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Dos gallegos y una pesadilla de casi 150 días en Manila

Patricia Viqueira, Pedro D. Esteban y otros 13 tripulantes están abandonados casi sin víveres y sin combustible en el gasero "Celanova"

Una tripulación formada por 15 personas a bordo del gasero español Celanova vive totalmente abandonada en Manila. El buque se averió y desde el pasado 17 de diciembre permanece amarrado en la bahía de la capital de Filipinas, sin posibilidad de llegar a tierra por sus propios medios. Una pesadilla de casi 150 días, con escasez de víveres y combustible (se les agotó ayer, por lo que ahora carecen de electricidad), que viven los únicos españoles enrolados, los gallegos Patricia Viqueira (de Carballo) y Pedro D. Esteban (este último de adopción, es natural de Alicante). "¡Que se acabe esto ya!", decía hace solo cinco días la joven coruñesa en una de las ocasiones en las que se pudo conectarse a internet. La Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF, en inglés), está intentando lograr una solución con Luz Baz, coordinadora en España, trabajando a destajo. "He llevado casos complicados, pero este es el paradigma de la negligencia e incompetencia de todas las partes implicadas", lamenta la también gallega afincada en Vigo mientras trabaja "a contra reloj" con sus compañeros en Filipinas para intentar dotar de víveres al barco.

Según explican desde la federación, el gasero construido en 2003 por el astillero vigués Hijos de J. Barreras es el único que compone la flota de Globalgas SA, la armadora a la que acusan de ser "sobradamente conocida en el sector por su maltrato a los tripulantes que han pasado por el barco". De los 15 integrantes del Celanova (una de las pocas excepciones en la marina mercante nacional) y la legislación solo permite que el 50% de la tripulación sea extracomunitaria.

El pasado 7 de diciembre el buque perdió el timón al sufrir una avería y diez días después fondeó en la bahía filipina. Desde el 21 de febrero la ITF trata de lograr una solución. "Algunos tripulantes están a bordo desde agosto, otros embarcaron en noviembre. A todos se les adeudan varios meses de salario, a algunos incluso siete nóminas", comenta Luz Baz.

Entre sus delegaciones en España y Filipinas, la federación intenta por todos los medios que se posibilite una llegada del barco al puerto. "Llevamos solicitando el atraque por razones humanitarias y de sanidad a través de la ITF de Filipinas, pero el país lo condiciona a que se contrate un remolcador", comenta Baz. Algo que, en estas circunstancias, la tripulación no puede asumir. "Están trabajando mucho para sacarnos de aquí", comenta Viqueira sobre la ITF a través de redes sociales, por las que ayer no pudo contactar con este periódico al no disponer de batería.

Y mientras, la situación se agrava cada día. Las imágenes enviadas por la tripulación muestra basura acumulada a bordo o noches oscuras en los que la falta de electricidad impide a los tripulantes algo tan simple como cargar los móviles. "Y aún por encima ahora hay problemas de abastecimiento de agua dulce en Manila", lamenta Baz. Estas dificultades hacen que se vea comprometida "seriamente" tanto la seguridad como la salud de las 15 personas, agotadas "tras haber sufrido durante meses una enorme tensión".

Venta del buque

Según indica la ITF, al barco se le considera abandonado en virtud del Convenio sobre el Trabajo Marítimo de la OIT (Organización Internacional del Trabajo). La norma obliga a la contratación de una garantía financiera para casos, pero su proveedor American P&I Club no interviene hasta el atraque del buque, algo imposible en la situación actual.

Para Baz, la mejor solución "es la venta del barco", algo a lo que accedería Globalgas, "pero tiene una hipoteca naval con Abanca, que bloqueó toda oportunidad de venta y de que la tripulación pueda cobrar una parte". "Obliga a la tripulación a confiar en el seguro de garantía financiera y/o el embargo del buque", explican desde la ITF.

¿Y el Gobierno? "La Administración española se ha ido moviendo, últimamente de forma cada vez más ágil, pero la realidad es que por ahora el barco sigue fondeado", explica la coordinadora española de la ITF. Un fondeo que dura exactamente 149 días.

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