Cuando los tres clubes financieros gallegos (Vigo, A Coruña y Santiago) lanzaron el Círculo Financiero de Galicia se marcaron el objetivo de alcanzar el centenar de afiliados en su primer año de travesía, objetivo que cumplieron con creces con el vigués Serafín Ocaña al mando. Pero en la patronal gallega, la Confederación e Empresarios de Galicia (CEG), el goteo de bajas no ha dejado erosionar sus cuentas. En 2016, según el balance que someterá a votación de los socios en la asamblea del día 12, la organización recaudó algo menos de 157.000 euros en concepto de cuotas empresariales, una cuarta parte menos que en el ejercicio anterior y la mitad respecto a 2015. "Están bajando porque las empresas del Consejo Asesor se están dando de baja, según el presidente por la mala imagen que se ha dado", explican fuentes próximas a la patronal gallega.

La situación, según los críticos con Antón Arias, obedece a la profunda crisis por la que atraviesa desde el mandato del vigués José Manuel Fernández Alvariño, que se vio forzado a dejar el bastón de mando ante la rebelión interna de las organizaciones provinciales y sectoriales. No hay cifras de 2017, aunque desde la institución dan por hecho que la pérdida de representatividad se ha acentuado en el último ejercicio pese a que desde la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) el mensaje es claro: hay que trabajar por la independencia de las patronales con un incremento de los ingresos por cuotas y por la prestación de servicios a las empresas.

El hecho es que, a pesar de la fuerte caída de ingresos por este capítulo, la CEG cerró el ejercicio con beneficios de 82.400 euros, frente a los números rojos de 895.000 del último ejercicio de legislatura de Alvariño La hipoteca de 1,2 millones suscrita con el pool bancario, los recortes en gastos corrientes y el incremento de los ingresos procedentes de organismos públicos han obrado el milagro para una confederación que estuvo tres veces a punto de solicitar el concurso voluntario. Con el vigués al frente, por ejemplo, la patronal no ingresó un euro por la asistencia a los encuentros del Consello Galego de Relacións Laborais, pero en 2016 (Dieter ganó en enero y dimitió en octubre) recibió casi 93.000 euros. A las cuentas de 2017, que sí corresponden íntegramente a Arias, la CEG tendrá que detraer los ingresos del programa Pexga, que ha abandonado. Eso sí, tiene pendiente un contencioso contra el Instituto Galego de Promoción Económica (Igape) por 650.000 euros por el uso incorrecto de los fondos de este plan.

Los estatutos

Lo que no llevará a los socios es la propuesta de reforma estatutaria que tanto Arias como su principal mentor, Antonio Fontenla, habían calificado de "imprescindible" después del escándalo que generó entre las provinciales y las sectoriales. "Una vez que Jaime está fuera -interpretan desde los empresarios críticos- nadie querrá cambiarlos". El borrador que remitió Arias establecía un mandato rotatorio en el que Fontenla sería el primer presidente, aunque solo podría ostentar el cargo durante un año. Y, sobre todo, cercenaba el peso de las organizaciones sectoriales en la actual junta directiva. Este es el organismo en el que el coruñés no tiene mayoría (están las sectoriales, además de los expresidentes Dieter y Alvariño, Pontevedra y Ourense), y fue éste el que defenestró a Jaime López de su cargo de secretario general remunerado. "El que quiera pedir cambio estatutario hoy tendría que contar con el apoyo de 150 votos de la asamblea, lo que pasaría por contar casi con la unanimidad de las cuatro provinciales, sino no salen los números".

Para patronales como la de Pontevedra la reforma estatutaria es un tema accesorio porque a los empresarios les "preocupan" cuestiones como las infraestructuras, el coste energético o la amenaza de países -como Portugal- con mano de obra más barata. "El silencio que mantiene en todos los asuntos empresariales está lastrando y vaciando de contenido a la CEG, y su falta absoluta de relación y empatía con la Xunta tampoco ayuda", condenan desde el grupo del sur.