Desde hace unos días, las floristerías gallegas se afanan en atender los encargos de clientes que quieren cubrir de flores las tumbas de sus seres queridos el Día de Difuntos, como símbolo del recuerdo y del amor que sienten por ellos.

La flor predilecta sigue siendo el crisantemo, pero cada vez se buscan variedades diferentes, para destacar o decorar de forma más original. Los clásicos nunca fallan, así que junto a ellos – especial mención a los de color blanco - se sitúan las rosas y los gladiolos.

Los ramos son una de las opciones más elegidas, pero principalmente los centros de flores son los que más salida tienen para la ocasión. El por qué de esta elección radica en que, a diferencia de los ramos, al clavar los tallos en una esponja conservamos la humedad, y el detalle perdura más en el tiempo.

Pero ¿qué significa cada una de estas flores? Si quieres preparar ramos que expresen mensajes concretos, esto es lo que tienes que saber.

Flores con mensaje

Por un lado, las rosas: además de ser un clásico que nunca falla, el color nos ayuda a transmitir sentimientos concretos. Las rojas hablan de amor, de unión eterna con el difunto, mientras que blancas representan el alma pura y la eternidad.

Como afirmábamos antes, los crisantemos son la flor estrella del día de Todos los Santos gracias a su resistencia y durabilidad. Incluso cortadas, no necesitan cuidados para sobrevivir durante bastante tiempo. Debido a este detalle, simbolizan precisamente la eternidad y, al igual que sucedía con las rosas, cuando son de color blanco nos hablan de la pureza del alma.

Los gladiolos son una elección elegante y delicada. Una flor que crece en vertical, característica que le aporta un simbolismo especial para los cristianos: el ascenso al cielo. Expresan también lealtad, amor y fe.

Por último, los lirios. Con unas características heredadas de la mitología griega (donde se creía que los lirios brotaban de la leche de Hera, hermana de Zeus y reina de los Dioses), para los cristianos, dejar una corona funeraria de lirios representa que el alma del difunto se mantendrá para siempre en un estado de tranquilidad e inocencia.

Unos dulces santos 

Y no solo hablamos de flores. Porque la celebración del Día de todos los Santos y del Día de Difuntos tiene cada año un componente gastronómico más marcado. Y es que esta es una fiesta donde el azúcar es el gran protagonista. 

Pero no solo son los niños los que se pegan un subidón de dulce a base de ofrecer el cada vez más instaurado truco o trato. La tradición de los dulces de Todos los Santos va más allá del Halloween americano. Hablamos de postres tan típicos como los huesitos de santo, los panellets catalanes y los tradicionales buñuelos de Adviento.

Las galletas son siempre una apuesta segura, y más si les damos esas formas “terroríficas” que tanto llaman la atención a grandes y pequeños: las propuestas más populares van desde murciélagos a fantasmas, sin olvidar las típicas calaveras.

Y a las puertas del magosto, la castaña asada es otra de los protagonistas. Menos dulce pero igual de sabrosa, acompaña el incipiente frío que por fin está llegando a Galicia. Ya vemos aparecer los puestos callejeros en las principales calles de las ciudades. 

Su iconografía es más otoñal y sencilla, diferenciada de otra estrella, los huesitos de Santo, a los que cuesta negarse aunque no te guste el mazapán. Su elaboración es un arte: una vez confeccionada la masa es preciso darle forma a cada pieza y dejar que seque durante al menos cuatro días antes de rellenarlos.

Yemas, mazapán, almendra..., son la base de muchos de estos dulces de temporada, cuya elaboración y venta coinciden con una de las fechas más dulces y terroríficas del calendario, la del puente de todos los Santos, Halloween o Samaín.