Galicia perdió el año pasado más de cuatro cotizantes diarios del régimen de autónomos. En total, 1.684 afiliados, equivalente a un descenso del 1% que contrasta con un avance, en el conjunto del Estado, de más de un punto porcentual. Es más, España lleva tres ejercicios consecutivos elevando el umbral de trabajadores por cuenta propia, un escenario antagónico al gallego. Solo desde enero de 2016, de acuerdo a la estadística de la Seguridad Social, la comunidad ha perdido cerca de 6.000 autónomos, momento desde el cual la cuota para los que están sometidos a la base mínima de cotización (el 76% de los 209.496) se ha elevado en doce euros mensuales. Esta realidad se traduce en una sangría casi generalizada en el mapa municipal: solo 42 concellos han sumado cotizantes del régimen de autónomos en el último año. El comercio ha sido, en gran medida, el culpable de este descalabro; solo las actividades inmobiliarias y extractivas sumaron afiliados.

Ninguno de los municipios que esquivó los números rojos en este tipo de empleo supera los 10.000 habitantes. En Pontevedra, por ejemplo, solo se aumentó la cifra de trabajadores por cuenta propia en O Rosal, Salceda, Salvaterra, Ribadumia, Mondariz-Balneario, Catoira y Arbo. "Es una sangría enorme que no atiende nadie. En los meses de junio, julio y agosto, en los que se supone que tendrían que ser buenos para el comercio y la hostelería, se aceleró la destrucción", explica el presidente de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), Eduardo Abad. En efecto, el de las ventas minoristas es el segmento que enciende más las alarmas. Se destruyeron el año pasado casi 600 empleos, en la mayor parte vinculados a negocios familiares o micropymes. Galicia fue la comunidad donde más se contrajeron las ventas del pequeño comercio, un 1,9%, frente a una media que se mantuvo sin cambios interanuales. Incluso en el mes del black friday (noviembre), los negocios gallegos se quedaron al margen de los avances registrados (1,5%) en el conjunto del país.

Para Abad estos descensos conllevan una metamorfosis del ecosistema empresarial. Y señala un factor determinante: la llamada tarifa plana. "Su irrupción ha cambiado la calidad por la cantidad en el pequeño comercio, con establecimientos que solo compiten por precio y que bajan el nivel", aprecia. Menciona en este sentido la proliferación de establecimientos low cost, que "se lleva por delante negocios con tradición e incapaces" de pelear en materia de costes. "Se reduce el precio de productos y servicios, pero con la entrada de profesionales sin cualificación", a menudo de mano de grandes franquicias. "Si a esto -continúa- le añades los cambios en los patrones de compra, este es el resultado". En los dos últimos años el consumo a través de los gigantes del gigantesecommerce, frente a una caída de tres puntos en el pequeño comercio.

"Necesitamos modernizarnos". De eso depende buena parte de la economía de comarcas como la de Arousa, porque allí la mayor industria es la que alimentan los trabajadores autónomos. A excepción de Inditex, ninguna empresa gallega cuenta con los 18.190 empleados por cuenta propia que resisten en Vigo. La federación que preside Eduardo Abad defiende por ejemplo la creación de una gran plataforma tecnológica, impulsada desde el Ministerio de Industria, que aúne a los 800.000 establecimientos minoristas del país. "Ninguna web puede ofrecer una mayor gama de productos; debemos aprovechar eso".

Pese al turismo

Los buenos registros turísticos y las distintas estrategias de desestacionalización tampoco han servido para contener la baja de negocios de hostelería. Bajó la persiana casi un bar diario a lo largo de 2018 en Galicia, según cifras oficiales. Por las cifras que maneja UPTA, la hostelería dedicada o centrada en el menú del día ha sido la más afectada, y por eso apuestan por que se recupere el cheque restaurante. Es un tipo de retribución que empezó a cotizar en 2014, un gasto al que se le aplicó la tijera en numerosas empresas. Fue una medida aprobada en diciembre de 2013 por el entonces ministro Cristóbal Montoro, con la que los cheques se empezaron a incluir dentro de la base de cotización del salario y, desde entonces, no se benefician de la exención de cotización a la Seguridad Social. "Los vales de comida son un motor de generación de actividad, y los bares de menú del día son fundamentales en los pueblos y pequeñas ciudades".