Aquellas personas con cejas ralas, con poco pelo o con calvas debido a una excesiva depilación tienen la oportunidad de devolverles toda su personalidad y, de esta forma, conseguir una mayor simetría de la mirada, gracias a dos técnicas de maquillaje semipermanente: el microblading y la micropigmentación.

Ambas son de fácil realización y rápida cicatrización pero cada técnica cuenta con sus particularidades. Así, el microblading siempre se realiza pelo a pelo, mientras que con la micropigmentación también se puede realizar el sombreado. “La decisión de optar por una u otra debe ser valorada por el profesional, dependiendo de las necesidades y particularidades del cliente”, explica Carmen Rodríguez, propietaria de un salón de belleza vigués con más de cuarenta años de trayectoria a sus espaldas en el campo de la estética.

La forma de aplicarse también es distinta. El microblading se realiza con una pluma de metal parecida a un pequeño bisturí y la micropigmentación con una aguja de una punta para diseñar los pelos y agujas de tres o cinco puntas para crear la redensificación. En ambos casos se utilizan pigmentos inorgánicos con base mineral e hipoalergénicos, que reducen el riesgo del implante y evitan reacciones alérgicas.

“La duración del trabajo es de 6 meses a un año. Después de ese tiempo, ya no quedan restos en la piel y es posible volver a tatuarse de nuevo como si se empezase de cero”, señala Carmen.

Esta profesional de la estética recomienda el microblading como la mejor opción si se tiene la piel grasa, ya que se expande menos el pigmento que con la micropigmentación. “Es fantástico para dibujar el pelo a pelo y perfeccionar el diseño de una ceja sin someterse a todo el proceso de micropigmentación y en hombres es muy adecuado ya que no satura tanto y el trabajo es más discreto, también rellenando caídas. Así mismo, se puede utilizar como complemento de la micropigmentación, haciendo el sombreado con esta técnica y posteriormente el pelo a pelo con el microblading”, afirma.

Ultrasonidos contra el envejecimiento

Entre la amplia variedad de tratamientos que ofrece el salón de belleza de Carmen Rodríguez, se puede destacar el sistema HIFU (High-Intensity Focused Ultrasound), una tecnología muy eficiente para el tensado cutáneo y el tratamiento no quirúrgico de la flacidez facial.

Se trata de una técnica de ultrasonidos focalizados de alta intensidad; esto es, la emisión es enfocada y concentrada en un haz, lo suficientemente potente como para penetrar bajo la superficie de la piel y llegar con energía suficiente al lugar elegido para producir el efecto deseado.

La frecuencia utilizada es de más de 3 Mhz. De esta forma no se daña ningún tejido adyacente. Además, la profundidad de aplicación no supera los 30mm.

En los tratamientos faciales, el sistema HIFU emite una vibración mecánica que genera calor a través de choques moleculares. Tiene la capacidad de producir temperaturas internas de hasta 60 grados centígrados, generando así la energía de activación ideal para producir la restructuración proteica sobre el colágeno, la elastina y los fibroblastos.

Los ultrasonidos HIFU generan en forma inmediata vasodilatación de la zona con hiperemia y aumento del flujo sanguíneo, con la consiguiente remodelación de la arquitectura de la zona tratada:

Tras la primera sesión, se evidencia una vasodilatación linfática y un leve edema intersticial separando las fibras colágenas. Alrededor de la cuarta sesión, el edema se ha resuelto, las fibras colágenas han engrosado hasta tres veces su espesor original, creándose una trama más resistente que otorga mayor consistencia a la piel.

Por esta razón, se consigue un levantamiento y tonificación de la piel y la eliminación de las arrugas, los pliegues nasolabiales y las líneas de expresión.