El botellón ya desespera en A Estrada: “Se ha vuelto incontrolable y con ambiente muy feo”

“La gente comienza a estar desesperada. Esto empezó con grupos de 20-30 chavales que dejaban sin recoger, pero ahora ya hay 80-90 y con menores por el medio”, dicen

La imagen del botellón se borra ahora cada domingo por la mañana bien temprano a través de los servicios de limpieza. |   // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

La imagen del botellón se borra ahora cada domingo por la mañana bien temprano a través de los servicios de limpieza. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN / Ana Cela

Ana Cela

Ana Cela

El conflicto del botellón en A Estrada comienza a subir de tono. Varios tonos, en realidad. Ha llegado un momento en el que los vecinos que lo sufren todos los sábados se reconocen crispados, cansados y –lo que es todavía peor– completamente indefensos. Entienden que la medida tomada por el Concello al respecto ha dado los únicos frutos que podía dar: que los ciudadanos no vean la basura cuando se levantan, lo que no quiere decir que no lo hagan sin dormir y con la peor de las resacas. Y eso sin haber estado de fiesta ni probado una gota de alcohol. “La gente comienza a estar desesperada. Esto empezó con grupos de 20-30 chavales que dejaban sin recoger, pero ahora ya son grupos incontrolables, con muchos menores por el medio y un ambiente feo”, trasladaron ayer a esta Redacción algunos residentes.

La estampa más fea del botellón no la pitan los vasos tirados, las botellas de bebidas alcohólicas en el suelo o las bolsas de plástico del supermercado arrastradas por el viento. Ni siquiera los cristales rotos ni el hedor a orines. Eso es una huella de la falta de civismo, pero también solo la punta del iceberg de un problema que no solo afecta a los vecinos que viven en los alrededores del Teatro Principal, sino que también alcanza a los que residen en el segundo tramo de la calle Pérez Viondi, dado que el espacio escogido para estas reuniones de jóvenes en las noches de fin de semana es una superficie con acceso desde estos dos barrios diferentes de A Estrada. Los vecinos señalan, sin ir más lejos, que ese es uno de los principales atractivos para montar la fiesta: resulta fácil marcharse por el lado opuesto si las fuerzas del orden deciden pasar a efectuar un control.

“Ahora empiezan a llegar a las diez y poco. Comienza a entrar chavalada y música a cañón. Sobre la una pico o dos de la mañana se marchan y, a veces, vuelven a las cuatro de la madrugada y otra vez música. Y allí no viene nadie”, relatan algunos vecinos. “Esto cada vez va a peor”, añade otro ciudadano.

Si no llueve, el aparcamiento posterior al Teatro Principal concede un amplio espacio para la reunión. Si el tiempo no acompaña, los soportales de la propia instalación municipal les dan cobijo y, sino, siempre quedan los de la mismísima casa consistorial.

En aumento

“Que no limpiasen era un problema cívico. El problema es que ahora se están volviendo grupos incontrolables, porque algún día son fácilmente 70-80 personas”, expresan. “Y no es un tema de que estén unos chavales bebiendo y hablando tranquilamente, que no es algo sano pero que no generarían un problema. La cuestión aquí es que ponen la música con los coches, se encaran unos con otros, se escucha a niñas gritar y acabas poniéndote en tensión. Es muy feo, un ambiente turbio”, indican.

En cuanto a la música, algunos de los vecinos que trasladaron su malestar con esta situación subrayan que ya no es trata de que se utilicen altavoces bluetooth para escuchar sus listas de producción, sino que muchas veces se percibe fácilmente que hacen uso de potentes equipos de sonido de sus vehículos. Las grabaciones que algunos tienen en sus teléfonos móviles no dejan margen a la interpretación.

Inciden estos ciudadanos en que antes había reuniones de jóvenes en el entorno del Teatro Principal. Sin embargo, puntualizan que no pasaban de pequeños grupos que bebían antes de acudir a la zona de pubs y que, como mucho, podían dejar el entorno sucio. No obstante, hacen hincapié en que el carácter relativamente inofensivo de estos botellones –sin querer en ningún momento decir que sea bueno que los jóvenes consuman alcohol en la calle– ha tornado hacia reuniones en las que –siempre según su versión– se producen peleas muy subidas de tono y “trapicheos”.

Gritos y peleas

“Dan unos gritos que te ponen nervioso. Oyes chillar a las niñas y luego ves que hubo peleas. Se meten en el soportal del teatro y luego van por la calle adelante, metiéndose en los portales, meando...”, describen crispados.

“Me llama la atención que no aparezca nadie por allí en toda la noche”, espeta un ciudadano. “El Concello tiene que saberlo porque ya aparecieron varios coches sin retrovisores, por ejemplo”, añade. “A veces hay hasta trompos porque claro, cuanto más ambiente, más espectáculo. Ellos saben que no va a ir nadie”, reprenden.

“Es demasiada gente. Ya no es un botellón de un grupo de diez chavales. Ahora hay siempre por encima de 50”, comenta un estradense. Explica que las noches conflictivas son las del sábado y que poco importa si llueve o no, porque el soportal junto al Teatro Principal les da cobijo. “En Halloween la zona cubierta estaba llena de gente. No se daban ni movido allí todos”, apuntó.

Son muchos los vecinos molestos con esta situación, de un lado y del otro del espacio en el que se celebra el botellón. Señalan que el sábado es el día conflictivo, como lo son las noches anteriores a un festivo. “Cada vez es un ambiente más turbio”, inciden. Subrayan que el arreglo del estacionamiento y la iluminación les ha venido de perlas, siendo conocedores de que las cámaras de vigilancia preinstaladas nunca llegaron a ponerse en funcionamiento. “Están ahí como en su casa. Ya no deben de ir ni a los bares ni nada. La fiesta es ahí hasta que se preste”, calculan.

Limpiar no basta

Los vecinos recriminaron ayer que desde el gobierno se diga que la medida que se tomó para poner remedio a un “problema de seguridad” y civismo sea pedir a la empresa de limpieza que se afane en borrar, los domingos por la mañana, la huella del botellón de la noche anterior. “Es insultante que digan que ya vienen a recoger por la mañana”, sostienen. Avanzan que si la situación se mantiene sin que se tomen medidas realmente útiles, no les quedará otra que organizarse para exigirlas.

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Los vecinos reconocen que muchas noches de sábado valoran en varios momentos llamar a la Guardia Civil para que acuda al Teatro Principal. Asumen que hacerlo no es un plato de gusto y que muchas veces no llegan a efectuar esta llamada porque entienden que los agentes de la Benemérita tienen ocupaciones y urgencias mucho más importantes que atender. Inciden en que algún ciudadano se encontró, al animarse a llamar, con que la patrulla de servicio no estaba en ese momento en el término municipal de A Estrada.

Y es que, el hecho de que el Concello de A Estrada esté desde hace tiempo sin patrulla nocturna de la Policía Local carga por entero toda la labor de control en las noches de fin de semana –también entre semana, aunque, en líneas generales, la carga de trabajo es menor– en la Guardia Civil. Antes eran los agentes municipales los que se encargaban de tener controlado el botellón, apareciendo de cuando en vez por la zona donde se concentraban los jóvenes y realizando labores de identificación que disuadían de dejar basura en la vía pública. Sin embargo, las patrullas de la Guardia Civil no solo tienen que atender las incidencias –muchas de mayor calado que el botellón, obviamente– que se produzcan en el casco urbano de A Estrada, sino en todo un término municipal muy amplio al que se suma, en la noche del sábado, el territorio de Forcarei y el de Silleda. Todo este trabajo recae en una pareja de agentes o, con suerte, en dos. En el mejor de los casos, aun con cuatro efectivos, la zona sigue siendo muy amplia, si bien es cierto que la mayor parte de los avisos tienden a proceder de A Estrada.