Más de 80 caballos recuperan su libertad tras pasar por el centro de acogida de Sabucedo

Los animales mostrencos retenidos en distintos puntos de Galicia son conducidos a dos grandes cierres

Están allí dos años antes de volver al monte, ya como cabaña de O Santo

Los caballos recuperan la libertad como integrantes de la cabaña de O Santo.

Los caballos recuperan la libertad como integrantes de la cabaña de O Santo. / BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Ana Cela

Ana Cela

En este mes de enero se cumplen tres años desde que los primeros caballos salvajes apresados en el municipio de Forcarei llegaban a la parroquia estradense de Sabucedo para estrenar un centro de acogida gestionado por la Asociación Rapa das Bestas. Fructificaba así el acuerdo alcanzado entre la entidad que preside Paulo Vicente Monteagudo y el gobierno forcaricense que encabeza Verónica Pichel, librando a estos equinos de la fatal sentencia que, con frecuencia, terminaba cayendo sobre el ganado mostrenco localizado en fincas particulares o vías públicas si nadie reclamaba la propiedad.

Desde entonces, alrededor de 80 caballos procedentes de distintos puntos de Galicia han pasado por este recinto y ya han recuperado la libertad con la que nacieron.

El protocolo tradicional de actuación determinaba que, cuando una persona comunicaba a concellos como Forcarei o A Estrada, por ejemplo, la aparición de un caballo salvaje, se procuraba su retención. A continuación, se intentaba identificar al animal y se emitía un bando municipal pero, si nadie reclamaba ser el titular en el plazo de tiempo establecido por el Concello, se procedía a subasta pública –muchas veces quedaba desierta– o se enviaban los animales a incineración. Evitar que las reses mostrencas fuesen sacrificadas fue el objetivo del acuerdo suscrito, ya en en marzo de 2020, por el Concello de Forcarei y Rapa das Bestas.

La puesta en marcha de este centro de acogida pilló a Paulo Vicente con su presidencia recién estrenada. Ahora, cuando hace unas semanas que renovó su mandato por otros cuatro años, continúa considerando que esta apuesta fue un acierto. Rapa das Bestas formalizó en su día ante la Xunta de Galicia la petición para operar como centro de acogida de caballos mostrencos. La administración autonómica vio con buenos ojos y la iniciativa, avalándola con su colaboración. Ello hizo que estos años Sabucedo recibiese caballos procedentes de distintos puntos del territorio gallego, muchos de ellos de montes de Lugo.

O Castelo y O Curuto

“Nos parecía tremendo que hubiese esa medida de que, si se cogían animales salvajes en cualquier concello de Galicia y no hubiese forma de procurarle un dueño, fuesen a la incineración”, reconoció Paulo Vicente. “Tener un patrimonio natural como el que tenemos y que la solución fuese esa, me parece vergonzoso como sociedad”, apostilló. Es por ello que la asociación de Sabucedo estuvo completamente abierta a la propuesta llegada de Forcarei y que apoyó la Xunta. Así que se apostó por ubicar a los caballos que llegaban a este centro en dos grandes zonas de monte cerradas, una en O Castelo –donde se quedan los caballos de O Santo durante la Rapa das Bestas– y otro en O Curuto (cerca de la carretera A Estrada-Forcarei).

De Forcarei llegaron alrededor de 15 caballos en este tiempo, mientras que la Xunta condujo a Sabucedo –a través de Tragsa– a otros muchos animales, ya debidamente identificados con microchip y asumiendo el transporte. La gran mayoría de estas cabezas se recibieron en los primeros meses de funcionamiento del centro, experimentando un parón en los dos últimos años.

Desde el primer momento se estableció una cláusula para el funcionamiento de este centro de acogida de Sabucedo: que los caballos se enviados a estos cierres se mantuviesen al menos dos años en este recinto cerrado. La medida buscaba, principalmente, evitar que si eran animales apresados en una zona relativamente próxima a los montes en los que se los realojó no tuviesen la oportunidad de regresar, tratando de atajar la conflictividad de que volviesen a invadir propiedades privadas o carreteras.

No obstante, muchos de los caballos que recibió Rapa das Bestas no correrían ese riesgo, ya que proceden de distintos puntos de la provincia de Lugo. En este sentido, Paulo Vicente reconoció que muchos de estos animales precisaron mucha vigilancia y cuidado, habida cuenta de las muchas diferencias entre sus montes de origen y los que le conceden esta segunda oportunidad. No obstante, la estancia en el centro de acogida sirvió para que estos caballos salvajes se fuesen aclimatando y acostumbrado a su nuevo entorno, de manera que todos ellos fueron ya liberados y pasaron a formar parte de la famosa cabaña de O Santo.

Beneficio mutuo

Desde el primer momento Rapa das Bestas reconoció que la creación de este centro de acogida es una propuesta con la que todos ganan. Primeramente, se consiguió evitar que caballos que fueron sorprendidos en propiedades particulares o en vías públicas terminasen siendo sacrificados.

Asegurando su bienestar, los concellos se libran del protocolo engorroso asociado a la retención de équidos mostrencos y, finalmente, Rapa das Bestas tiene la oportunidad de que estos animales ayuden a paliar la pérdida de ejemplares sufrida por la cabaña de O Santo en los últimos años.

De hecho, el colectivo alertó en su momento que los más de 600 caballos que conformaban estas manadas hace una década se redujeron a la mitad, una situación con la que los de Sabucedo continúan luchando.

Suscríbete para seguir leyendo