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La construcción gallega exprime la vivienda “premium” y tensa aún más los alquileres

Imagen de fondo: trabajos de demolición en el Barrio do Cura donde se proyectan varias edificaciones Marta G. Brea / FDV

Lúa, Estrela y Ardora se levantan sobre las ruinas del asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Vigo, un lugar privilegiado por las espectaculares vistas al mar, donde durante más de un siglo convivieron las monjas, familias asentadas en pequeñas casas de piedra con huerto y una de las mejores panaderías de la ciudad. Con ese guiño a las raíces, el fondo Autonomy Global Opportunities bautizó los tres edificios diseñados por el arquitecto Alfonso Penela para resucitar el Barrio do Cura después de 20 años de abandono. Habrá 265 viviendas de una, dos, tres y cuatro habitaciones. Al otro lado del teléfono, el comercial de Gestilar, la empresa promotora junto con Autonomy, dice que los pisos más pequeños están a punto de agotarse. En la web ya no queda ni rastro. “En los de cuatro hay bastantes aún”, indica. El más barato que da la ría es un 1º por 535.000 euros. Un 8º escala a 900.000. El proyecto ejemplifica la tendencia de la promoción inmobiliaria en las principales ciudades de Galicia, volcada en el segmento premium para la creciente demanda de clientes de alto poder adquisitivo que buscan una vivienda mejor tras la experiencia del confinamiento o una alternativa segura a los depósitos bancarios con el ojo puesto en la suculenta rentabilidad del alquiler.

“Todo lo que sale al mercado se vende”, asegura Javier Carballeda, gerente de la Asociación de Constructores de Pontevedra. Van casi 12.800 viviendas comercializadas en Galicia entre enero y agosto, un 40% más que en el mismo periodo del pasado año, según el balance publicado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Desde 2010 no se alcanzaba una cifra semejante. La pandemia pasa de puntillas por el sector. Cerró, como el resto de actividades no esenciales, en el inicio de la primera ola, pero en su caso el rebote fue casi instantáneo, animado por las obras de mejora y rehabilitaciones a gran escala. “De hecho –recuerda Carballeda–, en las nuevas promociones hay muchos edificios recuperados en el centro de las ciudades que, precisamente por su ubicación, son zonas de precios elevados”.

Y tanto. El Residencial Alfonso XIII, otras de las rehabilitaciones estrella en Vigo, oferta pisos de 3 habitaciones “desde 400.000 euros”. En la treintena de promociones en marcha o recién acabadas no hay ninguna con viviendas por debajo de los 100.000 euros. Ni siquiera apartamentos de una sola habitación, por los que se piden incluso 200.000 y 300.000 euros, Lo mismo sucede en A Coruña. Los pisos con un único cuarto no bajan de los 154.000 euros en las promociones nuevas. En Pontevedra hay una excepción a 99.000 euros; y en Santiago se venden a partir de 166.000.

El metro cuadrado de vivienda a estrenar en la comunidad se encareció un 3,4% en el último año, hasta los 1.373 euros. En las provincias de Pontevedra y A Coruña supera los 1.500 euros con subidas por encima del 5%, según el Colegio de Registradores. Pero los tipos de interés sí siguen en mínimos históricos, desincentivando los depósitos convencionales en los bancos y, a la vez, un incentivo para hipotecas baratas.

“Estamos en un momento en el que los bancos son muy proactivos en las operaciones a 25 o 30 años con un diferencial del 0,75-0,80%”, explica Diego Esquer, director territorial Noroeste y Baleares de la consultora Gesvalt. La cuota mensual de un préstamo para un apartamento de 150.000 euros se situaría en 425 euros, “una tasa de esfuerzo más baja que el alquiler”. El problema es que las entidades financian alrededor del 76% del coste. La entrada de ese piso ascendería a unos 36.000 euros. La prueba de que el mercado en Galicia se está moviendo con clientes desahogados e inversores es el gran porcentaje de compras en mano: el 53% del total.

Las viviendas que entran en el mercado del alquiler consiguen rentabilidades “del 3%, 4% o 5%”, indica Santiago Lago, catedrático de Economía Aplicada. “Es una inversión muy atractiva”, subraya el también director del Foro Económico de Galicia. Y la pescadilla que se muerde la cola. Los precios de los arrendamientos batieron en agosto su enésimo récord en la comunidad: 455,8 euros de media mensual, según el Instituto Galego de Vivenda e Solo (IGVS). Desde 2015 acumulan una subida del 25%. En Vigo y A Coruña saltaron hace meses la barrera de los 500 euros. “En la problemática de la demanda, de lo que se trata es que la gente acceda a un sitio en condiciones a un precio razonable –afirma Lago–. Y para eso hay que intervenir con un parque público de viviendas en alquiler en las ciudades con problemas”. ¿Y cuántas hay en Galicia? Alrededor de 3.500, el 0,35% de las viviendas principales en la comunidad. “Los concellos deben trabajar con las comunidades para identificar las zonas de presión y actuar urgentemente”, pide Lago, convencido de que es fundamental tanto la seguridad jurídica de los propietarios como gravar más los pisos vacíos.

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