Empleo

Los jóvenes con estudios universitarios cobran un 33,8% más que aquellos con estudios secundarios

El 25% de los menores de 29 años trabaja con contratos a tiempo parcial, doce puntos por encima del conjunto de la población, según un informe de BBVA y el Ivie

Trabajadores en sus oficinas, 22@.

Trabajadores en sus oficinas, 22@.

Paula Blanco

A más formación, mejores perspectivas de futuro laboral y salarial. Parece un resumen simple para la juventud española, pero el informe elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) 'Presente y futuro de la juventud española. Una perspectiva socioeconómica' lo pone de manifiesto. Las diferencias salariales entre las personas de 16 a 29 años se dan al aumentar el nivel de estudios. Entre ellos, aquellos con títulos universitarios cobran un 33,8% más que quienes solo cuentan con estudios secundarios, ya que acceden a puestos de trabajo mejor remunerados, y los jóvenes que poseen ciclos formativos de grado superior consiguen un salario un 11,3% superior.

Después de la situación de los 'ninis' (ni trabajan, ni estudian), la situación laboral más preocupante es la de quienes no superan los 30 años y comienzan pronto a buscar empleo solo con estudios obligatorios. El resultado es un contrato temporal y/o a tiempo parcial, en ocupaciones elementales y con bajos salarios. "La precariedad laboral afecta a parte de los jóvenes de manera duradera y puede condicionar su calidad de vida a lo largo de su ciclo laboral, y también cuando sean pensionistas", aseguran el documento dirigido por el director del Ivie, Francisco Pérez.

Sin embargo, las consecuencias comienzan mucho antes de la ansiada jubilación. Más de la mitad de los jóvenes sin estudios superiores tuvieron dificultades para llegar a final de mes (53,2%), unos 5,4 puntos porcentuales por encima del promedio. A la precariedad se añade la imposibilidad de construir proyectos vitales con perspectivas de medio y largo plazo, como comprar una vivienda o formar una familia. Estas personas también están a la merced de otros riesgos que no afectan de la misma manera a quienes han finalizado una titulación universitaria. Uno de ellos es la mayor probabilidad de automatización de sus empleos, a excepción de aquellos donde la relación presencial con los clientes y los consumidores sea imprescindible. La precariedad es la razón por la que los jóvenes de entre 16 y 29 años independizados y principales responsables de su hogar tienen una renta un 40% inferior a la media (unos 11.000 euros).

Aunque la precariedad que padece la juventud al incorporarse al mercado laboral se reduce con la edad y es menor entre quienes tienen estudios superiores, puede convertirse en una característica duradera. Ocurre sobre todo con las mujeres, con los ocupados en la construcción y la hostelería y con quienes comienzan a trabajar a edades tempranas. Esa falta de estabilidad laboral provoca menor inversión en la formación de los jóvenes por las empresas "por el elevado grado de rotación de los empleos", y si no se escapa pronto de esta trampa, podrá acompañar a la persona a lo largo de su vida laboral.

Peores perspectivas que sus mayores

Con todo, y aunque la formación ayude a conseguir mejores oportunidades, la situación en conjunto de la juventud no es alentadora. Tal y como subrayan en el informe, "tampoco los jóvenes más cualificados alcanzan en España pronto una situación laborable estable, pues la mayoría inician su vida laboral con contratos de prácticas y en una categoría salarial inferior a la que correspondería a su formación, pese a tener estudios superiores". La consecuencia directa es la existencia de elevadas tasas de subempleo.

En general, la juventud española está más expuestos a la incertidumbre macroeconómica y a ocupaciones de peor calidad. El 25,4% de las personas entre 16 y 29 años tiene un contrato a tiempo parcial, doce puntos por encima del conjunto de la población y sus salarios son un 35% inferiores a la media. Al mismo tiempo, la tasa de temporalidad de estas generaciones también dobla la media y la evolución de sus ingresos a lo largo de su vida laboral es más lento: "Mientras las cohortes anteriores alcanzaban una base de cotización similar a la media antes de los 27 años, actualmente los adultos jóvenes a los 34 años todavía no la han alcanzado".