Preocupa el aumento de ideas y tentativas de suicidio en el servicio de salud mental infantil del CHUS

El psicólogo Carlos Álvarez asegura que crecen los casos de jóvenes que se aislan, por lo que crearán un equipo de atención domiciliaria

Carlos Álvarez, en su despacho de la Unidad de hospitalización psiquiátrica infanto-juvenil. |   // CEDIDA

Carlos Álvarez, en su despacho de la Unidad de hospitalización psiquiátrica infanto-juvenil. | // CEDIDA / Lorena Rey

Lorena Rey

La Facultad de Psicología de la USC acoge esta semana la sexta edición de las jornadas Tempo da Psicoloxía, dedicadas al análisis del suicidio desde distintos enfoques, como la prevención, la intervención, el apoyo comunitario y la atención en la infancia y adolescencia. Este último aspecto fue tratado el miércoles por Carlos Álvarez García, psicólogo clínico en la Unidad de hospitalización psiquiátrica infanto-juvenil del CHUS e instructor del programa YAM en los centros educativos gallegos.

Recientes informes dicen que el suicidio es la principal causa de muerte en jóvenes y adolescentes de entre 12 y 29 años. Álvarez asegura que para el área infanto-juvenil, que solo cubre hasta los 15 años, las cifras pueden ser diferentes, en función del rango de edad que cubra cada estadística ya que a partir de los 16 años pasan a ser atendidos en las unidades de adultos. En concreto, en 2022 falleció una persona en Galicia menor de 15 años. “A mí lo que me preocupa no es la cifra como tal sino el aumento de las ideas de suicidio y tentativas de suicidio”, asegura Álvarez a “El Correo Gallego”, diario de Prensa Ibérica, grupo de FARO.

Un intento de suicidio está asociado con una sintomatología depresiva. “Podemos entender que el chico o la chica está pasando por un proceso depresivo significativo, intenso y severo, cuando hay ideaciones con planificación, y si ya hay algún intento el proceso es grave”, manifiesta, a lo que añade: “Probablemente no vaya al instituto durante un tiempo, tenga pérdida de vida social, de relaciones interpersonales, le afecte a nivel de las relaciones familiares y en la propia vida de sus familias”. La vida familiar se ve alterada, incluyendo la de su familia, con la consabida preocupación, miedo, y una vida en un estado de alerta pensando que puede “llegar a hacerlo” o que puede volver a ocurrir”, asegura.

Las personas que hacen esos intentos están pasando por un proceso depresivo. No hay una razón o una causa concreta sino puede afectar cualquier situación que les desborde como un acoso escolar muy significativo o el pertenecer a una familia desestructurada. “En estas edades, cualquier situación vital, estresante, muy intensa o traumática, que genere mucha inestabilidad emocional puede hacer que entren en un proceso con una sintomatología depresiva”, argumenta. Como ejemplo, la unidad ha tenido casos ingresados que han hecho algún intento después de haber sufrido algún abuso sexual por parte de una persona adulta. En definitiva, cualquier situación “muy intensa, muy estresante que genere muchísima inestabilidad emocional que deriva en una sintomatología depresiva puede conducir a esa ideación suicida”.

Más recursos

El psicólogo manifiesta que antes del COVID los servicios de atención en salud mental infanto-juvenil eran “bastante precarios”. En Galicia solamente había una unidad de hospitalización, en el CHUS. No había hospitales de día, en las consultas externas los psiquiatras y los psicólogos clínicos “eran bastante escasos” para la población que atendían. Ahora ha habido un aumento muy significativo. De hecho, Álvarez considera que “en salud mental, en general, ha sido donde más recursos se han puesto”. Se ha creado otra unidad de hospitalización hace unos meses en Vigo y se abrieron hospitales de día en Santiago, Vigo, Lugo y A Coruña. Además, han aumentado consultas externas, tanto en psicología y psiquiatría, como en enfermería de salud mental. Con todo, es consciente de que todavía por desarrollar y consolidar más servicios.

Vía rápida e institutos

Lo que sí existe en todas las áreas sanitarias es “la vía rápida de suicidio”, que significa que cuando un profesional deriva a una persona dentro de un intento o planificación de suicidio se le tiene que ver en dos días. “Hay una atención muy rápida ya especializada para valorar qué es lo que está pasando y empezar con el inicio del tratamiento”. En esa vía rápida, una vez atendido, el menor se deriva al profesional que lo va a seguir, en función del riesgo, con mayor o menor frecuencia. En Santiago está la agenda marcada para atender a unas cuatro personas a la semana.

Desde la Consellería de Sanidade se está comenzando con el programa YAM, de prevención primaria, enfocado a población adolescente. Desde junio, una veintena de profesionales han estado trabajando en institutos en plan piloto. Y este lunes, 19 de febrero, ha comenzado la primera fase, para la que se han seleccionado al azar centros de toda Galicia. A Carlos Álvarez le ha tocado el IES Rosalía y el Colegio Cluny. “Pretende concienciar en aspectos de salud mental, generar un debate en relación con situaciones de estrés, cómo afrontarlo, cómo uno puede ser consciente de que está pasando por un momento de crisis o de ansiedad, qué cosas se pueden hacer y lo mismo en relación con la depresión y con ideas de suicidio”, explica. Son cinco horas distribuidas en tres días. “En este formato es donde se ha investigado en otros países y ha demostrado esa eficacia en cuanto que ha reducido el número de ideación y número de intentos”, declara.

El papel de las redes sociales

Las redes sociales están jugando un papel en función de la cantidad de horas que los jóvenes les prestan atención. “Están siendo bastante negativas, no en sí mismas, sino por la forma como pueden estar siendo usadas”, dice. Influye en los casos de anorexia, que es uno de los grandes problemas que viven en la unidad de hospitalización infanto-juvenil, ya que la mitad de las personas ingresadas suelen ser chicas con una anorexia muy grave. “Se ven muchos vídeos, tanto en TikTok como en YouTube, de cómo perder calorías o vídeos donde la felicidad es estar extremadamente delgada”, afirma. También están en el punto de mira las autolesiones, “muy frecuentes entre los adolescentes”. Las autolesiones, explica el psicólogo, no son con idea de morirse, pero sí como una forma de reducir el nerviosismo o la ansiedad a través del dolor. “En las redes ya hasta hay sitios donde figura cómo lesionarte en algunos sitios y que nadie se dé cuenta”. También influyen en el rendimiento escolar, “al haber niños que estudian con el móvil al lado o que se lo llevan a cama y lo utilizan hasta altas horas de la madruga con lo cual al día siguiente están cansados y no rinden”. Luego está todo el conflicto que se está generando en relación con los padres. “Los padres se enfrentan a muchas dificultades a la hora de poner límites, normas y reglas, pero es necesario un control”, dice. En la actualidad en la unidad de hospitalización infanto-juvenil se están encontrando con jóvenes que tienden a aislarse, rechazando ir al colegio, y generando una “especie de fobia social” y “fobia escolar” llegando a encerrarse en su habitación, relacionándose solo a través de la red social y a través de los juegos online, algo que está generando muchos problemas. Y a la hora de intervenir, asegura Álvarez que cuesta mucho ayudarles. Por ello, están a punto de crear un equipo para que trabaje en los domicilios de esos niños/as, para que se vayan incorporando a su instituto y que vuelvan a las consultas que han dejado de ir.