Los 35 de años de historia en España de las sociedades de inversión de capital variable, conocidas popularmente como sicavs, se parecen mucho al cuento de “Pedro y el Lobo”. Es casi imposible saber cuántas veces el gobierno de turno propuso una reforma en el funcionamiento o de su ventajoso régimen fiscal tras la incorporación de este tipo de instituciones al marco jurídico del país tras la firma del Tratado de Adhesión a la Comunidad Económica Europea en 1985, sin que en ninguna de las ocasiones la cosa pasase de un simple anuncio. Lo más parecido a un cambio de calado fue la inspección masiva de la Agencia Tributaria en 2004 bajo la sospecha de que una parte importante de ellas eran simples herramientas de los grandes patrimonios para reducir su carga tributaria, alejadas del espíritu de inversión colectiva previsto en la normativa. El Tribunal Económico-Administrativo Central anuló las sanciones porque la supervisión de las sicavs es en exclusiva de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Esa es, precisamente, una de las modificaciones en las que trabaja el actual Ejecutivo. La futura ley antifraude pasa la competencia a Hacienda, que será la encargada de decidir si la sociedad puede seguir aplicando el 1% por el Impuesto de Sociedades o pagar el 25% del tipo general, además de exigir una cuota mínima de 2.500 euros a cada socio. El aviso del lobo esta vez parece ir en serio con el goteo de liquidaciones en las últimas semanas. Entre las sicavs desaparecidas hay varias vinculadas a millonarios de Galicia. Las que siguen adelante de momento parecen inmunizadas a la grave crisis económica provocada por el COVID-19.
La inmensa mayoría de las sicavs lideradas y participadas por los grandes inversores de la comunidad cerraron el pasado 2020 con un resultado sorprendente a la vista de lo que está cayendo en la economía de medio planeta. Rentabilidad al alza e, incluso, por encima del 5%, hasta el punto de que algunas de ellas firman el mejor año en mucho tiempo. ¿Cómo es posible? En el balance enviado a la CNMV por Moterfin, entre cuyos accionistas está el empresario vigués Modesto Rodríguez Blanco, hay algunas pistas. “Acaba un ejercicio dramático en términos humanos y económicos, pero que se salda en los mercados financieros con resultados en general positivos –señalan los responsables de la sicav–, descontando el inicio de un nuevo ciclo apuntalado por unas políticas monetarias y fiscales muy expansivas, y en el que la revolución digital y la sostenibilidad están creando grandes oportunidades de negocio”.
En el caso de Moterfin, con un patrimonio de casi 36 millones de euros, la rentabilidad acumulada en el ejercicio fue del 5,52%. Los bonos protagonizan la cartera de la sociedad, con 208.000 euros de una emisión de Abanca, títulos del Instituto Catalán de Finanzas y de Castilla y León, y un reparto diversificadísimo en sectores y territorios de la renta fija privada cotizada. El líder de Fincas del Noroeste y exconsejero de Fadesa tiene otras dos sicavs. Cibrán, con un patrimonio de 32,3 millones y una rentabilidad en 2020 del 0,34%; y Solainainvest, que guarda 13,7 millones y es una de las pocas excepciones de números rojos: -2,4%. Aún así, como en las otras dos firmas, sus gestores tienen “esperanzas de un 2021 de recuperación”.
“El primer trimestre de 2021 posiblemente continúe suponiendo un desafío para la economía mundial. Es probable que datos económicos decepcionantes coincidan con las continuas restricciones relacionadas con la pandemia”, apuntan los analistas de Soandres (322,9 millones de euros), la sicav de Sandra Ortega. El patrimonio aumentó en más de 15 millones tras una rentabilidad del 5%, gracias principalmente al gran rendimiento, superior al 10%, de las acciones de la sicav en valores asiáticos. Mantendrá “una estrategia conservadora”. “Si bien las medidas de estímulo desplegadas han sido extraordinarias y el anuncio de la vacuna ha generado cierto optimismo en los mercados –apuntan los gestores–, las dudas con respecto a la velocidad a la que se pueda distribuir la dosis necesaria para alcanzar inmunidad sigue sin dar suficiente certeza en cuanto a plazos para la recuperación completa de la economía mundial”.
Las dos sociedades de inversión colectiva apadrinadas por Luis Fernández Somoza repiten como en años anteriores entre las de mejor resultado. Guntín sumó cerca de siete millones de patrimonio –llega a los 125,8 millones– y una rentabilidad del 5,83%. Entre sus principales apuestas en territorio nacional está la energía. El valor principal es Iberdrola (2,2 millones de euros en acciones), tiene títulos de Endesa, Fersa, Enagás, Holaluz y Naturgy, e incluso 287.000 euros en capital de la gallega Greenalia.
El incremento en Currelos fue del 5,6%. Roza los 70 millones de euros en inversiones, otra vez con la multinacional presidida por Ignacio Sánchez Galán a la cabeza en cotizadas españolas y 1,4 millones de euros en títulos de Inditex. Sigue en cartera una participación residual de 11.000 euros en Pescanova S.A. “Nuestro escenario central es que la economía global se consolide, según avance 2021”, opinan los responsables de la sicav, que destaca la “red de seguridad de estímulos fiscales y monetarios cada vez más tupida” y “varias vacunas efectivas que tarde o temprano permitirán alcanzar la inmunidad total”.
Susak, brazo inversor de Ceferino Nogueira, comunicó el 11 de noviembre su transformación en sociedad anónima. El expresidente de NCG y antiguo número dos de Inditex, José María Castellano, optó por el cierre de Carivega. Lo mismo que hizo el también ex director general del gigante textil, Juan Carlos Rodríguez Cebrián, con Río Nora. El empresario coruñés mantiene activas Vivero (20,4 millones de euros) y Silleiro (15,7 millones), que elevaron su rentabilidad el año pasado un 5,4% y un 5,3%, respectivamente. Jogami, ligada a Josefa Ortega, alcanzó un patrimonio de 8,7 millones y una rentabilidad del 6,5%, mientras que Escaribel, la otra sicav de la hermana del fundador de Inditex, recortó sus rendimientos un 8,7%.
