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JUICIO DE PESCANOVA

Damm tacha a Sousa de estafador: "Nos engañó; no había manera de echarlo"

Carceller, cuya empresa perdió 40 millones, acusa al expresidente de crear una "estafa piramidal" -"La única manera de evitar la liquiadación era quitarlo de Pescanova", declara

José Carceller, ayer en la Audiencia Nacional.

A ojos de cualquier inversor Pescanova era un dulce. "Estaba muy diversificada, era industrial, tenía un marcón", relató ayer en la Audiencia Nacional el exconsejero en representación de la cervecera Damm en la compañía, José Carceller.

Ninguna otra pesquera del mundo tenía una estructura semejante. Al margen de una flota inmensa -rozó el centenar de efectivos-- con derechos consolidados en auténticos vergeles del mar (Namibia, Mozambique, Argentina o Chile), contaba con una red de producción envidiable. Y plantas acuícolas, claro, a las que llegó a destinar más de 830 millones de inversión en escasos cinco años. Le permitía disponer de un portfolio de productos propios más heterogéneo que gigantes como Marine Harvest (salmónidos), Charoen Popkhand (langostino) o Stolt (rodaballo). Tenía de todo.

En 2011, cuando la extinta Novacaixagalicia decidió vender su paquete accionarial (25%), Damm lo tuvo claro y se convirtió en socio. "Su gestor tenía prestigio, era un gurú". Carceller tardó poco más de un año en retirar ese calificativo sobre Fernández de Sousa. Este jueves, durante su declaración como testigo en el juicio que investiga la quiebra, lo tachó de estafador. "Creó un esquema Ponzi en Pescanova". La firma catalana llegó a invertir más de 40 millones en el holding: recuperó 58.455.

Carceller trazó casi los mismos argumentos que habían expuesto François Tesch (Luxempart) o Peter M. Yu (Silicon Metals Holding). Los tres entraron a la vez en el capital, todos gracias a la salida de la antigua caja fusionada y en paquetes casi iguales. "Quiso partirlo [en referencia al 25% de NCG y en alusión a Sousa] para seguir controlando el consejo", apostilló. "En esa compañía nadie hacía nada sin contar con el presidente".

De pasar de una previsión de beneficios de 36,6 millones en 2012, según el borrador de cuentas, surgió una súbita e inesperada crisis de liquidez. De tener dinero en caja por más de 144 millones a 31 de diciembre a no contar con 15 para afrontar un vencimiento de deuda dos meses después. De ser una referencia mundial a no valer "nada".

El exconsejero de Damm aportó a la sala un relato más dinámico y crudo que los de Tesch y Yu -la mediación de los traductores no ayuda-, hasta coloquial. "Aquello era kafkiano. '¿Pero qué está pasando aquí?' No entendía nada".

En realidad, como se demostró después, Pescanova SA escondía pérdidas por casi 700 millones y una deuda de 3.650, a una distancia sideral de los "en torno a 800" que creía Damm. Dada la "opacidad" del propio Sousa y sus directivos, tardaron demasiado tiempo en saber la verdad. Ya era tarde para mitigar las pérdidas: Damm, Luxempart y Silicon se dejaron más de 100 millones de euros en la multinacional.

El secreto de la deuda

A lo largo de dos últimas sesiones del juicio -en la sección cuarta de la Audiencia Nacional, en San Fernando de Henares- ninguno de los testigos había capaz de exponer dónde estaba el secreto para ocultar tanta deuda o disponer de tal volumen de financiación bancaria sin mover una caja de pescado, como sucedió con las empresas instrumentales.

Uno de los directivos de Silicon Metals, Gregory Armstrong ayer, aportó una pista. "Durante la consolidación, la deuda real se reducía con activos ficticios o, cuanto menos, dudosos. Eso no es una práctica aceptada en ningún sitio". Y, condenó, "claramente lo habían hecho conscientemente, estaba claro que eso era un delito". Buena parte del antiguo equipo de dirección investigado ha defendido que la auditora BDO era conocedora de estos manejos y que, en todo caso, fue la propia banca la que hizo dispararse la deuda al empezar a adelantar los plazos de vencimiento. "A mí se me habló de un método para esconder la deuda", ratificó Armstrong en referencia a Sousa, y a preguntas del letrado defensor de éste.

El papel de Damm en Pescanova SA trascendió a la etapa Sousa. De hecho fue Carceller el que pidió la retirada de los poderes del expresidente antes de su dimisión, en 2013, por la imposibilidad de convencerlo para que marchara. "Me cuesta ver algo positivo en alguien que me ha estado engañando de esta manera. Yo estaba '¡Manuel, vete!', pero no había forma. La única manera de evitar la liquidación era quitar a Sousa de Pescanova. Y se salvó todo lo que se podía, pero no gracias a él".

A punto estuvo la cervecera de erigirse con el control de la multinacional durante el proceso concursal, en el que diseñaron una propuesta de convenio finalmente asumida por los bancos. Para las entidades financieras -querían recuperar al menos mil millones de la deuda, y el plan de Damm solo les garantizaba 700- era una propuesta demasiado lesiva. De comprar a 30 euros la acción los Carceller se deshicieron de su participación, cinco años después, a tres céntimos.

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