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Pekín ya no queda tan lejos

La coincidencia con la Cumbre del Clima de París y la contaminación en Madrid meten el cambio climático en campaña por primera vez

En las maratonianas jornadas a pie de calle propias de una campaña, y más en un otoño tan soleado como éste, los políticos tiran de las temperaturas como tema recurrente para arrancar sus intervenciones frente a muchos seguidores a los que probablemente nunca vieron antes. El tiempo es importante en la carrera electoral. Como excusa para romper el hielo, pero también para el lucimiento de los actos al aire libre e incluso juega como un ingrediente más, pendientes de la lluvia, en el análisis sobre la participación en el día decisivo. Las dos semanas para pedir el voto coinciden con un tiempo extraño para este momento del año. Como un guiño de la naturaleza al desembarco del cambio climático en el discurso de los candidatos. Porque esta vez sí, lo de mirar al cielo entre tanta promesa para los próximos cuatro años tiene un calado inédito. El futuro del planeta comparte protagonismo con el empleo, el debate territorial o la violencia de género. Quizás por las duras advertencias que llegan desde la Cumbre del Clima de París. Quizás porque las recientes restricciones al tráfico en Madrid y Oviedo nos acercan al grave problema. O porque Pekín acaba de vivir la primera alerta roja por contaminación de la historia.

"Que los temas medioambientales no se sitúen entre las prioridades políticas tiene que ver probablemente con la menor importancia relativa que le otorga la mayoría de los ciudadanos en relación con otras cuestiones como el desempleo o la seguridad", sostiene Xavier Labandeira, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo y uno de los mayores expertos del mundo en la materia. A unos y otros les cuesta "actuar en entornos en los que los beneficios de la acción tienen lugar en el medio y largo plazo". Los episodios de contaminación de Pekín y Madrid recuerdan que esos beneficios "son obvios en el corto plazo". "Por eso -añade el director de la unidad de Política Climática del Instituto Universitario de Florencia- es importante suministrar información veraz sobre los daños ambientales y sobre las alternativas correctoras, incluyendo sus costes, dentro del conjunto de políticas públicas".

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Solo la crisis frenó las emisiones contaminantes en España. Los gases de efecto invernadero acumularon entre 2008 y 2013 una desplome superior al 30%. En 2014, según la estimación que recientemente envió el Gobierno a la Agencia Europea de Medio Ambiente, se invierte la tendencia al calor de la actividad económica, con un incremento del 1,1%, hasta los 320 millones de toneladas equivalentes de CO2.

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A la cabeza de está la industria manufacturera, que por sí sola representa el 25% de todas las emisiones; seguida de las actividades ligadas al suministro energético, con un 23,1%; y los hogares, de donde salen dos de cada diez toneladas, como muestran los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Sin embargo, el gasto de las empresas en protección del medio ambiente no se libró de la tijera a las cuentas durante la doble recesión. En 2013 ascendió a 2.312 millones de euros, un 10,6% menos que en 2009.

"En España falta ambición y planificación para que se desacoplen las emisiones de gases de efecto invernadero del proceso de crecimiento económico que ya estamos viviendo -apunta Xavier Labandeira-. Para que eso sucediese serían necesarias políticas mucho más activas y un cambio de mentalidad en los ciudadanos, empresas y políticos, que desgraciadamente no veo a día de hoy".

Las evidencias

No será por la inexistencia de evidencias sobre su impacto en el país y de las notables consecuencias en las que coinciden la mayoría de expertos. Durante el siglo XX, y sobre todo a partir de 1973, las temperaturas en España muestran "una tendencia generalizada al alza en todo el territorio", con subidas de entre 1 y 2 grados entre 1850 y 2005, según el informe del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente al amparo del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático. Las lluvias no arrojan un comportamiento tan definido como ocurre con la temperatura, aunque en las tres últimas décadas apuntan a una disminución "de forma significativa" en comparación a los años 60 y 70. En la cadena con la que funciona la naturaleza, el calentamiento global provoca modificaciones en la distribución y los ciclos de vida animales y vegetación, como la aparición en la zona atlántica de especies típicas del Mediterráneo o la amenaza de extinción para otras. En el norte de la Península, según ese mismo estudio, el mar aumentó su nivel durante la segunda parte del siglo pasado entre 2 y 3 milímetros al año.

Galicia cuenta con su propio examen sobre las evidencias del cambio climático. La Xunta lo presentó en 2009. En él se habla de un incremento de 1,5 grados al año en la temperatura del mar dentro de medio siglo, y hasta 3 grados en tierra. Con todo lo que eso supondrá, por ejemplo, para la fertilidad de los suelos y el riesgo de incendios. La ubicación geográfica enfrenta a la región a masas de aire cálidas y frías. Es una de sus mayores debilidades de cara a afrontar eventos extremos de precipitaciones y viento, junto con "la presencia poblacional". El 45% de la población vive en los 18 concellos con mayor riesgo potencial ante una emergencia. Otro informe que a principios de este año sacó a la luz la Consellería de Medio Ambiente deja claro que no hay que esperar para notar los efectos: entre 2009 y 2013 la comunidad sufrió casi 800 eventos extremos con 161.325 incidencias. Un 6% con víctimas mortales.

Pendientes de París

¿Marcará la cumbre de París un antes y un después real en la lucha contra el cambio climático? El panel de expertos que asesora a Naciones Unidas separa con únicamente dos grados al Planeta del desastre por las consecuencias irreversibles que tendría un mayor calentamiento de media en el año 2100. El segundo borrador del acuerdo que se debatía ayer suprimía la vinculación jurídica en la disminución de emisiones, como pedía EEUU. "A día de hoy parece que París va a suponer un punto de ruptura, con la involucración de un número muy elevado de países en las política de reducción de emisiones y en una transición a una economía baja en carbono -indica Xavier Labandeira, uno de los expertos que participó en la cita en la capital francesa-. Lo que no parece tan claro es si el conjunto de reducciones resultantes va a permitir mantener el aumento de temperatura dentro de los 2 grados a finales de siglo. Un límite, por cierto, que supone un cambio climático muy relevante".

Otro modelo energético

De la mano de este debate viene también la discusión sobre el modelo energético que necesita España, muy dependiente de los combustibles fósiles -la importación de gas, carbón y petróleo nos cuesta 120 millones diarios- pese al importante desarrollo de las fuentes renovables en el caso de la generación de electricidad. El Ejecutivo liderado por Mariano Rajoy convirtió la reforma del sector en una de las medidas estrella de su agenda para acabar con el galopante déficit de tarifa -la diferencia entre lo que cuesta financiar el sistema eléctrico y lo que se recauda por él-, que en los últimos diez años suma la espectacular cifra, sin contar los intereses, de 27.000 millones de euros. El de 2014 será el primer ejercicio de superávit, unos 550 millones de euros, y para el actual 2015 se prevén otros 360 millones.

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Pero el tajazo salió muy caro para las empresas renovables, que casi de la noche a la mañana vieron como sus ingresos se desplomaban por la pérdida de las primas que recibían por su contribución a la lucha contra el cambio climático. Así le ocurrió a la mayoría de los parques eólicos gallegos. "Salimos de una legislatura nefasta para el sector, con pasos atrás muy claros. Desde la moratoria en renovables al decreto de autoconsumo, que lo hace inviable", critica Sergio de Otto, patrono de la Fundación Renovables, una organización que con motivo de la campaña presentó un amplio dossier de propuestas para que la energía se convierta "en un vector de cambio para una nueva sociedad y una nueva economía". Para que el consumidor se transforme en "un usuario". "En el centro del sistema energético, un gestor que produzca y venda su propia energía y no un ciego en medio de las supuestas ofertas de las empresas", detalla. De Otto recuerda que, pese al desplome de la demanda de electricidad, las compañías mantuvieron sus beneficios al alza, "con los márgenes de beneficio sobre la facturación que dobla el de las firmas europeas".

El organismo subraya que la eficiencia es "el principal yacimiento energético" de España y hace referencia un estudio elaborado precisamente por Xavier Labandeira que demuestra que el país podría ahorrarse hasta el 50% de lo que consume. ¿Pero es posible un sistema 100% renovable sin tecnologías que apoyen los momentos sin lluvia o viento o incluso puedan almacenar la electricidad? "Evidentemente no en este 2015, ni en 2020, pero sí podemos llegar en 2040. No es un problema técnico. Es voluntad política", insiste Sergio de Otto.

Desde la Fundación Renovables tachan de "engaño" la tarificación por horas y el sistema de contadores inteligentes. "No puedes realmente beneficiarte de algo que no puedes ver y controlar", dice De Otto.

Y un experto como Labandeira, ¿entiende el recibo de la luz? "La regulación de la tarifa eléctrica en España es compleja y eso ha dificultado, entre otras cuestiones, la adopción de decisiones adecuadas sobre inversiones y cambio de hábitos de los ciudadanos -responde-. Es necesario simplificar el sistema de precios, que debe incluir todos los costes asociados al suministro de electricidad, incluidos los ambientales para que sea un sistema eficiente y respetuoso, e informar adecuadamente a los consumidores".

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