Hasta septiembre de 2013 en las asambleas de accionistas de Pescanova se formaba cola para entrar. Muchos jubilados, empresarios y abogados con tarjetas de representación daban forma a reuniones a la antigua usanza, sin votos telemáticos, caja de langostinos de regalo y grandes promesas de crecimiento. "Entrábamos porque era la gran multinacional de Vigo y la única cotizada". Inversores como Pío Moa permitieron a la compañía evitar la quiebra en 2012 con una ampliación de capital de 125 millones. Entonces Pescanova ya estaba en números rojos, pero Pío no lo sabía. Compró acciones a unos 13 euros; hoy se las pagarían "a céntimo". La sociedad vuelve al parqué convertida en un cascarón con un 1,6% de Nueva Pescanova SL y 9.000 accionistas minoritarios condenados a otro castigo. "Esto es una estafa".

Primero se congeló la cotización durante más de cuatro años (desde el 12 de marzo de 2013), se diluyó su participación en la pesquera y ahora afrontan el regreso al parqué con un pequeño paquete de títulos de Nueva Pescanova como único activo. A los minoritarios históricos, los que apoyaron a la compañía durante su proceso expansivo, nunca se les dio una solución. "Yo lo veo muy mal, volver a Bolsa no va a servir para nada. Se confirma lo que ya nos temíamos". Hay órdenes de compra de acciones -cursadas por fondos de inversión- a menos de cinco céntimos. Teniendo en cuenta que el valor arranca hoy a 5,91 euros supondría una depreciación inmediata, de producirse, superior al 99%. Es lo que da por hecho el mercado. "Para vender -dicen desde un fondo- pondríamos cinco euros como umbral". Este inversor pagó unos tres céntimos por acción con la empresa en concurso, así que obtendría una rentabilidad de otro 99%.

Ni Pío ni Antolín Franco, quien acompaña al primero a las desangeladas juntas de la vieja Pescanova, tendrán la misma suerte. "Yo pedía siempre volver a Bolsa porque así podría recuperar algo, pero ahora no. ¿Quién va a querer pagar por una empresa que solo tiene un cachito de otra?". Entre algunos minoritarios la crítica está dirigida a los bancos - "nos han arruinado"-; muchos otros se encienden contra la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). "Nos debieron de dejar cotizar cuando teníamos el 20% y encontraron todas las razones posibles para no hacerlo". La vieja Pescanova pasó de ese umbral al 1,6% que tiene ahora el 19 de abril. Todavía no ha presentado al supervisor las cuentas anuales de la multinacional pesquera (no las tiene), pero a la CNMV le ha bastado con las de 2015 para levantar la suspensión. Es algo que muchos no entienden. "Igual a largo plazo la operación es buena, no lo sé, pero quizás dentro de un mínimo de cinco años".

No es probable que Pío espere tanto tiempo. "Es posible que las venda pero por las comisiones que me cobra el banco, que son desproporcionadas, y así cerraba esa cuenta". Sabe que ha perdido su inversión -"antes de la ampliación había pagado mucho más por cada acción"-, que ejecutó como miles de minoritarios confiado en unas cuentas anuales auditadas siempre sin salvedades. "Esto no es lo que esperaba, ahora la estafa está hecha y los culpables tan tranquilos". Porque, por vía judicial, no cuenta con que Manuel Fernández de Sousa y compañía alivien su penitencia. "Hemos perdido el dinero".