Eugenia Tenenbaum | Historiadora del arte

“Una obra de arte de un racista debe sobrevivir sólo como componente sensibilizador”

“El sistema del arte en sí siempre ha sido una tomadura de pelo; lo que conocemos suele ser lo más esperpéntico de todo”

Tenenbaum, ayer, en e IES Laxeiro.

Tenenbaum, ayer, en e IES Laxeiro. / // BERNABÉ/LUCÍA ABELEDO

La historiadora del arte y activista feminista y LGBT+, Eugenia Tenenbaum, ofreció ayer una charla en el IES Laxeiro después de que el club de lectura del centro eligiera su última obra Las mujeres detrás de Picasso como lectura del mes.

–¿Cómo fue la experiencia de explicar arte a jóvenes como los estudiantes del IES Laxeiro?

–Muy buena. Sí que es cierto que sucedió lo que suele pasar siempre con historia del arte, que como es una asignatura generalmente optativa pues siempre son clases muy reducidas. En realidad, siempre prefiero trabajar con grupos más pequeños y yo estuve bien, y ojalá a ellos les hubiera gustado de lo que hablamos. Resultó ser toda una buena experiencia porque para mí fue como salirme de la zona de confort y eso siempre es algo que está bien.

–¿Le interesa a los jóvenes el arte como materia formativa?

–Yo creo que depende. Es cierto que estamos en un buen momento para producir interés hacia la historia del arte. Creo también, sobre todo, que se les puede convencer y seducir mucho a través de determinadas equivalencias de la cultura audiovisual, quizás determinados artistas que se inspiran en obras de arte ya sea pintura, ya sea cine o ya sea fotografía. Pienso que sobre les interesa si se lo traes al día a día y se lo traes a lo cotidiano, en lugar de decirles que una pintura tiene 850 años y ha estado cogiendo polvo en un museo durante 250, que les queda como muy lejano. Si se lo acercas al presente, conectan con mucha más facilidad y eso se nota’.

–¿Sigue faltando pedagogía en el arte contemporáneo?

–Desde luego. Yo diría de hecho que obviamente es el período más reciente pero el que peor se suele explicar. A día de hoy sigue habiendo ese argumentario diverso de que eso lo puede hacer una niña de 5 años o que esto en realidad es una tomadura de pelo y demás. Pero, bueno, es que el sistema del arte en sí, el mercado del arte, siempre ha sido una tomadura de pelo. Lo que pasa es que el arte contemporáneo muchas veces a través de esa subversión y del arte conceptual pone encima de la mesa precisamente tendencias muy habituales a lo largo de los siglos pero que eran un poco tácitas, estaban un poco implícitas. Lo que ocurre con el arte contemporáneo es que en algunos casos lo que hace es explicitarlo pero al final lo que conocemos y lo que vemos en los medios de comunicación suele ser lo más esperpéntico de lo más esperpéntico. No es lo único que se hace en esta materia ni tampoco lo más importante de la producción.

–¿Qué papel deberían jugar los museos en esa labor pedagógica del arte contemporáneo?

–Los museos deberían jugar un papel importantísimo pero no están sabiendo jugar bien sus cartas porque al final los museos igual que la historia del arte parten de una posición de estatus, un estatus que tienen que mantener a través de determinadas herramientas de exclusividad y de exclusión. Una de ellas es el lenguaje que utilizan y otra cosa son los niveles de pedagogía que introducen en sus itinerarios y por desgracia se produce una falta de acompañamiento brutal en todos los aspectos. Es decir, no recibimos educación artística, no recibimos educación visual y entonces lo que ocurre es que constantemente se nos dice que hay unas obras que son muy importantes, que hay artistas que son muy importantes y que hay museos que son muy importantes, pero no se nos dice por qué, no se nos enseña cómo acercarnos a esos espacios y entonces al final se termina generando una sensación de frustración y de alejamiento emocional e intelectual brutal y la culpa es obviamente de nosotras, de las profesionales del arte y la cultura.

–Su último libro habla del papel de las mujeres en la vida y obra de Picasso, caracterizado por muchos como un misógino, un matón que ponía a “sus” mujeres en un pedestal para luego derribarlas. ¿Debemos disociar la vida personal del creador de su obra artística?

–Por supuesto que no. De hecho es que Pablo Picasso nunca separó su obra de su vida. Su obra siempre fue autobiográfica y así la defendía él. Por tanto, es bastante absurdo que a partir del siglo XIX la mayoría, por no decir la totalidad de artistas, no separan su vida de su obra que ahora de repente cuando la actualidad nos problematiza decir que un artista era también un maltratador pues nos saquemos ese as de la manga. No es así como ha funcionado la historia del arte, no es así como funciona el relato museístico, no es así como funciona el mercado del arte, por tanto la respuesta tenemos que buscarla en otros lugares, en ese lugar que es incapaz de poder nombrar la violencia de género aunque la tenga incluso delante y ese lugar que es incapaz de utilizar el arte para sensibilizar también en contra de la violencia de género.

–¿Las obras de arte tienen que estar por encima de la catadura moral de sus creadores o hay que asociarlas siempre a los actos de los que las que las concibieron?

–Las obras de arte sobreviven en el momento en el que nos acercamos a ellas con sinceridad. Por tanto, una obra de arte realizada por un artista misógino, maltratador o racista debe sobrevivir siempre y cuando sirva como componente sensibilizador y concienciador. En el momento en el que no se censure este tipo de conversaciones que pueden tener partiendo de determinada obra o artista. De lo contrario, lo que va a ocurrir es que las obras de arte y los museos van a ir muriendo poco a poco porque son incapaces por así decirlo de ajustarse al propio devenir de los tiempos actuales.

–¿Qué opinión le merece el papel actual de la mujer en el mundo del arte contemporáneo?

–Hay estudios que muestran que si seguimos con el ritmo actual para que las mujeres consigamos paridad deberían pasar entre 100 y 150 años. Las estadísticas demuestran que en ferias como ARCO cada vez hay más presencia femenina pero eso no es así en los organigramas de los museos, en las galerías de arte o en las ferias de arte contemporáneo.

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