El Celler de Can Roca compraba sus primeros filtros para la depuración de los cloruros y los sulfatos del agua a una empresa de Suecia. No había mucha oferta en aquel momento. El templo de los hermanos más famosos de la gastronomía mundial fue en 2006 el primero de los estrellas Michelin de España en dejar de lado las botellas y tirar del grifo sin renunciar a la calidad en su estrategia de sostenibilidad para “hacer círculos verdes con una mirada mucho más poliédrica y holística de lo que antes era un restaurante: dar de comer y beber”, explica Josep Roca, copropietario y jefe de sala.
A pesar de las peculiaridades de un negocio como este de alta cocina, de las características propias que tiene toda la hostelería y la industria agroalimentaria por su trabajo con perecederos, la necesidad de reducir la huella de carbono es común a todo el tejido productivo, a caballo ahora mismo entre la recuperación pos-COVID y una difícil encrucijada de costes por el encarecimiento de las materias primas, el transporte y, sobre todo, la energía.
“Nuestro objetivo fundamental es acompañar en esta transición”
“La sostenibilidad no es una moda, es una palanca de crecimiento a largo plazo, una oportunidad también en términos de rentabilidad”, remarcó Asunción Álvarez Puerta, directora regional de banca de empresas y corporaciones BBVA Noroeste, durante el encuentro “Fondos europeos: transición energética y recuperación empresarial” organizado por la entidad y Faro de Vigo. Al igual que nadie cuestiona ya la transformación digital, “realmente creemos que ocurrirá exactamente lo mismo con la sostenibilidad en las empresas”. “Quien primero lo haga –añade Álvarez– tendrá una ventaja competitiva fundamental”.
BBVA personifica ese doble salto. Un banco digitalizado y verde. “Por supuesto que nosotros tenemos que estar ahí como partner financiero, pero pensamos que vamos a ocupar un papel muy relevante en el asesoramiento de calidad”, apunta la directiva de la entidad, que ha firmado acuerdos con compañías referentes del sector energético como Acciona o Stratenergy para fomentar las inversiones en eficiencia en las empresas. Más de 110.000 pymes y corporaciones de mayor tamaño utilizaron la herramienta de BBVA para calcular su huella de carbono. Su cartera incluye productos financieros específicamente sostenibles y la opción de ayuda en la gestión de subvenciones. “Tenemos que poner a su disposición toda la capilaridad de la que disponemos con nuestra red de oficinas, que además cuentan con gestores especializados”, apunta Asunción Álvarez, que recuerda la importancia también de “ir de la mano con los organismos públicos, sobre todo los locales”.
"La recuperación se tiene que apoyar en la sostenibilidad"
Después de muchos años de líneas de ayuda para autoconsumo con fuentes limpias y eficiencia, en la Xunta “vemos cómo cada vez más las empresas se preocupan y ocupan su tiempo en buscar soluciones de gestión energética más eficientes”, según Paula Uría, directora xeral de Planificación Enerxética. Los actuales precios de la electricidad sirven de puntilla en la concienciación. El Ejecutivo regional acaba de sumar otros 15 millones de euros a la partida de 16 millones que se agotó para proyectos de eficiencia energética en las industrias. “Se habla mucho de implantación de renovables, que es la apuesta de futuro, pero la eficiencia con soluciones de gestión inteligente y la digitalización son claves para reducir el gasto energético y tener mayor competitividad”, señala Uría.
“No renunciamos a ninguna idea de eficiencia que tenga valor”
Por ese camino avanza Congalsa, una de las empresas gallegas que más exprime las posibilidades de la industria 4.0. Desde 2019 desarrolló con el respaldo de la Axencia Galega de Innovación “un frigorista virtual”. “Un sistema experto capaz de leer 1.500 parámetros cada diez segundos que nos permite mandar órdenes a los compresores para generar con cada vez menos kilovatios de electricidad, más kilovatios de frío”, detalla Eric Larguet, director técnico de la compañía.
La transición energética está muy presente en Congalsa desde hace dos décadas, tomando medidas de ahorro de consumo en iluminación y con la instalación de fotovoltaica. Su forma de entender la sostenibilidad es “global”, pensando también en el acceso a los recursos, lo que les ha llevado a ser empresa tractora de la Fishery Improvement Project (FIP) para, entre otros proyectos, lanzar un plan de acción en la pesquería del calamar gigante en Perú junto a pescadores y comerciantes locales.
El uso del agua de grifo para los servicios en mesa es solo “un guiño” más del Celler de Can Roca en su planteamiento de “reutilizar, reciclar, recuperar cultivos antiguos, de acelerar la idea de proximidad”, entendido todo “con la responsabilidad, el código ético, la eficacia y la eficiencia energética”. El restaurante tiene su propio huerto. Con el típico poliestireno blanco de las cajas de pescado se elaboran taburetes, bolsas de vacío, incluso delantales, y los posos del café se destinan a compostaje. Para evitar el cemento en una construcción de 400 metros cuadrados emplearon piedra seca procedente de Cataluña, Escocia y Galicia. Sostenibilidad con conciencia “ecológica, ecuménica y económica”, según Josep Roca. Lo más importante es ese salto y darnos cuenta de que debemos hacer el cambio de manera urgente –continúa–. Se agota la vida del ser humano en la Tierra”.
Para allanar el camino, el copropietario del premiado restaurante apela “a la información y el conocimiento” que aporta BBVA, como un factor “indispensable” a la hora de “completar trámites y poner puentes”. “Estamos en un momento único con las ayudas que está ofreciendo la UE a través del Next Generation y el resto de fondos para poder afrontar estos cambios productivos y acometer la eficiencia energética”, señala Asunción Álvarez, convencida de que hay ayudas en el mercado y las empresas son sensibles para “hacer un esfuerzo”para “los cambios productivos”.
“Lo que nos encontramos es que no siempre tienen muy claro qué proyectos realizar, qué ayudas pueden surgir para desarrollarlos o como acceder a ellas. Necesitan asesoramiento –continúa Álvarez–. De lo que sí estamos seguros es que aquellas empresas inmersas en todo este proceso de transición ecológica van a tener acceso a una financiación en mejores condiciones económicas. Cada vez somos más entidades las que incorporamos los criterios de sostenibildad en nuestras decisiones de riesgo, de inversión y en el abanico de productos”.
Paula Uría recuerda que existen ya líneas activas a cargo de fondos europeos en movilidad, como el Moves 3 para la adquisición de coches alternativos a la combustión o el Moves Singulares para proyectos innovadores. La Xunta impulsó una ventanilla en el Igape para ayudar a las empresas a identificar qué tipo de ayudas podrían recibir mientras maduran sus planes. “Tenemos abiertas ayudas a empresas de 19,8 millones para autoconsumo con fotovoltaica, minieólica y almacenamiento y próximamente se activarán para particulares y asociaciones”, avanza la directora xeral.
“La recuperación económica, el crecimiento empresarial y, por supuesto, la generación de empleo –incide– se tienen que apoyar en la eficiencia y la sostenibilidad”
“Para nosotros es una línea de acción que lleva ya muchos años y va a perdurar, sin renunciar a ninguna idea, ninguna opción, ni ningún proyecto que tenga sentido”, afirma el director técnico de Congalsa. “Es que esto ha venido para quedarse –coincide Josep Roca–. Tenemos que plantearnos un cambio de paradigma porque todos estos detalles van a reforzar los cimientos y los valores de las empresas en un mercado competitivo”. “Quiero trasladar la idea de que tenemos que trabajar conjuntamente sector público y privado para eliminar incertidumbres –concluye Asunción Álvarez–. Desde BBVA lo haremos para dar un asesoramiento de calidad en nuestro objetivo fundamental de acompañar a nuestros clientes en esta transición”.
