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Las lluvias de septiembre, sin efecto en la cosecha de castaña en Deza

Las variedades tempranas de la comarca, como las plantaciones nuevas, quedaron muy mermadas por la sequía de junio y julio

Castaño al pie de la N-525, a la entrada de Silleda. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

“En agosto arder, y en septiembre beber” es el refrán que mejor define las semanas previas a la recogida de castañas. Pero la meteorología de este año, a pesar de las olas de calor de agosto y de las lluvias que nos acompañan desde comienzos de semana, no ayudó, en absoluto, a este fruto. Desde la empresa lucense Alibós su gerente, Jesús Quintá, (presidente también de la IXP Castaña de Galicia) señala que las precipitaciones de esta semana y la borrasca que se espera para la que viene “sí van a ayudar a las variedades más tardías, pero no a las más tempranas”, que son las que se dan en la comarca dezana y, sobre todo, en Lalín. “Los erizos de estas variedades están muy pequeños, porque aunque el castaño precise calor, ya tuvo altas temperaturas en junio y julio, y no pudo guardar la humedad”, como sí pueden hacerlo otras variedades en zonas montañosas como en Cervantes.

La falta de humedad también dejó su impronta en las plantaciones jóvenes, pues los castaños están muy débiles por la sequía. Así que la estampa que vamos a tener “son o castañas muy pequeñas o abortos”, es decir, erizos con solo una castaña o dos, en lugar de las tres habituales, debido a que los árboles no pudieron desarrollar el fruto de una manera normal, por la tremenda escasez de agua. Al menos, sí tuvo algo positivo el calor de este año: los castaños pudieron florecer bien y esto ayudó a la cosecha de miel.

Incendios

Deza, por otra parte, pudo salvar sus sotos de las llamas, no como ocurrió en Valdeorras y O Courel, donde ardieron decenas de plantaciones a mediados de julio. En el caso de Valdeorras, la asociación Productores y Exportadores de Productos Agrosilvestres de Galicia (Proagrosilga), calcula que en el fuego que asoló O Barco, Carballeda y Rubiá se perdieron en torno a un millón de kilos de castañas.

Preguntado sobre el impacto de las plagas este año, Jesús Quintá señala que durante el verano sus consecuencias no fueron muy notorias, pero podrían serlo ahora, si cuando cesen las lluvias regresan los episodios de calor. Hay que señalar que desde 2019 casi todas las plantaciones de Galicia están afectadas por la avispilla del castaño. La Xunta la combate con la liberación de un depredador natural, un parásito.

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