La casa del caballero olvidado de la calle Peregrina

Luis Pereira, miembro de la Orden de Santiago, construyó en A Estrada su residencia familiar a mediados del siglo XIX, ahora a la venta

La fachada de la vivienda en la actualidad, prácticamente en ruinas.

La fachada de la vivienda en la actualidad, prácticamente en ruinas. / // BERNABÉ/ JAVIER LALÍN

La calle Peregrina de A Estrada guarda un secreto. Tras un cartel de “Se Vende” se esconde una de las casas en pie más antiguas de la villa, que pese a su aspecto desangelado por el paso del tiempo es testigo de un pasado hidalgo. Sus muros fueron en un día el hogar de un Caballero de la Orden de Santiago, que a finales del siglo XIX se trasladó a esta localidad con su familia desde Villagarcía, para establecerse definitivamente.

Luis Pereira llegó a este pueblo de interior con su mujer, Teresa Salgado. Ella era natural de A Estrada y el matrimonio decidió construir en la calle Peregrina su residencia familiar. Inicialmente, la propiedad era un amplio terreno con apenas una pequeña construcción, pero pronto se convirtió en una mansión de tres plantas, con cinco habitaciones, cocina, dos baños y un gran salón que daba fe del poder económico de la casa. Por aquel entonces la zona a penas estaba desarrollada urbanísticamente, lo que explica que la fachada principal estuviese orientada hacia la Farola, aunque ahora se encuentre tapada por otros edificios. De este lado se hallaba también la puerta de entrada, así como un pequeño patio del que ahora apenas queda un callejón cerrado por un portal de aluminio.

La actual propietaria del inmueble, Isabel Vicente, es la única que preserva actualmente la memoria de la familia Pereira Salgado, pese a no estar ella vinculada de ningún modo con la estirpe. Su padre compró la propiedad en los años ochenta del siglo pasado a la heredera y única hija que habitaba la residencia, Irene Pereira, poco antes de que falleciera.

Gracias a lo poco que Vicente recuerda y a los documentos que encontró a posteriori en la casa, es posible construir un pequeño relato sobre la vida de esta familia, estrechamente vinculada a personajes históricos locales como Virxinia Pereira, casada con Castelao y sobrina de Luis Pereira.

“No se sabe a ciencia cierta de qué año es la construcción pero hay documentos que prueban que ya en 1882 había un comercio en la parte inferior, por lo que basándonos en los papeles que pude encontrar, se situaría su origen entre 1850 y 1860, momento en el que Pereira compró también otras propiedades en la villa” relata Vicente, que añade: “Estaríamos ante una de las casas, sino la casa más antigua en pie del casco urbano de A Estrada”.

Fue ella quien descubrió el pasado como Caballero de la Orden de Santiago de Luis Pereira, al encontrar un título firmado por Amadeo I de Saboya en el que se lo otorgaba el distintivo: “Esto es una muestra más de la posición social de la familia, ya que una designación así no se le otorgaba a cualquiera”. Con todo, reconoce que no llegó a conocer personalmente al matrimonio, sino que su único recuerdo de la estirpe es el de “Doña Irene”, como la llama Vicente: “Era una señorita, en el sentido de que se veía que había tenido una educación y una posición privilegiada, le habían enseñado arte y música, cosa poco habitual en las mujeres de la época”. “Cuando yo la conocía ya era mayor, vivía con su cuñada, que había servido en la casa hasta casarse con el único hermano que se había quedado en A Estrada, a parte de la propia Irene, juntas regentaban un negocio de paquetería en el bajo de la casa” rememora la actual propietaria.

Salgado y Pereira con dos de sus hijos. |   // CEDIDA

Salgado y Pereira con dos de sus hijos. / // CEDIDA

La hija de los Pereira y heredera de la casa familiar no había nacido para trabajar, como acabó sus días haciendo. De hecho, Vicente admite que no se sabe de la profesión de su padre más allá de su nombramiento como Caballero y de su faceta de terrateniente. Sin embargo, quizás precisamente por el hecho de que nadie trabajaba, el dinero de la familia se acabó escapando. “Eran gente sin oficio, muchos de ellos emigraron para otras ciudades e incluso para países como Brasil o Argentina, poco a poco fueron perdiendo su fortuna y acabaron por vender las numerosas propiedades que poseían en diferentes zonas del villa” señala Vicente, que tiene toda la documentación de estas operaciones para justificar sus afirmaciones.

Esta vivienda pasa ahora desapercibida a la mayoría de estradenses, perdiéndose entre otras muchas fachadas antiguas y en prácticas ruinas. Poco o nada queda de aquellos tiempos en los que el sol bañaba su fachada y los Pereira Salgado se sentaban en el patio en la terraza, a la que se referían como “solarium”, para disfrutar de su acomodada vida en familia. Incluso el lujo que en el pasado bañaba los muros del hogar se ha esfumado, dejando simplemente el esqueleto de la grandeza anterior.

“Con el tiempo tuvimos que vaciarla, la persona que la compre tendrá que echarla abajo y levantar una nueva vivienda, ya que la estructura interna era de madera y no puede conservarse, pero recuerdo perfectamente su gran salón en el tercer piso, las telas y los muebles que lo decoraban, era como viajar a una película de la época de los años 20” dice Isabel Vicente, que lamenta no haber inmortalizado aquella belleza cuando todavía se podía capturar.

Ella es el último testigo del pasado glorioso de esta estirpe desconocida entre la memoria colectiva del pueblo estradense hoy en día. Un papel que tomó por casualidad, al recibirla en herencia por parte de su padre. “Yo nací en la casa de el bar Paradero, que mi padre construyó sobre un antiguo establo de caballos de los Pereira Salgado cuando llegó de Cuba” cuenta Vicente, y continúa: “Mi padre le compró la vivienda a Doña Irene en los 80, pocos años antes de que ella falleciese, y en el 95 realizó una ampliación del bar hacia la parte que antes ocupaba su patio, yo recuerdo poco de ellos”.

Retrato de las mujeres de la familia. |   // CEDIDA

Retrato de las mujeres de la familia. / // CEDIDA

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