La industria gallega está acostumbrada a observar desde la distancia, y a sentir en carne propia, cómo el Gobierno de Pekín es capaz de alterar cualquier pulso con regueros de subvenciones públicas, incluso en la construcción naval. También ha visto alumbrar el mayor astillero del mundo, surcoreano, fruto de la fusión -con fondos del Estado mediante- entre Hyundai Heavy Industries y Daewoo Shipbuilding. Con una enorme capacidad instalada, el naval asiático devoraba volúmenes, construyendo buques con precisión y cadencia fordista; barcos de gran dimensión y CGT (arqueo bruto compensado) pero con menor complejidad técnica. Hasta ahora, que se ha metido de lleno en un segmento, el de los pedidos altamente especializados, en el que Galicia era y es potencia. "Es una amenaza para nuestra construcción naval", advirtió ayer el presidente de la Asociación Clúster del Naval Gallego (Aclunaga), durante la presentación del plan estratégico Visión 2030 de los pequeños y medianos astilleros. Un documento que concluye que el único mecanismo para hacer frente al tsunami asiático es la tecnología. La misma receta que aplicó la automoción, por ejemplo, ante el envite de Portugal o Marruecos. "Es imprescindible apostar por la innovación, con astilleros inteligentes", expuso la directora general de la Axencia Galega de Innovación de la Xunta (Gain), Patricia Agerey.

Aunque el naval asegura que no dispone de los mismos instrumentos para cofinanciar el esfuerzo que conllevará el adaptar los astilleros a la robotización, digitalización, la utilización de nuevos materiales o la formación y reciclaje de las plantillas. "El reto tecnológico tiene que venir acompañado sí o sí de una cualificación profesional con calidad suficiente, es esencial. Todos los programas de incentivo de formación que podamos utilizar son imprescindibles, y habrá que adecuarlos a la realidad del mercado", resumió Freire. La posición de partida de Galicia no es fácil en comparación con los apoyos que sí existen en Holanda -que impulsó la demanda contra el viejo tax lease-, República Checa o Alemania. "En otros países de la UE se disponen de grandes volúmenes de financiación a fondo perdido", agregó Eva María Novoa, directora general de la Fundación Soermar, impulsada por los propios astilleros y artífice del plan estratégico. "Las ayudas que ofrece España tendrán que redefinirse", advirtió.

En los astilleros -ayer asistieron a la presentación representantes de Barreras, Freire, Cardama, Armón, Metalships o Vulcano, además de firmas de la industria auxiliar- piden a las administraciones que adapten su legislación a la realidad del sector. "Tenemos menos de 250 empleados pero quedamos al margen del programa de apoyo a pymes", ilustró Freire. Aclunaga también ha demandado un itinerario específico de formación reglada que, a día de hoy, es muy limitada.