Pedro Sánchez besa a una de las vecinas que se acercaron a saludarlo // I. Abella

Tres menos diez. Llega Pedro Sánchez caminando hacia la plaza. El alcalde, Alberto Varela, el secretario local del PSOE, Argimiro Serén, y todo el gobierno municipal van a su encuentro, entre los aplausos de los vecinos. En vaqueros y con aspecto informal se acerca a la fuente. "Beba, que está muy rica. Es potable al 100%". El líder socialista se lava las manos y bebe. "Dicen que da suerte", le apuntan.

El lugareño Satiro Doval ejerce de anfitrión y lleva la voz cantante en la visita de Sánchez. Le presenta a su esposa, con los besos de rigor y una breve conversación. "¿Ya han comido?", pregunta el candidato a la Presidencia del Gobierno. "Estábamos esperando por usted". Lo conduce a su casa y le enseña la bodega. "Aquí es donde hacemos el vino", apunta Doval. Se lo quiere llevar al huerto. "¿Me vas a enseñar un pepino? Rajoy ayer se emocionó con uno", comenta el político. No era un pepino, eran alcachofas, pero servía igual para el chascarrillo.

Subiendo aldea arriba, Sánchez conversa con el alcalde, hasta que montado en su tractor les sale al encuentro Julián Abuín, presidente de la asociación de vecinos de Castroagudín y también de la comunidad de montes de Cea. Segundo intento de ir a la huerta que también se frustra porque se acerca un rebaño de ovejas y deciden dar la vuelta. Allá van cuesta abajo seguidos de nuevo por una nube de periodistas y los vecinos. "Usted a quién va a votar", pregunta Pedro Sánchez a una mujer. "Socialista", le dice rotunda. "Lo mejor es ir tirando y lo otro (el gobierno) ya se arreglará", siguen conversando. Un hombre arranca una rosa roja de un jardín y se la entrega al líder socialista con mensaje: "Pedro, vamos a ganar. Que se acuerde Mariano Rajoy de todo lo que hizo el PSOE, e Iglesias que vaya a la emigración como hicimos nosotros". Llega la hora de marcharse, apenas veinte minutos después de aterrizar en Castroagudín y revolucionar la aldea. Besos y más besos, fotos con algunos lugareños y un "ya nos veremos" para despedirse del alcalde. Y tal y como llegó, caminando por la plaza, se fue entre aplausos. La tranquilidad regresó a Castroagudín.

El líder socialista con el presidente de la asociación vecinal. // I. Abella

Descanso y café en la ciudad

Pedro Sánchez comió y descansó poco más de una hora en el hotel Castelao y se tomó un café en un establecimiento de la Plaza de Galicia, con dos miembros de su equipo de seguridad flanqueando la puerta y otro esperándolo en una esquina de la plaza, donde iba a recogerlo el coche. ¿Qué le pareció Vilagarcía?, le pregunta FARO. Su responsable de prensa corta la respuesta. "Son dos minutos que tiene para estar tranquilo", reprocha. Parece molesta porque los medios hayan localizado al candidato en un lugar tan céntrico. Poco después, pasadas las cinco y veinte de la tarde, Sánchez abandona la ciudad con destino a Vigo. Con su visita quería, según el PSOE, conocer la realidad de los ciudadanos que viven en zonas rurales.