La mitad de las empresas constituidas en Galicia ya no supera el primer año de vida

La falta de planes de negocio debilita el emprendimiento ante los giros de la economía | A los cuatro años, solo siguen adelante el 40% de las pymes y el 30% de autónomos

Tienda en liquidación debido a la pandemia.

Tienda en liquidación debido a la pandemia. / MARTA G. BREA

Julio Pérez

Julio Pérez

Detrás del emprendimiento en Galicia hay mucho más de necesidad que de aventura voluntaria. El 70% de las personas que abrieron un negocio en 2021 querían una alternativa “a la escasez de trabajo”, según el último informe del observatorio internacional Global Entrepreneurship Monitor (GEM), liderado en la comunidad por la Universidade de Santiago de Compostela con la colaboración de las de Vigo y A Coruña, la Secretaría Xeral de Universidades, la Consellería de Promoción do Emprego e Igualdade, el Igape y la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG). En esa razón principal coinciden tanto los emprendedores en etapas iniciales como los consolidados. Sí difieren en el resto de motivos. Mientras los negocios ya asentados remarcan la importancia de seguir una tradición familiar (38%) y la creación de riqueza o una renta muy alta (el 19% en ambos casos), los nuevos proyectos valoran cada vez más marcar una diferencia en el mundo (42%). “La pandemia ha puesto sobre la mesa la necesidad de mejorar y fomentar la digitalización de las empresas, lo que ofrece oportunidades para crear nuevas empresas –señalan los expertos del equipo GEM Galicia–, pero también ha tenido un impacto negativo sobre el mercado laboral, lo que fuerza a la búsqueda de oportunidades por cuenta propia ante el empeoramiento de las condiciones de trabajo por cuenta ajena”. Tan forzada es esa búsqueda muchas veces, que el fracaso espera a la vuelta de la esquina.

La demografía empresarial en Galicia entró en números rojos en 2020 y 2021. En el primer año de la crisis del coronavirus, la tasa de nacimientos se situó en el 8,1% y la de mortalidad alcanzó el 9,5%; y el balance empeoró el ejercicio siguiente: 8,8% y 10,4%, respectivamente, como recoge el informe que acaba de publicar el Instituto Galego de Estatística (IGE). La encrucijada se cebó con los negocios más pequeños. Se perdieron unas 2.900 micropymes sin asalariados o, como mucho, dos trabajadores en plantilla. El número de sociedades activas en la construcción bajó en casi 2.100 y en la industria echaron el cierre casi 690 firmas. A pesar del gran impacto de las restricciones de aforo y horarios en comercio y hostelería, el sector servicios ganó 1.000 empresas en Galicia en comparación con 2019.

El brusco giro en la economía por culpa del COVID-19 agravó la tendencia que se veía ya desde hace tiempo en la tasa de supervivencia de las empresas en la comunidad. De todas las constituidas en 2020, únicamente el 50,3% se mantuvo en pie el año siguiente. “Vivimos un momento loco de cambios, de mucha agitación, y es más fácil que una buena idea no salga adelante”, asegura Santiago Lago, catedrático de Economía Aplicada.

Galicia perdió alrededor de 2.900 micropymes entre 2020 y 2021

La incertidumbre difumina lo que en apariencia puede ser un plan viable “porque cambia el escenario y la demanda se desplaza”. “Eso tiene que ver con la pandemia, con la guerra en Ucrania, pero, en general, con los cambios acelerados que se están produciendo”, señala. Más allá de coyunturas, “resulta difícil saber dónde están las oportunidades”. “¿Quién nos iba a decir que las tiendas de alimentación especializada iban a ir tan bien”, recuerda el también director del Foro Económico de Galicia. “Hace falta más emprendimiento que nunca, pero más sofisticado –añade Lago–. Está muy bien tener ánimos, aunque lo fundamental es tener más conocimiento, más formación”.

A los cuatro años, la tasa de supervivencia en las pymes gallegas ronda el 40%. Peor evolución presentan los autónomos. Apenas aguanta el 30% de los que empezaron en 2017. “Es algo muy sencillo y, de verdad, estamos cansados de decirlo”, señala Eduardo Abad, presidente de UPTA. La tarifa plana para los trabajadores por cuenta propia es, en su opinión, “una buena ayuda para poner en marcha actividades económicas, pero una trampa mortal porque no exige absolutamente ningún vínculo de estabilidad”. Su efecto es visible en comercio y hostelería, “dos sectores que llamamos de puertas giratorias porque existe la percepción de que no se necesita un periodo amplio de formación previo”. “Parece que simplemente hay que coger un traspaso y que la gente entrará por la puerta del bar”, afirma, mientras la realidad es bien distinta, “una competencia feroz” que derrumbará el negocio “si no eres capaz y lo suficientemente hábil de tener estructurado el negocio con un plan de empresa con ingresos y gastos, proveedores, Seguridad Social, impuestos”.

La tasa de fracaso en los emprendedores con tarifa plana se dispara al 77%. Entre los que capitalizan el desempleo para arrancar, el porcentaje cae hasta el 22%. “¿Por qué? Porque en el Servicio Público de Empleo tienes que presentar un proyecto que demuestre ciertas garantías”, explica Abad, que deja muy claro que la culpa no es del autónomo. “Son unos auténticos valientes porque sin tener las condiciones que deben para que el negocio funcione –remarca–, se arriesgan muchas veces con el poco capital que les queda para seguir agarrados al mercado laboral”. 

Suscríbete para seguir leyendo