Finsa fue una de las empresas en Galicia que formalizó un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) para sobrellevar las consecuencias del paro convocado por la Plataforma de defensa del transporte de mercancías por carretera para denunciar el elevado precio del combustible durante la segunda quincena de marzo. Se llegó a activar, pero, como sucedió en el resto de negocios que también optaron por esa vía, la cosa no dio mucho más de sí por la rápida reactivación de la cadena logística. Las condiciones pactadas con los representantes de los trabajadores incluían un complemento para salvaguardar el 90% del salario y en ese mismo escenario quieren moverse los sindicatos en el nuevo ERTE que negocian, esta vez por la caída de la carga laboral.

El grupo maderero prevé una merma “de entre el 20% y el 30% de los pedidos” por la difícil coyuntura económica y la subida de precios de los tableros para repercutir el encarecimiento de la energía y los materiales. “El contexto es totalmente diferente al de marzo”, admite Fernando Guillín, delegado de la CIG y presidente del comité de empresa de la fábrica de Finsa en Santiago. La propuesta que hay ahora mismo encima de la mesa extiende el ERTE hasta el 31 de marzo del próximo año y afectaría a todos los efectivos ligados a producción en las cuatro plantas de la compañía en Galicia (Santiago, Padrón, Ourense y Rábade). Son, según fuentes sindicales, unos 1.500 de los más de 3.300 empleados que tiene, incluidos los de Portugal, donde, de momento, no se tomarán medidas.

“La caída de pedidos es evidente. Hoy hubo una actividad relativamente buena, pero la semana pasada fue muy mala”, narraba ayer Guillín. La decisión no sorprendió al personal porque en los últimos meses se han ido sucediendo paradas de producción. “Las posiciones están bastante distanciadas en las dos reuniones que celebrados”, dice.

Esa es la misma sensación de Jesús Fernández, de CC OO en la factoría de Rábade. “Hablamos de un ERTE discontinuo”, señala, sin reparto equitativo de los días de paralización de contrato entre toda la plantilla. Algo que no gusta ni a CC OO ni a USO, muy críticos también con la posibilidad de que los complementos para elevar el 70% del sueldo abonado por la Seguridad Social se otorguen en función de la actividad existente en cada fábrica. “Es injusto que cuantos más días vayamos al ERTE por haber menos actividad –lamentan–, la pérdida económica será mayor por el menor porcentaje que complementa la empresa”.

La facturación de Finsa en 2021 superó los 1.100 millones de euros tras un incremento del 34% en comparación con 2020, el año más duro del COVID-19, y un 21% por encima de 2019.