El textil gallego vuelve con fuerza a Asia, que copa casi la mitad de su producción

Bangladesh disputa el liderazgo proveedor a Portugal y Turquía | Las compras a China se disparan un 90% tras la crisis del COVID-19, un 125% a Camboya y el 192% a India

Imagen de archivo de empleados trabajando en una fábrica en Bangladesh

Imagen de archivo de empleados trabajando en una fábrica en Bangladesh / MOHAMMAD PONIR HOSSAIN

Julio Pérez

Julio Pérez

La Comisión Europea amortiguó el impacto de la liberalización del comercio del textil en 2005 con la imposición de aranceles a 10 categorías de productos made in China para evitar una avalancha en el sector. Costó mucho hacerlo. El Gobierno de Pekín presionó hasta el último momento. “China es un país responsable. Estamos dispuestos a colaborar para una transición fluida”, apuntaba Bo Xilai, su entonces ministro de Comercio, dispuesto a una suspensión en masa de las tarifas aduaneras si continuaban las “acciones unilaterales” de la UE y de Estados Unidos con sus limitaciones. La medida duró unos tres años. Bruselas cambió los aranceles en 2008 por un sistema de “doble vigilancia” –tanto a las licencias de exportación expedidas en China como a las importaciones efectivas llegadas a Europa– sobre los artículos “más sensibles”: camisetas, jerseys, pantalones de hombre, blusas, vestidos, sujetadores, ropa de cama e hilo de lino. En todo ese tiempo, la cuota del gigante asiático en los aprovisionamientos del textil de Galicia pasó del 12% a cerca del 20%. Su meteórico crecimiento fue inversamente proporcional a la evolución del empleo y los pequeños talleres de confección en la comunidad.

El fin de las fronteras al comercio de la moda y sus derivados que tanto benefició a la segunda potencia económica del mundo impulsó la aparición de un montón de competidores todavía más especializados y más baratos por los bajos precios de la mano de obra. India, Pakistán, Bangladesh, Camboya, Vietnam... fueron ganando terreno como armarios del sector, al igual que Turquía y Marruecos. A favor de estos dos últimos está la cercanía. De hecho, ambos países están considerados polos de proximidad para el textil europeo, junto con Portugal. Se notó sobre todo en la pandemia.

La ruptura de las grandes cadenas de suministro y, particularmente, la elevada incidencia de la crisis sanitaria en China y su política de “cero covid” obligaron a las grandes cadenas de ropa y complementos a replantearse sus proveedores y tirar de los vecinos. Hasta el punto de que la industria textil se enfrentó como nunca antes al debate de la relocalización, animado desde las instituciones europeas para cumplir su objetivo de potenciar la industria del viejo continente.

Galicia, cuna española de la industria de la confección y de algunas de las grandes multinacionales, se aferró a Portugal para salvar la producción en 2020. De las fábricas lusas salió el 22,4% de las importaciones de prendas, relegando a la segunda posición a Turquía (21%). China, que en los últimos años superaba el 12% del suministro textil a la comunidad, bajó a tan solo el 9%.

El presunto giro en la deslocalización duró poco. A medida que el coronavirus empezó a dar tregua y se recompuso el tráfico internacional de mercancías, el mapa de suministros del sector textil gallego volvió a su vieja normalidad. Y Asia gana presencia al galope, más incluso que antes de la pandemia.

La zona alcanza una cuota de casi el 50% en las importaciones gallegas de ropa terminada en el primer trimestre de este ejercicio, según los datos que acaba de actualizar la Secretaría de Estado de Comercio: 225 millones de euros de un total de 496,1 millones. Bangladesh, un país que vive por y para la confección de ropa y trata de transformar su industria después del trágico derrumbe de una fábrica en mal estado que mató a 1.134 personas, disputa el liderazgo de la producción externa de las empresas del sector en la comunidad. Sus exportaciones textiles a Galicia ascendieron a 85 millones hasta marzo, un 12,4% más que en el mismo periodo de 2022. Concentra el 17,1% de la cesta de la compra, frente al 17,7% de Turquía (88 millones, un 11% más) y el 18,9% de Portugal (94 millones tras una caída del 0,4%).

Las compras a Francia, Países Bajos, Italia y Bélgica se desploman

China protagoniza el gran salto este año en las ventas a Galicia. Crecen un 90% (74,9 millones), situándose en una cuota del 15,1% que no se veía desde hace muchos años. Las importaciones desde Marruecos, en cambio, bajan un 12% (59,5 millones). Desde Asia destacan también las alzas de Pakistán (15,4%), Camboya (125%), India (192%), Myanmar (53%) y Vietnam (112%). En los socios europeos tradicionales todo son desplomes acusados: un 71% menos de suministros en Alemania; el 94% en Francia; 69% con Italia; 99% de caída en las importaciones desde Irlanda; 95% en el caso de Bélgica; y 94% en Países Bajos. Irlanda; 95% en el caso de Bélgica; y 94% en Países Bajos.

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