El elevado precio de la luz y de las materias primas, la escasa capacidad y obsolescencia de las plantas y la ausencia de un horizonte estable sobre el precio de la energía en España son los principales argumentos que esgrime Alcoa para justificar el cierre de las factorías de A Coruña y Avilés. Salvo la escalada del precio de la alúmina, todos esos condicionantes venían ya recogidos en el informe que presentó la multinacional estadounidense a los sindicatos a finales de 2014 -el mismo año, por cierto, que había segregado las fábricas- para justificar el despido colectivo que planteó tras la primera subasta eléctrica. FARO DE VIGO ha tenido acceso a ese documento, basado en un informe de una reconocida consultora, en el que la multinacional incide en que no hay futuro para las factorías gallega y asturiana. Sus argumentos, hoy agravados por la escalada del precio de la luz y de la alúmina, constituyen la tormenta perfecta que hunde a Alcoa.

La multinacional defiende que la tecnología Soderberg de las plantas de A Coruña y Avilés "es anticuada, claramente menos competitiva, menos eficiente, más costosa, con mayor deterioro en el medio ambiente y con mayores necesidades de personal que otras tecnologías, como la de precocido". Apenas quedan fábricas con esta tecnología. Alcoa las ha ido cerrando todas: Massena East, Baie Comeau, Poin Henry, Alumar, Fusina...

El tamaño también importa. Las fábricas gallega y asturiana se encuentran a la cola de las plantas de aluminio primario de Alcoa a nivel mundial en términos de capacidad de producción. La compañía puso en marcha en Arabia Saudí en 2012 -el mismo año en que empezó a reducir producción en España e Italia- un complejo integral con capacidad para producir al año 22 veces más aluminio primario que A Coruña y Avilés juntas. Ambas suman una capacidad de producción de 180.000 toneladas al año. La de la planta arábiga es de cuatro millones de toneladas. Hace ya tiempo que la vista de Alcoa está lejos de Galicia, de España y de Europa.

El incremento de competidores con otros operadores de producción de aluminio en otros mercados y países, como Emiratos Árabes, o el "exceso de capacidad" a nivel global de la industria del aluminio primario, aducía también Alcoa en 2014, "se traduce en escenarios de futuro de caída de la demanda, en un incremento de los stocks y en un descenso del precio de la cotización de aluminio". La sobrecapacidad de producción mundial provocada por China es uno de los argumentos que esgrime ahora la aluminera para cerrar dos de sus tres factorías españolas. Y esto decía la compañía hace cuatro años: "En los próximos años se prevé un crecimiento sostenido de la demanda de aluminio primario, principalmente en China y otros países asiáticos, que va a ir acompañado a su vez por incrementos de capacidad de esas geografías. Es de esperar que la difícil situación actual de exceso de capacidad, así como sus consecuencias negativas para los productores, persistan en el tiempo". Así fue.

Del coste energético, de la factura de la luz, vienen advirtiendo la compañía y los sindicatos desde hace muchos años, desde la desaparición de las ayudas directas mediante la tarifa G-4 que Europa obligó a suprimir. A todos estos factores externos sumaba Alcoa "los cambios en el servicio de interrumpibilidad con un sobrecoste eléctrico que en España ya es elevado y volátil". Aquel informe de 2014 se presentó después de que la aluminera se quedase sin bonus eléctricos para abaratar la factura de la luz de A Coruña y Avilés. La multinacional decía entonces que los costes de la energía de ambas plantas se duplicarían, imposibilitando la producción de aluminio primario a un coste por debajo del precio del mercado.

Alcoa, como otras industrias electrointensivas (Arcelor-Mittal o Asturiana de Zinc), recibe dinero por desenchufarse de la red en caso de necesidad acogiéndose al servicio de interrumpibilidad (según Madrid, recibió mil millones en los últimos cinco años por esta vía). Es la principal consumidora de electricidad del país, la factura eléctrica supone entre el 30 y el 40% de sus costes de producción y España tiene una de las facturas eléctricas más caras de Europa.

Sin esos bonus eléctricos, y siempre según el mismo informe, el coste de la electricidad se incrementaría en A Coruña en un 242% y en Avilés un 233%.