Pocas dudas tienen los analistas de que la venta del TSB, la filial británica del Banco Sabadell, será a pérdidas. La necesidad del banco vallesano de desprenderse de ese activo, tras el fiasco de la integración con el BBVA, para mejorar sus ratios de solvencia y cambiar el rumbo de su estrategia empresarial, pone en situación de desventaja al vendedor con respecto a los posibles compradores. Así lo asume la dirección del banco, que da por hecho, sin embargo, que las pérdidas que pueden generarse con la venta y su efecto en el capital quedarán compensadas al quitarse del balance el activo.

En el ánimo de la entidad financiera se asume que vender el banco por encima de los 300 millones de euros le permitiría un balance positivo en capital, apuntan algunos analistas, pese a la pérdida contable que supondría desprenderse a ese precio de un activo que costó 2.300 millones cuando fue adquirido en el 2015. La sociedad de análisis Fidentis, por su parte, precisa que el banco debería ser vendido por más de 400 millones para evitar pérdidas de capital. Pero el Sabadell estaría pensando en ingresar entre 800 y 1.000 millones de euros por esta operación, lo que generaría una mejora de capital CET1 de unos 30-60 puntos básicos.

Costó sangre, sudor y lágrimas al banco, pero al menos –se reconoce ahora–, esa avanzada plataforma tecnológica resulta de interés para los challengers (los bancos pequeños que desafían la supremacía de los HSBC, Halifax, RBS, Barclays, Lloyds o Santander en el Reino Unido) que pueden tener interés en participar en el proceso competitivo que abrirá el Sabadell para la venta de su filial.