Estas elecciones de la pandemia han conducido a un resultado malo para el Partido Socialista de Galicia. Se impone la dura realidad.

¿Por qué las gallegas y los gallegos han renunciado a una salida socialdemócrata a la crisis de la pandemia? La falta de audacia para confrontar propuestas, la oscuridad para interpretar el momento histórico y sus límites, y el rebufo de la gestión del Gobierno en la Covid-19, han llevado a esta derrota electoral del PSdeG.

Aunque dentro de las democracias modernas, los regímenes con mayorías absolutas, dominantes son poco frecuentes, existen estudios donde se analizan sus efectos. En Europa se han dado casos con largos periodos de regímenes dominantes, en los cuales la oposición quedó mucho tiempo en el estatus de partido "non incumbent". El Partido Social Demócrata Alemán (SPD) tuvo que esperar 16 años en la oposición, de 1982 a 1998, y aunque sufrió derrotas electorales a lo largo de este periodo, el partido no entró en shock, tuvo que esperar años, bajo el gobierno de la CDU, para poder regresar al poder. Los socialistas alemanes hicieron una revisión programática y cambios en los liderazgos, estrategias y en la organización del partido.

El Partido Socialista ha gobernado en Galicia apenas siete años de los cuarenta con que cuenta de vida la autonomía política de Galicia. Y en ninguna de estas limitadas ocasiones (1987-1990 y 2005-2009) los socialistas gallegos pudieron hacerlo en solitario. Unos gobiernos que pusieron en marcha en Galicia reformas que no tuvieron, por tanto, la continuidad necesaria para conseguir una transformación profunda de la sociedad gallega. Estos gobiernos autonómicos "de coalición" no dispusieron de la continuidad necesaria para poder dar el salto sobre todas las etapas y las normativas establecidas en Galicia por los gobiernos del Partido Popular. Una alternancia que se ve una vez más frustrada ante un líder muy sólido en el PPdG ya con una imparable proyección nacional.

Sin embargo, la renovación del socialismo gallego es una aspiración en la que coinciden una mayoría de ciudadanos de Galicia que paradójicamente ha aumentado porcentualmente en estas elecciones. Unos ciudadanos que siendo críticos con los modos y las formas con los que se ha dirigido al PSdeG, anhelan que los socialistas gallegos puedan acertar con esa complicada fórmula que conjuga progreso con galleguismo tal y como se intentó en la primeras elecciones autonómicas de 1981. Una fórmula que necesita articularse sobre la autonomía respecto de la dirección federal del partido y el Gobierno, y un distanciamiento sobre el nacionalismo identitario o soberanista, que ahora se convierte por el éxito del BNG en el primer partido de la oposición.

Una dura realidad en un nuevo tiempo muy difícil para los socialistas gallegos.