El capital social de Pescanova se mueve entre sombras, el anonimato y los precios de saldo. Pero se mueve, y mucho. Como avanzó ayer FARO en exclusiva, el rescate de las diez filiales españolas de la compañía -gracias al respaldo de los acreedores- ha despejado el futuro de la pesquera y ha despertado el apetito en fondos y gestoras de patrimonio. Solo el viernes pasado, el mismo día en que se ratificó la viabilidad de las subsidiarias, un inversor se hizo con el 1,03% del Grupo Pescanova en el mercado opaco bursátil (o gris, denominado formalmente como mercado de operaciones especiales de acciones suspendidas). Es el único tablero sobre el que los accionistas de las empresas suspendidas de cotización pueden manejar sus títulos y realizar operaciones de compraventa.
La identidad de este inversor es, de momento, una incógnita. Tanto si ya es un socio relevante como si supera -con esta compra- el 3% del capital social de Pescanova, está obligado a notificarlo en cinco días hábiles. Por tanto, tiene hasta el lunes para informar a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Si con esta operación el comprador no tiene más del 3% de los títulos no tiene por qué dar información. Hasta ayer ningún accionista de referencia de Pescanova había notificado la venta de títulos al regulador bursátil.
Este inversor desconocido se hizo en total con 294.750 acciones, por las que pagó 11.869,8 euros. Cada título le costó solo cuatro céntimos de euro. De haber comprado estas participaciones al precio al que quedaron congeladas las acciones de Pescanova en marzo de 2013 habría tenido que pagar más de 1,74 millones. Si lo hubiese hecho antes de la crisis de la multinacional el paquete de títulos superaría los cinco millones de euros de valoración. La operación se realizó BBVA y Ahorro Corporación como sociedades intermediarias.
