La próxima semana será crucial para el futuro de la alianza francojaponesa Renault-Nissan-Mitsubishi, que ha pasado en tiempo récord de ser objeto de estudio en el sector de automoción por su capacidad de adelantarse a los saltos tecnológicos y a la necesidad de asociarse para competir como actor global a convertirse en un gigante del motor con pies de barro. El consorcio, y las tres empresas por separado, desvelarán sus planes para una reestructuración con la que aspiran a hacer frente a las pérdidas y al nuevo escenario postCovid-19 y de la que ya empiezan a conocerse detalles, como es la supresión de 20.000 trabajadores en Nissan, el 15% de su fuerza laboral; o el posible cierre de cuatro fábricas entre España (Nissan Barcelona) y Francia. El propio Estado galo, en boca de su ministro de Economía, reconoce que Renault "se juega su supervivencia" y "puede desaparecer por la crisis", para lo que está negociando un préstamo urgente de 5.000 millones de euros.

Nissan

La compañía japonesa estudia la posibilidad de reducir su fuerza laboral en Europa y en diferentes economías emergentes, al tiempo que está racionalizando sus operaciones industriales, afectadas por la situación actual del mercado. Después de la fuerte crisis corporativa vinculada con el caso de Carlos Ghosn, su anterior presidente, acusado en Japón de diferentes delitos fiscales, Nissan se enfrenta ahora a la del coronavirus, que le ha obligado a suspender la producción en sus plantas en Japón y fuera del país. La firma anunció el pasado mes de julio su intención de reducir su capacidad de producción global en un 10% y que llevaría a cabo un recorte de plantilla de 12.500 personas para 2022.

En España, la marca asiática opera dos plantas de producción, en la Zona Franca de Barcelona, donde fabrica los modelos Navara, NV200, e-NV200 y Renault AlasKan, y en Ávila, donde ensambla el NT400 Cabstar. En total, emplea a unas 4.000 personas. Fuentes del sector dan por hecho que la factoría catalana será sacrificada, lo que afectará a 3.000 trabajadores directos y unos 20.000 indirectos. Según el Nikkei y Reuters, su producción sería trasvasada a varias fábricas de Renault en Francia. Tampoco es la primera vez que el futuro de esta factoría está en cuestión. La propia dirección de Nissan reconoció al comité de empresa que no hay garantías de que se puedan proteger los empleos en Europa.

La firma del rombo

En Renault, uno de cuyos principales accionistas (15%) es el Estado francés, la cosa no pinta mejor. El ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, reconoció ayer la grave situación que vive la compañía automovilística debido a la crisis del coronavirus y llegó a asegurar que "se juega la supervivencia" y "puede desaparecer".

En dos entrevistas en Le Figaro y Europe1, La Maire advirtió que tanto Renault otros grandes constructores industriales "pueden desaparecer", por lo que el fabricante de vehículos "se juega su supervivencia". El ministro recordó que el grupo automovilístico pretende solicitar un préstamo con garantías estatales por importe de 5.000 millones de euros, que todavía no ha sido firmado.

Para llevar a cabo esa transacción, el Ejecutivo le reclama "compromisos" en tres direcciones: el vehículo eléctrico, el respeto de las compañías auxiliares y la localización en Francia de sus actividades tecnológicas más avanzadas. Estas declaraciones se producen justo unos días después de que saliese a la luz que Renault estaría planeando cerrar tres fábricas ubicadas en Francia como parte de su reestructuración para hacer frente a la crisis del Covid-19.