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Llevan a cabo una catalogación de las alvarizas conservadas en Deza y Tabeirós

El colectivo Naturgalicia ha cuantificado hasta ahora 128 de estas construcciones, la mayor parte en Lalín | La más grande está en Forcarei, con más de 60 metros cuadrados

Una colección a la altura de O Courel | FOTOS: NATURGALICIA

Se dice que Galicia cuenta con unas mil alvarizas, la mayor parte de ellas situadas en la zonas de O Courel, Os Ancares y Quiroga. Existen varios estudios sobre estas construcciones, en una de las zonas más montañosas de la Comunidad. Sin embargo hay otra zona que no figura en esos estudios y que podría estar muy cerca en cuanto a cantidad. La comarca dezana, especialmente Lalín, así como las cercanas Forcarei y O Irixo, cuentan con docenas de estas alvarizas, aunque no existen estudios detallados sobre ellas, al menos hasta ahora.

Las alvarizas de Forcarei (arriba izquierda), Lalín (arriba derecha), Barciela (abajo izquierda) y Lalín (abajo a la derecha) son solo una muestra variada de algunas de las construcciones que se pueden encontrar en las comarcas.

El colectivo Naturgalicia lleva tiempo realizando un catálogo detallado de todas las alvarizas que hay en la zona. Es un trabajo complicado, que obliga a recorrer las laderas de los montes de las comarcas, recabando información a través de los vecinos. Sin embargo, esta labor ya ha comenzado a dar sus frutos. Tanto es así que el Concello de Lalín se ha interesado por publicar los datos del estudio dentro de sus límites municipales.

Llevan a cabo una catalogación de las alvarizas conservadas en Deza y Tabeirós

La aparición de las alvarizas en Galicia se situaría en torno a los siglos XVI y XVII. Nacieron como una necesidad de proteger la miel y la cera de su principal depredador, el oso. Para mantener a salvo los panales no hubo más remedio que construir unas construcciones con muros perimetrales de piedra. Tenían diferentes tamaños y alturas, aunque algunos llegaban a tener varios metros de altura y contaban con más de 50 metros cuadrados.

Llevan a cabo una catalogación de las alvarizas conservadas en Deza y Tabeirós

Estas construcciones debían levantarse en unos terrenos determinados, en una altitud que estaría entre los 500 y los 800 metros. Se colocaban además en terrenos inclinados, buscando que el sol diese lo más posible a las abejas y evitando en los posible la humedad. Este sistema de protección de la miel se utilizó hasta comienzos del siglo XX, cuando los osos dejaron de poblar Galicia y las colmenas se bajaron de las montañas para acercarlas a las viviendas.

Tradicionalmente se considera que fueron los monjes –en el caso de las comarcas el cercano monasterio de Aciveiro– quienes introdujeron el arte apícola y esta forma de protección en la zona, aunque Damián Porto, de Naturgalicia no está de acuerdo de todo. “Ellos se interesaban más por el vino y el cereal, que era lo que les daba réditos. Nada indica ni hace suponer la intervención de la iglesia en la construcción ni explotación de ninguna alvariza”, explica aludiendo a documentos de la época, aunque sí reconoce que eran grandes consumidores de miel y cera.

Porto es junto a los también estradenses Francisco Zurmendi y Toño Barbeito los responsables de Naturgalicia, encargados del estudio sobre las alvarizas en la zona. Para este proyecto se unieron con el técnico de Medio Ambiente dezano Suso Taboada. En la actualidad llevan catalogada 128, de las que unas 80 estarían ubicada en Lalín, especialmente en los montes del Candán, una zona en la que se llegó a producir una gran cantidad de miel, especialmente para la iglesia. En Forcarei estaría sin embargo la más grandes, con más de sesenta metros cuadrados.

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