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Roberto Verino Diseñador y empresario

“Jamás lo importante para mí fue la cifra de negocio”

“La moda es primero ética y después estética” | “Una prenda no puede costar menos que una barra de pan” | “Mis clientes son mis reinas y si la reina de España también lo es, genial”

Roberto Verino, delante de una de las fotografías de la exposición “40+1”. FDV

El firme convencimiento de Roberto Verino de que la edad está más en el pensamiento que en los años es herencia de su abuela Aurora, “la mujer más joven que he conocido”. Muy coqueta, nunca salía de casa sin arreglarse, habitualmente vestida de negro. Vivió 98 años y hasta el último momento se mostró entusiasmada por colaborar con él en el arranque de su fructífera carrera. El histórico modisto de Verín acaricia los 78 empapado de la misma ilusión, obsesionado por volcar su conocimiento en los nuevos talentos y recorriendo España con “40+1”, la retrospectiva de una empresa con 400 empleados y 1.400 proveedores que nació de la mano de la sostenibilidad mucho antes de que se pusiera de moda. Aunque eso le costase más de un disgusto con los financieros. “Desde el inicio pretendimos que la gente compre productos de calidad para un armario emocional –dice–. Más que nostalgia, estos recuerdos nos hacen entender el logro de que muchas de nuestras propuestas se han convertido en normas”.

–Cualquier pieza de la exposición podría hoy estar en un escaparate. ¿La atemporalidad es su éxito?  

–Es que esa es una de las características del estilo Verino y hace auténtico nuestro discurso, que en absoluto intenta acaparar la actualidad. Está desde el inicio, demostrando que la atemporalidad solo se construye cuando se trabaja con modelos funcionales. Lo aparente todo lo tapa, ¿no? Ese ejercicio de sencillez, de funcionalidad, de buenas calidades y acabados permite que piezas hechas hace 40 años sigan vigentes hoy. Insisto mucho en la necesidad de hacer una buena inversión y no un mal gasto frente al concepto de usar y tirar, que degeneró a tal nivel que no ha quedado otra que decir basta. Estamos destruyendo mucha materia prima y entrando en un juego perverso. No puede ser que una prenda cueste menos que una barra de pan.

–La exposición recoge campañas con todopoderosas top models de los 90, desde Christy Turlington a Yasmeen Ghauri. En traducción millennial, es como si contrata a las hermanas Hadid. Eso es Roberto Verino y la historia de la moda de este país.

–Lamentablemente, las circunstancias de los últimos años no nos permitieron seguir en la misma línea. Los 2000 fueron económicamente muy duros. Sufrimos las crisis y las superamos siendo mejores, como ahora con todo el maremágnum de la pandemia. Hemos mejorado ya al año 2019. ¿Y por qué? Porque somos de verdad y estamos consiguiendo dar al consumidor, que es muy inteligente, lo que realmente necesita con el mayor nivel cualitativo y de servicio.

–¿Han superado los niveles de venta prepandemia?

–Afortunadamente este pasado año.

–Fue durísimo para el sector.

–Lo sigue siendo, ¡eh! No acabaron todos los problemas. La vida es un bumerang: si tú das cariño, recibes cariño. Tener en el centro de la diana al consumidor genera estos retornos. La fidelidad nos ayudó a no estar tan deteriorados como otros y siguen siendo nuestros mejores aliados. A veces digo que mi cliente es el rey, pero no el rey de España.

–Bueno, la reina sí lo es.

–[Ríe]. Mis clientes son mis reinas y si tengo la oportunidad de que la reina de España también lo sea, genial. Al final soy capaz de convencer a muchos estratos sociales diferentes. Valoro muchísimo a las que solo me pueden comprar en rebajas porque a lo mejor hacen un esfuerzo mayor que los que compran al principio de temporada. Es una oportunidad para que mucha gente pueda comprarnos a un mejor precio para que sepa que de verdad es mejor invertir que malgastar.

–¿La ciudadanía está dispuesta a asumir otro modelo de consumo para hacer sostenible a la moda?

–¡Claro! Aunque parezca que va en contra de los intereses de quien vive de la estética, siempre insisto en que lo más importante es ser consecuente con el cuidado del planeta. Tenemos que dejar un mundo mejor a nuestros hijos y nietos. Que te cueste menos tirar una prenda que llevarla la tintorería es un despropósito. Cada vez más gente, sobre todo jóvenes, van adquiriendo la conciencia de comprar de una forma racional porque, además, en la medida en que las personas hacen suyas las prendas, lo que importa es su personalidad, se sentirán mejor. Es como comer. Comemos y vestimos todos los días. Haciéndolo con buen criterio seremos más felices porque nuestra autoestima está más alta. Un tema de sentido común. Es estilo Verino es una aportación indiscutible a los consumidores para poner en valor a las personas y no a las piezas. Como decía Coco Chanel, lo importante es que lleves tú el vestido, no que el vestido te lleve a ti porque ahí entras en la fase de disfrazado.

–¿Le queda recorrido a la fast fashion?   

–Por mucho que nosotros nos peleemos, parece que la competencia en ese terreno es aun mayor. Cosa que sorprende porque los más jóvenes exigen que seamos hasta ecológicos en la utilización de materias primas que, por nobles, ya son convenientes. Luego van a una tienda low cost y con 20 euros salen con una bolsa llena. No es fácil cambiar las cosas de un día para otro, pero llegarán a entenderlo.

–¿Qué es la moda para alguien que lleva 40+1 años creándola?

La moda es primero ética y después estética. Jamás me ha interesado que lo importante fuera la cifra de negocio, sino que los consumidores sean felices. Obviamente, mi dimensión es la que es, pero prefiero ser pequeño y reconocido.

–Y eso que no iba para diseñador. ¿Qué le dijo aquella profesora del colegio para que se apasionara de París, donde se formó, antes de conocerlo?

–Los que somos de la frontera, cuando éramos muy jóvenes nos encontrábamos con portugueses que nos hacían ver lo equivocados que estábamos respecto a su país. Venían con mapas y decían que eran el segundo más grande de Europa porque, claro, sumaban Angola, Mozambique... No era lo que habíamos estudiado. En tu cabeza se producía una cierta revolución, un interés por descubrir lo que hay en otros sitios y por aprender, el deseo de encontrar la excelencia, que nunca se alcanza. Cuando crees que ya llegaste, ves que hay otro nivel y así sucesivamente. Fue una suerte nacer donde los partidos de fútbol que jugábamos de pequeños eran internacionales.

–Con pasaporte y todo, creo.

–¡Sí! Ves que las fronteras son imaginarias realmente. Eso marca mucho. Cuando eres una persona que no te conformas con lo convencional, si escuchas a alguien que te vende París como una ciudad maravillosa, la más delirante, no hace falta mucho más. La energía de los 18 años pone el resto.

–Fue un viaje de ida y vuelta.

–Es que soy un inconformista y me preocupaba mucho que tanta gente tuviera que emigrar para ganarse la vida. Fue un problema siempre en Galicia, pero en los años 60 se acentuó muchísimo. Para mí era un objetivo inequívoco venir a mi pueblo a demostrar que lo que había aprendido también valía para hacerlo aquí. Eso se ha demostrado. Cuando me preguntan qué pienso de la moda y sobre mi país, digo: “Oye, somos capaces y más”. Estamos en un momento en el que todo está empezando.

–Ahora lidera una aceleradora, VíaTextil, con la Zona Franca de Vigo. En su presentación defendió la búsqueda del bien general. ¿De dónde sale esa vocación de formar?

–Yo, que tuve que pasar por todas las fases de aprendizaje, entiendo la importancia de colaborar con los jóvenes talentos. Son la garantía de futuro. No he descubierto nada. Es una consecuencia de esa visión de buscar el bien general.

“Estamos en un país tan cainita que, en lugar de ayudarnos, nos clavamos el cuchillo siempre. Es muy triste”

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–Y en esta generosidad...

–No es generosidad. Las dos partes salimos beneficiadas. Estamos en un país tan cainita que, en lugar de ayudarnos, nos estamos clavando siempre el cuchillo. Me parece muy triste. Yo quiero ser feliz e intento hacer felices a los demás.

–En esa búsqueda de la felicidad, supongo que hay que respirar profundo tras una pérdida tan dura. [La hija de Roberto Verino, Cristina, murió el pasado julio a causa de una leucemia].

–Pues mira, eso es lo más triste, lo más fastidiado, pero también te puedo decir que ahora Cristina me está exigiendo que no me rinda porque todo este proyecto estaba dirigido por ella. Si me tengo que multiplicar, lo hago con tanto entusiasmo y ganas como pueda. Estar en la pelea de cada día me evita pensar en la tristeza de haber perdido a una hija.

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