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España pierde el tren de las baterías

La falta de previsión deja al país y a Vigo fuera del proyecto para crear un consorcio europeo de componentes del coche eléctrico

Trabajadores de PSA-Vigo, en el taller de montaje de baterías para los coches eléctricos. // Víctor Cameselle

España ha perdido un tren al que le costará muchísimo volver a subirse y que afecta de lleno a un sector clave para su economía como es la industria del automóvil. La falta de previsión del Gobierno ha dejado al país -y por extensión, a Vigo- fuera del proyecto que encabezan Francia y Alemania con otros cuatro países para formar un gran fabricante europeo de baterías y otros componentes para el vehículo eléctrico capaz de frenar el avance de China en este sector. La propia Comisión Europea (CE) acaba de aprobar que este grupo de Estados miembros destine 3.200 millones de euros en ayudas a lo que ya se conoce como el "Airbus de las baterías", con el objetivo de movilizar inversiones privadas superiores a los 5.000 millones de euros. El Ejecutivo trata ahora de salvar los muebles tratando de atraer a una compañía china de baterías, una inversión milmillonaria que, según fuentes del sector, está hoy más cerca de los países del Este que de España y por la que se ha llegado a postular Vigo de la mano del Concello y la Zona Franca.

En esencia, con este proyecto los principales países fabricantes de automóviles de Europa, con la única excepción de España, pretenden acabar con la hegemonía de China en la producción de células de ion-litio para las baterías de los coches eléctricos e híbridos, anticipándose al cambio que se avecina en un sector -según la consultora BCG, la mitad de los vehículos que se comercialicen en 2030 estarán de algún modo, electrificados- que genera cientos de miles de puestos de trabajo y puede considerarse sistémico en lo que se refiere a innovación y desarrollo y motor de exportaciones. Y como espejo en el que mirarse -y uno de los principales casos de éxito y colaboración en el ámbito comunitario-: Airbus, hoy por hoy el primer fabricante mundial de aviones por delante de la estadounidense Boeing y cuyas fábricas están repartidas por toda Europa, incluida España.

Lideran la iniciativa Alemania y Francia, con ayudas públicas aprobadas por Bruselas de 1.250 y 840 millones de euros, respectivamente. Pero también participan Italia (570 millones), Polonia (240), Bélgica (80), Suecia (50) y Finlandia (30). Los siete países aportarán en fondos públicos 3.200 millones de euros pero se espera que la iniciativa privada movilice otros 5.000 millones para la construcción de instalaciones y equipamiento, pero sobre todo para I+D. Por la parte francesa, encabezan el proyecto la compañía de baterías Saft y el que pronto será con FCA el cuarto mayor constructor de automóviles del mundo, Grupo PSA, que es además el mayor fabricante de coches instalado en la Península, con cuatro fábricas: Vigo, Madrid, Zaragoza y Mangualde (Portugal).

El Gobierno no ha sabido aprovechar la oportunidad que representa la cercanía de PSA ni ver lo estratégico de subirse a tiempo al tren de este "Airbus de las baterías", que ya tiene pactada la apertura de sus dos primeras fábricas en Francia y Alemania. España en cambio, pese a ser el segundo país de la UE en el ranking de productores de coches y uno de los más beligerantes en la demonización de los motores de combustión y la promoción del coche eléctrico, no solo está fuera del proyecto sino que además, contraviniendo la filosofía de sus socios comunitarios que quieren plantar cara a China, se ha propuesto como alternativa atraer a un gran fabricante de células de ion-litio de ese país.

El Ministerio de Industria que capitanea Reyes Maroto ha puesto la alfombra roja al consorcio EV100, que promueve la construcción de la cuarta fábrica de baterías china en Europa, con una inversión asociada de entre 800 y 1.000 millones de euros. Y lo mismo los gobiernos autonómicos de Aragón, Castilla y León, Extremadura, País Vasco y Cataluña. En el caso de Galicia ha sido Vigo, de la mano del Concello y el Consorcio de la Zona Franca, la que se ha posicionado para acoger esta inversión, ofreciendo terrenos (dentro del propio municipio y en la Plisan) y la experiencia de un territorio altamente especializado tanto en la fabricación de coches -gracias al Grupo PSA- y componentes como en I+D de la mano del CTAG y otros centros tecnológicos.

No obstante, España fue solo una parada dentro de la ronda de visitas del consorcio EV100 por Europa y, según fuentes del sector, la cuarta planta china de células de ion-litio está hoy más cerca de los países del Este que de España, que seguirá, salvo milagro, sin subirse al tren de las baterías.

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