El líder del PP, Mariano Rajoy, confesó ayer en la sesión de investidura que sentía una "profunda desconfianza" del programa político expuesto por José Luis Rodríguez Zapatero y del análisis que había hecho de los problemas de los españoles, en especial de su diagnóstico en materia económica. No obstante, y en respuesta a la oferta de consenso del jefe del Ejecutivo, le emplazó a "concretar" el camino que quiere "recorrer" con su partido.

Rajoy, que al subir a la tribuna del Congreso recibió un caluroso aplauso de las bancadas del Grupo Popular, comenzó su intervención confirmando que su formación votará en contra de la investidura de Zapatero como presidente del Gobierno, alegando que no veía "voluntad de cambiar nada sustancial". "Ni las iniciativas que hemos conocido ni sus palabras de hoy nos permiten otra actitud", resaltó.

Según dijo, por un lado el jefe del Ejecutivo parecía "arrepentido de algunos errores" en la pasada legislatura y dispuesto a la enmienda, pero por otro lado, había mostrado "una inquietante obstinación en continuar con la misma senda y repetir parecidas equivocaciones".

Rajoy confesó que el programa político expuesto por Zapatero le despertaba "una profunda desconfianza". "¿Por qué? -se preguntó dirigiéndose al jefe del Ejecutivo-. Por tres motivos: su pasado, el crédito que podemos otorgarle a su palabra y el análisis que su señoría nos ha hecho de la situación".

"Las credenciales"

A su juicio, "las credenciales" de Zapatero en la pasada legislatura son haberse ocupado de todo "menos de los más importante". "¿Qué crédito tengo que dar a a sus palabras de esta mañana?", se preguntó. "Está escrito: Por sus obras los conoceréis. Nos atendremos a esa máxima y estaremos atentos a sus actuaciones y a las de su Gobierno".

Después entró de lleno en la situación económica y censuró la "falta de rigor" del presidente, "tanto en el diagnóstico como en las soluciones". Según Rajoy, se está ante "un escenario de alta inflación, pérdida de competitividad, destrucción de empleo y graves dificultades" para las familias y para las empresas. En este contexto, anunció que presentará en los próximos días un paquete de medidas económicas.

Afirmó que el Ejecutivo socialista no conoce la realidad si responsabiliza exclusivamente "a lo que viene de fuera". "Huyendo de la realidad, ha anunciado una serie de medidas que no son más que parches, una especie de tranquilizantes que no atacan de raíz el fondo del problema. Ni los famosos 400 euros, ni las devoluciones anticipadas del IVA, ni las claramente insuficientes medias que ha anunciado para el sector de la construcción", señaló.

Rajoy, que dedicó muy poco tiempo de su discurso inicial a hablar de política antiterrorista, acusó a Zapatero de "falta de claridad" en esta materia durante su discurso. "Espero sus rectificaciones para que podamos entendernos. Todo el mundo sabe que estoy predispuesto a ello. De hecho, no me he movido de los postulados del Pacto Antiterrorista", recalcó.

En su opinión, cualquier acuerdo que vaya en "la misma dirección", cancele toda esperanza para los asesinos, tenga en cuenta a las víctimas y asegure "inequívocamente que no se volverán a producir cambios en esta política hasta la derrota definitiva de ETA", contará con el apoyo del PP.

Después denunció el "descontrol" de la inmigración y lamentó que Zapatero no haya anunciado medidas en esta materia, siendo uno de los temas que más preocupan a los ciudadanos. Igualmente, criticó que no haya dicho "nada nuevo" sobre seguridad ciudadana cuando, según dijo, es un "problema real" que "cada vez preocupa más a los españoles".

Violencia de género

También se refirió a la violencia de género, una "forma de criminalidad" contra las mujeres que, según Rajoy, "requiere algo más que leyes o declaraciones". "Es preciso gobernar y habilitar más recursos humanos y más medios técnicos para atajarla", añadió Rajoy, que aplicó este mismo argumento para luchar contra la pederastia. Sobre educación, censuró que el jefe del Ejecutivo no le prestase atención en su intervención.

En política exterior, afirmó que "la mezcla de idealismo y confusión" ha guiado la acción exterior del Gobierno, lo que ha "desembocado en aislamiento e irrelevancia" como, según dijo, se ha podido ver en la reciente Cumbre de la OTAN en Bucarest. En este punto, expresó su deseo de "poder apoyarle en una rectificación a fondo de su política exterior".

Como ha venido haciendo los últimos días, volvió a calificar de "esperpento" y de "sainete" lo que está ocurriendo en Cataluña con el agua. Así, criticó que tras "liquidar" el Plan Hidrológico, haya dirigentes socialistas que ahora exijan "un trasvase para Barcelona". "Estamos peor que nunca, no ha resuelto problema alguno, especialmente en Aragón y el Levante español, dejando insatisfechos a todos y ha provocado un desconcierto generalizado", aseguró.

Señaló que, desde la responsabilidad política hay que "reparar" los "errores" y "poner los medios". Eso quiere decir que hay que dotar a la Administración de Justicia de los recursos materiales y tecnológicos precisos. En este marco, también apostó por adaptar las leyes a situaciones que exijan "una mayor severidad en el tratamiento penal y penitenciario de aquellos individuos que representan mayor peligro para la sociedad".