Caminos distintos pero no distantes

Mabel Crespo y Ana Lareu se reinventan como profesionales de belleza y estética

Ana Lareu y Mabel Crespo, ayer, en el estudio de belleza de ésta en Lalín.

Ana Lareu y Mabel Crespo, ayer, en el estudio de belleza de ésta en Lalín. / Bernabé/Lucía Abeledo

Lejos quedan las noches en las que Isabel González no pegaba ojo porque temía por el futuro de Maybel Peluqueros después de su jubilación y de que su hija Mabel Crespo le comunicara su intención de no seguir con el negocio familiar en busca de nuevos horizontes profesionales. Un año más tarde, el bajo de la histórica peluquería de la calle Calvo Garra tiene al frente a Ana Lareu, una fiel empleada de toda la vida, mientras que Mabel Crespo trabaja en el entresuelo al frente de su propio estudio de belleza. Vecinas y compañeras, ambas reconocen haber acertado con su apuesta de futuro profesional.

Ana sigue con la peluquería donde se formó y Mabel cuenta con un estudio de belleza tanto de micropigmentación, como de tatuaje y tratamientos faciales. La hija de la fundadora de Maybel Peluqueros reconoce que “no quise seguir con la peluquería porque me encaminé más hacia la estética y el mundo del tatuaje, que me encanta, lo mismo que el maquillaje. La peluquería me gusta pero más de transformación y de eventos, no la del día a día”. Mientras tanto, Ana no duda en subrayar que “somos hermanas de corazón, de sangre. Yo empecé con la madre de Mabel cuando su hija tenía dieciséis años. Somos como de la familia. Le tocaba coger la peluquería a ella porque yo no quería. Como empleada estaba muy cómoda. Además, era muy difícil sustituir a la madre porque tenía un prestigio de muchos años”.

Clientela común

Como era previsible, los dos negocios, aunque independientes entre sí, comparten también clientela. Mabel explica que esto pasa “sobre todo en las mujeres que quieren arreglarse para eventos. Este año en especial contamos con muchas novias”. “Yo las peino y ella las maquilla. Somos empresas independientes pero las clientas nos siguen queriendo, apostilla Ana. En este sentido, la hija de la fundadora del establecimiento aprovecha para romper una lanza por la coquetería gallega indicando que “en Galicia, la gente se arregla mucho a la hora de participar en eventos de todo tipo. Tú vas a una boda fuera de aquí y te da igual si te maquillas o si vas peinada. En Galicia eso no pasa”.

Tanto Ana como Mabel comparten incluso un horario laboral que podría sorprender por su duración. “Date cuenta que empezamos a trabajar la mayoría de los sábados a las seis de la mañana”, aclara Ana, que cuenta con dos empleadas para echarle una mano en su labor. Sin embargo, Mabel afronta en solitario su aventura al frente de su estudio de belleza, lo que no le impide echarle una mano a su vecina siempre que lo necesite. En este sentido, las dos destacan que “las chicas de hoy en día se someten a muchos tratamientos para preparar la piel. Aunque, de todas formas, se cuidan tanto el hombre como la mujer a la hora de arreglarse”.

Un año después de la transformación de Mabel Peluqueros en dos propuestas de belleza independientes, todavía “hay mucha gente que piensa que la peluquería sigue siendo mía. Nos ayudamos mucho y colaboramos. Nos compensa a las dos”, asegura Mabel. Al mismo tiempo, Ana tiene un recuerdo para la que fue su maestra porque “yo perdí a mi madre muy joven y por eso Isabel, la madre de Mabel, me aconsejaba cuando se lo pedía”. Y Mabel replica que “a mi madre le costó al principio porque son 47 años de peluquera. Viene por allí de vez en cuando”. Las dos saben que la fórmula de la vecindad ha sido todo un éxito y esperan que puedan seguir así por muchos años más.

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