Entrevista | Roberto Verino Diseñador y empresario

“Roberto Verino se va a quedar ahí cuando yo ya no esté”

“Ser empresario es muy difícil. Yo disfruto más siendo diseñador. Por eso me halaga la Medalla de Oro del Círculo de Empresarios”

Roberto Verino, diseñador y empresario.

Roberto Verino, diseñador y empresario. / Brais Lorenzo

Julio Pérez

Julio Pérez

Roberto Verino heredó de su abuela materna la vocación de la eterna juventud y atribuye a “un magnífico profesor, más que eso, un maestro de la vida”, su comunión con la tierra donde nació hace 78 años. “Nos decía que teníamos que estar muy orgullosos de Verín porque de aquí es Viriato”, recuerda el diseñador y “empresario a la fuerza”. Como el líder lusitano que hizo frente a la expansión de Roma en Hispania, él es un guerrero confeso que levantó en una pequeña localidad sin tradición textil una de las firmas más prestigiosas de la moda española, estoica ante la conquista del fast fashion. El próximo día 10 recogerá la Medalla de Oro del Círculo de Empresarios de Galicia. Acaba de llegar de Sevilla tras inaugurar el cambio de look de su tienda en la ciudad y la exposición con la que celebra sus más de cuatro décadas de carrera. “Estamos en un espacio que han recuperado como museo de unas ruinas romanas de hace 2.000 años”, cuenta. La mezcla de su propia historia con el origen de nuestra cultura “es un momento absolutamente mágico para mí”, admite, “sorprendidísimo” por toda la gente que le acompañó.

–Lo sorprendente es que le siga sorprendiendo la respuesta de la gente. ¿Aún teme el fracaso?

–No es que lo tema, pero la gente no se mueve fácilmente, máximo si está diluviando en una ciudad en la que no es frecuente.

–Pero usted es Roberto Verino.

–La gente está acostumbrada a tratar con mucha gente importante y yo no lo soy tanto. Soy un currante apasionado de mi trabajo que busca disfrutar cada día con él y ser feliz haciendo felices a los demás.

–Y para ese “currante”, ¿qué significa la Medalla de Oro del Círculo de Empresarios?

–Siempre es muy halagador. Me siento honrado y agradecido. Se da la circunstancia de que entre los premiados anteriormente hay un núcleo importante de ourensanos amigos y es un orgullo compartir ese espacio. Me sorprende la elección porque en el fondo soy empresario a la fuerza. Ser empresario es muy difícil y muy arriesgado. Yo disfruto más siendo diseñador, pero no me queda más remedio que poner de mi parte también gracias a un buen equipo y a que tengo a mi familia alrededor.

–Imagino que al principio, cuando decidió crear industria desde su pueblo, no quedaba otra alternativa que ser empresario a la fuerza, como dice. ¿Eso le permitió después ser fiel a lo que quería hacer?

–Desde luego. Desde un punto de vista muy pragmático, para cualquier empresario o responsable financiero que busca que el negocio sea rentable por encima de todo en el menor tiempo posible y con los recursos justos, nacer en un entorno rural sin ninguna tradición textil resulta difícil. Es una quijotada. Es un gran esfuerzo que llevas adelante porque tienes un sueño y el convencimiento de que aquí también se puede. Cuando trabajas con otras nacionalidades te das cuenta que no somos menos que nadie. Al contrario. Siempre defendí la autoestima por lo nuestro y el orgullo de país. ¿Cómo podemos ser tan poco capaces de sentirlo? ¡Por el amor de Dios! ¿O es que somos tan cainitas que solo nos hacemos la puñeta?

–Hay bastante de eso, ¿no?

–Desgraciadamente. Como país, las cosas que nos unen son más que las que nos separan. Si buscamos la excelencia y remamos para salir victoriosos, todos ganamos.

–¿Y cuánta lucha interna ha habido en esa dualidad de creador de tendencias y empresario necesitado de rentabilidad?

–La clave es ser equilibrado para que la imagen de marca, la capacidad, como me gusta decir, de sorprender, emocionar y seducir, no se dispare tanto como para no hacer rentable la empresa. Un binomio muy complejo. Pero ahí estoy, ahí estamos, ahí es donde discutimos qué es divino y qué es humano.

Verino, tras su entrada en la Real Academia Galega de Belas Artes.

Verino, tras su entrada en la Real Academia Galega de Belas Artes. / Brais Lorenzo

–¿Qué ha hecho diferente para ser una importantísima excepción de supervivencia entre las firmas de la eclosión textil de Galicia en los años 80?

–Intentar seguir siendo la misma persona, mantener los valores y defender, precisamente, los orígenes. Venir a trabajar a Verín era muy complicado en aquel momento y hubo que formar a mucha gente del entorno. Ese esfuerzo se convirtió después en una ventaja. Son fieles compañeros de trabajo que, como yo, dan lo que sea para que todo siga siendo lo mejor.

–Fíjese todo lo que se habla ahora de relocalizar la producción en cercanía y la formación. Curioso.

–Nosotros partíamos de cero y la formación fue transcendental. Tuvimos que buscar colaboraciones muy dispares, desde la empresa más importante que había en aquel momento en Vigo de máquinas de coser, Refrey –sus propios técnicos nos daban clases para manejar las máquinas–, a modistas y sastres, que tampoco eran tan frecuentes porque los oficios ya se iban diluyendo. Fue casi un milagro.

–El reconocimiento del Círculo de Empresarios menciona expresamente su trayectoria “social” por esta otra parte de su carrera.

–Que no ha sido por lo que me han dado otros premios que, afortunadamente, también tengo. Me hace reconocer que no es un esfuerzo que se haya quedado ahí, perdido en la imagen.

Ha habido momentos tan complicados que, más que tirar la toalla, exigían que cerraras. El mismo COVID-19 nos dio un palo impresionante. Pero soy tenaz y tengo en mi trabajo la mayor capacidad de disfrutar"

Roberto Verino

— Diseñador y empresario

–¿Pensó alguna vez en tirar la toalla o, como ha pasado con otras firmas, venderla a un inversor?

–Ha habido momentos tan complicados que, más que tirar la toalla, exigían que cerraras. El mismo COVID-19 nos dio un palo impresionante. Pero soy tenaz y tengo en mi trabajo la mayor capacidad de disfrutar. Quiero seguir haciéndolo hasta que las fuerzas me lo permitan. Muchas veces menciono a mi abuela materna que llegó hasta los 98 años llena de salud, mentalidad y capacidad para vivir. Si tengo su genética, algo me habrá tocado... [Ríe] Pues yo quiero seguir como ella. Como los avances también pueden ayudarme, digo: “Bueno, voy a trabajar hasta los 98, cojo un año sabático y luego ya veremos qué hago”. Seguro que lo mismo porque creo que no hay nada que pueda entusiasmarme más.

–Su abuela también fue de alguna manera el germen de su gusto por el estilo. ¿Qué pensaría si viese la exposición con la que está celebrando sus 40 años de carrera?

–Ella ya estaba orgullosa de por dónde iban los acontecimientos, incluso me animaba muchísimo. Cosa que a mí me parecía una prueba inequívoca de su juventud. Cuando alguien se esfuerza en algo que va a tener retornos en los 10, 15 o 20 años siguientes y ella, que también era muy inteligente, entendía que no iba a vivir 120 años, es porque estaba muy ilusionada y convencida de que valía la pena. Ser joven no es tener o no tener años, sino sentimiento de hacer cosas pase lo que pase, tarde el tiempo que tarde, surja lo que surja.

"Hay un estilo Verino que transciende en el tiempo y deja huella"

Roberto Verino

— Diseñador y empresario

–¿Y usted? ¿Qué le vino a la cabeza con lo que aparecía abriendo cajones para montar la exposición?

–Mirando atrás te das cuenta que existe un hilo conductor, una esencia, algo que has estado transmitiendo. Aunque sea con aristas muy, muy suaves, ahí está. Hay un estilo Verino que transciende en el tiempo y deja huella. La dinámica en la que estamos, donde el tiempo es un lujo, a veces nos impide reflexionar. Recopilando todo veía muchas cosas a las que a lo mejor no le habíamos dado el valor o el mérito que tienen y ahora puedo decir: “¡Caray!”. Como mi abuela, yo también tendré que irme. Espero que sea muy tarde. Y, sin embargo, Roberto Verino se va a quedar ahí. La marca va a seguir ahí y también el recuerdo de mucha gente hacia mí.

Roberto Verino en la exposición conmemorativa de sus 40 años de carrera.

Roberto Verino en la exposición conmemorativa de sus 40 años de carrera. / FDV

–Habla a menudo de la importancia de crear “un armario emocional”. De la durabilidad de las prendas como la verdadera apuesta por la sostenibilidad en la moda. ¿Hay mucha empresa que está aparentando ser sostenible? Da la sensación que en la industria ya nadie hace fast fashion.

–Hay mucho...

–¿Greenwashing?

–Sí, mucho aprovecharse. Pero bueno, eso sucedió siempre y no voy a ser más papista que el Papa. La pelea por estar ahí y adelantarse es humano. Es algo con lo que hay que convivir. Y aceptamos las reglas del juego, no pasa nada.

–Antes habló del palo de la pandemia. Por fin han recuperado los niveles de ventas previos. Están ahora con la remodelación de las flagships. ¿Cuál es el futuro más inmediato de Roberto Verino?

–Estamos poniendo en marcha una nueva fase con un cambio de imagen que intenta seguir defendiendo nuestros valores de origen y busca relacionarnos con las personas de una forma mucho más rotunda. La pandemia nos obligó a entender lo importante que son las personas y disfrutarnos. Todo el esfuerzo va a colocar a nuestros consumidores en la diana y darles el máximo de soluciones, el juego total entre online y espacio físico, y que nuestros vendedores se conviertan realmente en asesores de imagen. Siempre les insistí mucho en que no dejasen a nadie marcharse de la tienda con algo que de verdad no les quede bien porque eso es pan para hoy y hambre para mañana. Un cliente contento con la marca es un cliente fiel. Gracias a esa fidelidad, la pandemia fue un palo muy serio, pero no definitivo, y hoy estamos en una fase muy prometedora.

Suscríbete para seguir leyendo