Un candil con la luz violeta
O Candil de Silvia lleva 23 años reinando entre las tabernas de A Estrada con un equipo íntegramente femenino
Silvia Otero se puso hace 23 años detrás de la barra de O Candil, uno de los bares más míticos de la Zona dos Viños de A Estrada que completa su nombre con el suyo propio. Este sábado, coincidiendo con el 25 de noviembre y conmemorando el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el establecimiento se engalanó con pancartas y reivindicaciones. Somos el grito de las que no tienen voz, rezaba una de ellas. Junto a la propietaria del local, las dos trabajadoras que ayudan a que este candil emita una luz violeta completamente acogedora, que da la bienvenida a un establecimiento en el que ellos y ellas se sienten como en casa; en el que ellos y ellas son iguales y se respetan mutuamente.
Silvia es la jefa, pero es muy consciente de que comparte el mando con Paula Ardá y Cristina Durán. “Ellas aun mandan a veces más que yo”, ríe. Estas tres mujeres han sabido formar un equipo bien engrasado y coordinado en el que todas aportan y suman. La jerarquía se difumina y el negocio se sustenta en la colaboración, la implicación y el respeto. “Es un sector complicado, pero lo llevamos bien. Acabas la jornada y te sientas, charlas, te tomas unos chupitos... No es difícil de llevar para mí contando con ellas”, explica Silvia. “Ellas dan de sí como si el negocio fuese suyo. Están totalmente implicadas, y eso que cada una tiene su trabajo”, subraya. De hecho, comenta que incluso cuando van como clientas no dudan en meterse en la cocina para preparar tapas si notan que su colaboración puede suponer todo un alivio.
O Candil de Silvia abre al público el jueves, viernes, sábado y domingo. El equipo está al completo en las noches del viernes y sábado, o bien también a mediodía cuando la afluencia exige un refuerzo. Este 25 de noviembre no estuvieron solas. Junto a ellas posaron “as Taberneiras”, un grupo de amigas que trata de reunirse, al menos, una vez al año. En esta ocasión juntaron sus muñecas y las adornaron con una pulsera violeta. Todas a una. Muchas voces y el mismo grito contra la violencia de género.
Silvia, Paula y Cristina son un ejemplo de sororidad detrás de la barra en un sector en el que no siempre ha sido fácil trabajar en femenino. Las tres han sabido conformar un sólido pilar en el que colgar este candil con luz violeta, muy conscientes de que quienes ayudan a mantenerlo encendido son todos los clientes que llegan guiados por el destello, que atraviesan el umbral para sentirse entre amigos. En casa.
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