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Efectos de la guerra

La inflación, un problema global

El incremento de la energía, trasladado luego al resto de la economía se ha convertido en una amenaza para la mayoría de países

El presidente de EEUU, Joe Biden.

EEUU cambia de política monetaria

El presidente de EEUU, Joe Biden, ha decidido liberar reservas estratégicas de petróleo en una escala sin precedentes para paliar los efectos de la inflación. La escalada de los precios se ha convertido en un auténtico dolor de cabeza. La inflación disparada en Estados Unidos a niveles que no se veían desde hace cuatro décadas, con una subida interanual del IPC que alcanzó el 7,9% en febrero, se ha convertido en una carga para los ciudadanos. Es también el factor fundamental para el giro en la política monetaria que ha dado la Reserva Federal, que en su última reunión aprobó la primera subida del precio del dinero desde 2018. Asimismo, la inflación es uno de los mayores lastres que acarrean el presidente Joe Biden y los demócratas de cara a las elecciones legislativas de noviembre, donde está en juego el control del Congreso.

Este mismo jueves, cuando Biden ha anunciado la liberación de 180 millones de barriles de las reservas estratégicas de petróleo para combatir los precios del combustible, uno de los terrenos en que el incremento ha sido más notable y palpable, el Departamento de Comercio ha dado a conocer el dato al que más atención presta la Fed para tomar sus decisiones: el índice de precios de gasto de consumo personal. Este subió el 6.4% en febrero, tres décimas más que enero. Y la tasa subyacente, que excluye alimentos y energía, también subió un 5,4% respecto a febrero del año pasado.

En el espejo retrovisor quedan los meses en que la Administración Biden y la Fed atribuían la inflación a “factores transitorios”. Ahora ya se identifica como algo más problemático y el banco central estadounidense colocó en la reunión de marzo los tipos de interés entre el 0.25 y el 0.5 por ciento. Calculó que realizará seis subidas más en lo que queda de año para dejarlos en el 2%.

Aunque algunos pensaron que con una transición de la compra de bienes a la adquisición de servicios podrían rebajarse las presiones inflacionarias no está siendo así. Y con la subida de salarios que está acompañando al esfuerzo de las empresas por conseguir o retener a trabajadores están elevándose tanto los precios de los servicios como otros elementos que son clave como los precios del alquiler. La inflación en servicios subió en febrero un 4,6%, la más rápida desde 1991.

Francia, menos problemas con la luz

La inflación en Francia ya se sitúa por encima del 4%, según una primera estimación publicada el 31 de marzo por el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (INSEE). Tras alcanzar el 3,6%, la subida de los precios alcanzó el 4,5% en marzo, en comparación con el mismo mes del año pasado. Es decir, la invasión rusa de Ucrania ya se hace notar en casi un punto más, sumado a la tendencia inflacionista previa al conflicto.

Como sucede en el resto de Europa, el fuerte incremento de los precios se debe al alza del coste de la energía, un 28,9% más respecto a marzo de 2021. Pero también subieron en el caso de los productos manufacturados, pasando del +0,8% en febrero al +1,4% en marzo. En el caso del país vecino, esta crisis energética se notó sobre todo en el combustible, mientras que la subida resultó más moderada en el gas y la electricidad.

Gracias al hecho de disponer de una empresa estatal eléctrica (EDF), la administración gala pudo limitar al 4% la subida de la factura de la luz para todos aquellos que se benefician de unos precios reglamentados, una parte significativa de los usuarios (particulares y empresas), aunque no representa la totalidad. Esto ha favorecido que, de momento, la inflación resulte menos espectacular que en España (9,8%) o en Alemania (7,3%).

Sin embargo, debido al aumento de los precios, el salario mínimo en Francia se incrementará de manera automática en mayo entre el 2,4 y 2,6%, según las primeras estimaciones del Ministerio de Trabajo. Una subida inferior a la inflación en un país en que el poder adquisitivo resulta la principal preocupación de la población.

Planta nuclear francesa en el municipio de Nogent-sur-Seine. REUTERS

Reino Unido y la reducción de los envases

En los supermercados británicos, productos de consumo habitual están reduciendo su tamaño. La caja de detergente tiene polvos para menos lavados, los multi paquetes de patatas fritas menos bolsas, y la tableta familiar de chocolate ha disminuido un 10%, de 200 gramos ha pasado a 180. Es la 'shrinkflation', el “encogimiento” del producto para mantener el precio a causa de la inflación.

El coste de la vida se ha disparado en el Reino Unido con el aumento más rápido de la inflación de los últimos 30 años. En los doce meses que concluyeron el pasado febrero, el incremento de los precios fue del 6,2%. Con la guerra de Ucrania y el alza de los costes de la energía, la inflación puede rozar a final de este año el 9%, e incluso superar el 10%, según ha advertido el Banco de Inglaterra (BoE). La respuesta tradicional al aumento de la inflación es la subida de los tipos de interés y el BoE volvió a hacerlo en marzo. Del 0,5% al 0,75%. Era la tercera subida en cuatro meses.

Los apuros de las familias son también los de muchos negocios. En abril finalizan las ayudas para sostener a las compañías durante la crisis del coronavirus, que aún restan. Al mismo tiempo entra en vigor el incremento del 6,6% del salario mínimo, que pasa a 9,50 libras a la hora (11,2 euros). Siguen escaseando trabajadores en tiendas, bares y restaurantes, lo que ha obligado a algunos patronos a subir los salarios hasta un 20%. Al mismo tiempo también aumenta para los empresarios la contribución a la Seguridad Social. La montaña de facturas va a suponer según Martin McTague, presidente del Consejo de Estabilidad Financiera, “el final para el cuarto de millón de firmas que dicen estar al borde del colapso”.

Portugal, por debajo de la media

La tasa de inflación en Portugal ha aumentado un 5,3% en el mes de marzo respecto al mismo período del año anterior. Es la cifra más alta desde junio de 1994, según las primeras estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), aunque todo apunta a que se mantendrá por debajo de la media europea. Al igual que en otros países, la subida del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se debe en gran medida al mayor coste de la energía y de los alimentos no procesados. 

En el caso de la energía, el INE apunta a un aumento del coste del 19,8% respecto al mismo mes del año anterior y a una subida de casi cinco puntos respecto a febrero, cuando se situó en el 15%. El dato de marzo es el más elevado desde febrero de 1991. En cuanto al precio de los alimentos no procesados se ha registrado un aumento del 5,9%, mientras que en el mes anterior esa subida fue del 3,7%.

El primer ministro luso, António Costa, ha insistido esta semana en la necesidad de aplicar nuevas medidas para contener la subida de los precios de la energía, entre ellas la limitación al precio del gas presentada este jueves juntamente con España ante la Comisión Europea. “Necesitamos aplicar medidas de respuesta, a nivel nacional y europeo, para asegurar que no se rompen las cadenas de abastecimiento, para controlar el coste de la energía y de las materias primas y para apoyar a las empresas y a las familias más vulnerables”, ha asegurado Costa este miércoles en la toma de posesión de su nuevo Gobierno. Los datos definitivos sobre el IPC serán publicados el próximo 12 de abril.

El primer ministro portugués, Antonio Costa.

Alemania, como en los años 80

En Alemania, la inflación avanzó un 7,3% durante el mes de marzo y respecto al pasado febrero, según datos preliminares dados a conocer el pasado miércoles por la Oficina Federal Estadística (Destatis). La principal razón es el aumento de los precios de la energía, que crecieron casi un 40% respecto a marzo del año pasado. El inicio del ataque a Ucrania ha disparado los precios de las importaciones fósiles (gas, petróleo, carbón), que Alemania importa fundamentalmente de Rusia. Todo ello, sumado al impacto que ya había tenido la pandemia en la cadena de suministro de algunos productos, genera la situación actual.

La inflación en Alemania no era tan alta desde la década de los 80 del siglo pasado. “Hubo una tasa de inflación similar en el otoño de 1981 y como consecuencia de la primera Guerra de Golfo, cuando los precios del petróleo también aumentaron con fuerza”, apunta Destatis. El Instituto IMK, de la Fundación Hans-Böckler (cercana a los sindicatos), cree que ese aumento de los precios energéticos afectará sobre todo a los hogares. Todo ello también está teniendo un impacto en el precio de los alimentos para el consumidor final.

El aumento de la inflación también ha traído consigo una rebaja de las perspectivas de crecimiento para la economía alemana. El “consejo de sabios” que asesora al Gobierno federal alemán cree que Alemania solo crecerá un 1,8% este 2022, frente al 4,6% que había vaticinado el pasado noviembre cuando la invasión rusa de Ucrania ni siquiera era un escenario verosímil para la mayoría de analistas.

Italia, encadenada a la energía

La inflación de Italia ha escalado hasta una tasa anual del 6,7% en marzo, frente al 5,7% de en febrero, en máximos desde 1991, en máximos desde 1991. El fuerte repunte de los precios en marzo responde a la aceleración de las subidas de la energía y de los alimentos frescos. Así, la tasa de inflación subyacente de Italia, que excluye la volatilidad de los precios de la energía y de los alimentos, se ha situado en marzo en el 2,5%, cuatro décimas más que en febrero.

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