Casi un siglo entre telares

Tejidos Julia Carracedo de A Estrada cierra sus puertas después de 92 años

Manuel Figueira, regente de la tienda, posa junto a su hermana, Sabina.

Manuel Figueira, regente de la tienda, posa junto a su hermana, Sabina. / Bernabé/ Javier Lalín

Las despedidas nunca son fáciles, pero muchas veces son inevitables. Nadie puede escaparle al paso del tiempo y aunque este parece haberse detenido dentro del establecimiento Tejidos Julia Carracedo, no lo ha hecho para sus regentes, que echan el cierre definitivamente después de 92 años frente al público. Manuel y Sabina Figueiras Carracedo no quieren revelar su edad, con una sonrisa traviesa que delata destellos de juventud en su mirada, prefieren dar simplemente un intervalo: entre los 70 y los 80. Ella lleva quince años retirada y es su hermano, Manolo, el que se ha hecho cargo hasta ahora del negocio textil, pero los años pesan y los achaques también, por eso con mucho pesar ha decidido dar la bienvenida a la jubilación.

Tejidos Julia Carracedo lleva el nombre de su madre, quien abrió este negocio de la calle Peregrina de A Estrada en 1932, nada más y nada menos. Ella y su marido, Manuel Figueira Quinteiras, vivían en A Somoza, donde ella ya hacía trabajos de costurera. Poco después de casarse dieron el paso de abrir esta tienda de telares y desde entonces hasta ahora, ha permanecido inmutable, a excepción de una pequeña ampliación hace unas décadas. “Nosotros nacimos aquí, llevamos mamando esto toda la vida, mi madre abrió la tienda al poco tiempo de casarse y nosotros desde pequeños ayudábamos” relata Sabina Figueiras, con nostalgia.

Su hermano, Manuel, es mucho más reservado, la mira y asiente. Ambos han pasado la mayor parte de sus vidas entre los muros de esa tienda, repleta de telas desde el suelo hasta el techo. Conocen al dedillo la historia de cada una de ellas, su procedencia, las posibilidades que ofrecen para vestidos, faldas, pantalones... cualquier prenda.

“El negocio ha cambiado mucho en estos años, cuando nuestra madre abrió la tienda no existía la confección, todo se hacía a medida, hasta la ropa interior” dice Manuel, que añade: “Ahora puedes comprarte una camiseta por cinco euros, la gente no invierte en telas y modistas”. En este sentido, A Estrada ha sufrido las consecuencias de la pérdida de esta costumbre, ya que según recuerdan los hermanos Figueira Carracedo, en el pasado existía un microscomos textil en la zona. “Había muchísimas modistas, no solo en el pueblo, también en las parroquias, ahora ya quedan pocas y que te hagan un buen traje, menos” lamenta Sabina.

Es un mundo en el que los más mayores lo tienen difícil para encajar, ya que lo que conocieron durante la mayor parte de su vida, con lo que se sienten cómodos, está desapareciendo progresivamente. Con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, Sabinita, como la conocen sus amistades y familia, nos cuenta: “Muchas clientas vienen y piden a Manolo que no cierre antes de que ellas se mueran, porque si no no van a tener donde comprar ropa para ellas. Ahora no se hace ropa de la que vestía la gente de antes. A mi me rompe el corazón saber que esto va a cerrar y no se van a poder cumplir esas peticiones”.

La falta de relevo generacional hace imposible que Tejidos Julia Carracedo continúe activo. Se pierde así uno de los últimos almacenes de telas no solo de A Estrada, sino de toda la provincia. Una especie de meca para los amantes de la costura de antaño, que todavía recibe clientes llegados de regiones como Ponferrada, Bilbao o Andorra, que llegan en busca de las rarezas que guardan estos armarios estradenses. “Hoy en día tenemos telares que ya no se fabrican, auténticas joyas, todas producidas en España, sobre todo de Barcelona y Sabadell, que eran las mejores productoras del sector y que hace años que no trabajan” explica Manuel Figueira.

Además, también tienen piezas de confección, pues cuando empezaron a comercializarse Tejidos Julia Carracedo fue de las primeras en traer a la villa los vaqueros Lee, que vuelven a estar de moda, o chaquetas que ahora son bienes preciados bajo la etiqueta de “vintage” y que antes eran vanguardia de la moda, pero también prendas de estilo más actual. “Me da tristeza tener que decir despedirme de todo esto, ahora que Manuel cierra.... es el negocio que levantó nuestra madre, yo empecé a ponerme al frente con 16 años para que mis hermanos pudiesen seguir estudiando, tenemos clientes que son ya familia...significa mucho para nosotros” expone la ex comerciante.

El 29 de este mes será el último día que los clientes atraviesen la puerta de este establecimiento. Para intentar dar salida a la mercancía, estos días hay suculentos descuentos, pero sobre todo es una buena oportunidad para despedirse de un pedazo de historia de la villa, y de quienes un día lo regentaron, que con su amabilidad y su alegría hacen a cualquiera sentirse como en casa.

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