "si ocurría algo", en la cartera llevaba un cuaderno azul en el que estaba apuntado el nombre de la persona que, a su juicio, "debía hacerse cargo de la situación". "No le dije nada más. Como si fuese fácil encontrar los restos de un cuaderno azul en un avión siniestrado", apostilla.

A los otros dos candidatos, Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja, les expresó su aprecio y gratitud y les transmitió que en su decisión no pensó en nada más que en intentar servir al interés general de España. Según Aznar, ambos aceptaron y señalaron que colaborarían con Rajoy, aunque su respuesta "llevaba aparejada una cierta resignación", a la vez que --subraya-- ya en aquel momento quiso dejar claro que se iba a hacer una "cesión completa" de sus responsabilidades y que, desde entonces, su sucesor "debía hacer las cosas a su aire, a su manera". "Tienes toda la libertad para tomar las decisiones que tengas que tomar", le dijo entonces Aznar a Rajoy.

La elección de Ángel Acebes, Zaplana y Gabriel Elorriaga fue la primera decisión de Rajoy, dice Aznar. Para el expresidente , "la operación salió bien" y habría salido "perfectamente si no hubiese sido por los atentados del 11 de marzo de 2004".

Aunque se especuló con nombres como el de Acebes, Zaplana o Alberto Ruiz-Gallardón para sucederle, Aznar siempre tuvo claro que la elección iba a ser entre Rajoy, Rato y Mayor Oreja. Revela que sólo una vez se planteó la posibilidad de proponer a alguien de la nueva generación --antes de las elecciones municipales y autonómicas de 2003-- y que le informaron de que Rajoy y Rato habían llegado a un "acuerdo" para que en el caso de que el elegido fuera uno de ellos aceptarlo, pero que si resultaba, ser cualquier de los más jóvenes "intentarían cerrarle el paso".

Aznar dedica parte del prólogo a su relación y posterior distanciamiento con Rato y así relata episodios de amistad entre ambos y cómo éste le pidió durante un viaje en las navidades de 2000 que reconsiderara su decisión de no presentarse y después le planteó objeciones concretas a su candidatura.

Sin embargo, en el verano de 2003, al saber que Rajoy sería el hombre del relevo, Rato le anunció que había cambiado de opinión y que ahora sí quería ser el candidato del PP a las elecciones para marzo de 2004. "Tu me has dicho dos veces que no'. Y él respondió: 'Pero ahora te digo que sí'. No le contesté nada. Sólo tomé nota", explica Aznar, quien añade que el día que les anunció que el sucesor sería Rajoy, Rato le volvió a decir: "Pues ahora hubiese querido".

La designación de Rajoy obligó a Rato a reflexionar sobre su futuro y a rehacer sus planes, centrando todos sus esfuerzos en el FMI, un puesto para el que Aznar pidió ayuda para respaldar la candidatura de su amigo a Bush, Chirac, Blair y Gerhard Schroeder. "Quizás por eso me costó comprender la posterior reacción de Rodrigo. Yo era consciente de su decepción ante el desenlace de la sucesión y sabía que, después de tantos años de amistad, nuestra relación ya no sería la misma", añade.

Explica que la constatación de que se había abierto una "brecha" fue con motivo de la primera visita que Rato hizo a España como director gerente del FMI y en la que citó a una amplia representación del mundo político y económico español. "A mí no me llamó", lamenta.

Argumenta Aznar que Maragall buscaba la "confrontación con el PP y su exclusión de la vida pública", pensó que la personalidad de Rajoy era "la más adecuada". "Si hubiese pensado que Rato iba a administrar mejor el desafío del nacionalismo, lo habría propuesto", dice. Cuenta el fracaso de las conversaciones con ETA en 1999 y confiesa que la amenaza terrorista a su partido fue "fue una prueba política y personal muy dura" .