Las tragaperras resisten al juego en la red: en los bares de las comarcas aún funcionan 260

Este tipo de máquinas existen en todos los municipios y destacan Lalín (83) y A Estrada (69) | Irrumpen las de apuestas, que ya superan el medio centenar | Existen tres establecimientos con autorización de salón de juego

Un varón ante una tragaperras en un salón de juego de Lalín.

Un varón ante una tragaperras en un salón de juego de Lalín. / Bernabé/Lucía Abeledo

El juego ha sufrido un proceso de transformación muy importante con la extensión de Internet a los hogares o a los dispositivos portátiles. Hoy en día desde un teléfono es posible comprar lotería, realizar apuestas o incluso apostar dinero online a juegos de naipes o propios de los casinos. Estos recintos, los bingos y las máquinas tragaperras eran hasta hace unos años casi los únicos medios para realizar apuestas y tratar de llevarse un dinero extra a casa. Como ocurre con todas las tendencias, fueron los años 80 cuando las tragaperras atraparon a los primeros jugadores, atónitos ante los rodillos con imágenes de frutas y logotipos, aguardando por el premio especial. Algunos bares, también en el rural, contaban con más de una máquina y la recaudación que les dejaba estaba al nivel de un buen sueldo de la época.

A pesar de que cada vez son menos habituales, en todos los municipios de las comarcas hay al menos un bar con una máquina tipo B o, que por una apuesta, el cliente puede llevarse un premio económico. Los datos de la Xunta indican que en Deza y Tabeirós-Montes funcionan en la actualidad un total de 260 tragaperras, con Lalín como el ayuntamiento con más dispositivos de este tipo, pues alcanza las 83. En A Estrada constan 68, por 39 en Silleda y 22 en Vila de Cruces. En los establecimientos rodeirenses existen ocho, las mismas que en Agolada y solo una en Dozón. En el municipio de Forcarei son una quincena, por 14 en las localidades de Cerdedo y Cotobade.

El procedimiento habitual que debe seguir un hostelero que desee tener una tragaperras en su local es contactar con una empresa instaladora que se encarga de la tramitación de permisos o, si fuese el caso, gestionar un cambio de titularidad. “Hay bares que trabajan con un horario más amplio o locales de copas en las que pueden funcionar mejor, pero en mi caso la verdad es que el beneficio es escaso”. Así explica Cristian Cibeira, dueño del bar Oasis de Lalín, la repercusión que este juego tiene para su negocio, que también cuenta con una máquina de apuestas. Indica que el hostelero suele llevarse en torno a la mitad del dinero que queda en la máquina después de repartir los premios, pero siempre después de los impuestos correspondientes. “Hay semanas que me queda muy poco y en el caso de la máquina de apuestas ya prácticamente nada, la tienes por tener”. De esta clase en las comarcas funcionan 51, repartidas del siguiente modo: Lalín (17), Silleda (9), Vila de Cruces (4), Rodeiro (1), A Estrada (17), Forcarei (2) y Cerdedo (1).

Una máquina de apuestas.

Una máquina de apuestas. / Bernabé/Lucía Abeledo

Por otro lado, la ley permite la instalación de máquinas tipo A, de juegos en los que no se apuesta dinero. Suelen estar en salones recreativos y, si antes de la revolución tecnológica eran frecuentes en muchos bares, ahora se mantienen 39 en las comarcas. Además, dos de los tres negocios con licencia de salones de juego están en A Estrada y otro en Lalín. En la capital de Tabeirós funcionan, según el censo autonómico, las dos únicas tiendas de apuestas de las comarcas.

Casi 1.700 gallegos vetan su acceso a casinos y salas de apuestas

El último informe de la patronal del sector, relativo a 2022, revela que los gallegos perdieron durante ese año en juegos de azar, desde tragaperras a loterías, pasando por bingos y apuestas, un total de 260 millones de euros. En algunos casos, esa afición va más allá y puede convertirse en un problema con consecuencias no solo en el bolsillo de los afectados, sino también en su vidas y en las de sus familias. Uno de los recursos de los que disponen quienes son conscientes de que tienen una relación problemática con el juego es vetarse a sí mismos el acceso a locales donde se apuesta. Según datos de la Consellería de Presidencia, es una solución a la que recurren casi 1.700 ciudadanos. Están inscritos en el denominado Rexistro de prohibidos un total de 1.689 personas. Son las que se decidieron a dar el paso de cubrir un formulario en el que, de forma voluntaria, renuncian a acceder a una sala de bingo, a un casino o a un establecimiento con apuestas. Esa inscripción implica que son la administración y las empresas las que les impedirán a los establecimientos donde se juega y que los locales tengan un control de acceso. En Galicia hay un incremento de casi el 6 por ciento con respecto a los datos prepandemia en el número de personas que se autoexilian de los juegos presenciales. Para llevar a cabo una autoexclusión de las apuestas online, existe un Registro General de Interdicciones del Juego estatal en el que, explica el Ministerio de Derechos Sociales, los interesados pueden anotarse a petición propia o por resolución judicial.

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