“Tenemos mucha fe en la victoria”

“Contactamos con gente de Lalín y nos pareció el mejor sitio por la seguridad que nos ofrecían para los niños”

Svetlana Kavych, Paula Siwiec y un técnico de Servizos Sociais realizando gestiones.   | // BERNABÉ

Svetlana Kavych, Paula Siwiec y un técnico de Servizos Sociais realizando gestiones. | // BERNABÉ / ángel graña

En sus ojos claros se refleja el horror grabado en la retina. En este caso, la lengua no supone una barrera gracias a la inestimable colaboración del ucraniano Igor Shakn y de la polaca Paula Siwiec. Svetlana Kavych es uno de los doce primeros desplazados por la invasión rusa de Ucrania hasta Lalín que pasaron ayer su primera noche en el albergue de Mouriscade por fin sin ningún sobresalto. Poco antes del mediodía dos técnicos de Servizos Sociais se personaron en el lugar para realizar los trámites propios de este tipo de situaciones. Las seis mujeres y los otros tantos menores llegados a tierras dezanas han experimentado en primera persona la barbarie y saben de la importancia que supone enviar medicamentos, alimentos o cualquier otro producto de primera necesidad. Kavych tenía una empresa de limpieza en Leópolis pero indica que “ahora aquello está todo cerrado. Dos hijos míos vigilan nuestras posesiones allá para evitar los saqueos que se pueden estar produciendo”.

Svetlana Kavych, Paula Siwiec y un técnico de Servizos Sociais realizando gestiones.   | // BERNABÉ

La primera familia de refugiados de Ucrania llegados a Lalín, ayer, en Mouriscade. / Bernabé

Svetlana explica que “teníamos muchos países para poder ir pero como teníamos amigos y conocidos en España, nos pareció el mejor sitio. También por la seguridad que nos ofrecían para los niños porque sabemos que aquí van a estar bien”. En este sentido, añade que “hace cuatro días teníamos previsto viajar desde Polonia a Portugal pero como contactamos con la gente de Lalín, como Igor, pues no nos lo pensamos dos veces y subimos al autobús con destino a Barcelona”. Mientras la ucraniana relataba su epopeya el bullicio se apoderó del albergue lalinense conforme fueron despertándose los más pequeños, algunos de los cuales salieron a dar un paseo por los alrededores en sus sillas de bebé.

Miedo y depresión

La odisea vivida por el clan ucraniano recibido en Lalín comenzó con la entrada de las tropas rusas por la frontera suroriental ucraniana. Sin embargo, Svetlana Kavych reconoce que su ciudad, Leópolis, tardó en sentir los tambores de guerra debido a su ubicación en la otra punta de la nación. “Nosotros venimos desde Leópolis donde de momento no hay tantos bombardeos como en otras partes de Ucrania pero toda la gente se está escondiendo en los refugios cada vez que suenan las alarmas. La gente vive con mucho miedo y, sobre todo, los pequeños están muy asustados y deprimidos por cómo están viviendo todo esto”, explica.

Las guerras no sólo pesan en los hombros de los combatientes. La población civil también sufre sus estragos, que en la mayoría de los casos se transforman en heridas invisibles. Al respecto, Kavych afirma que “de momento, vivimos una situación psicológica muy difícil de explicar pero nuestra idea es volver a Leópolis para abrazar a los hombres que hemos dejado allí”. La salud mental queda retratada con un aspecto importante de la recuperación tras una crisis como la que está viviendo Ucrania y de la que escapa gente como la acogida en Mouriscade y que entronca con la duración de los síntomas. Svetlana y lo suyos son conscientes de que cuanto mejor sea el ambiente en el que se encuentren en especial los niños, mejor podrán sobrellevar una situación tan inesperada.

Preguntada por si pensaba que el conflicto bélico latente en su tierra natal podría seguir cruzando fronteras y alcanzar esta parte del continente, esta ucraniana de mirada clara y penetrante contesta que “sinceramente, creo que la guerra no llegará hasta aquí”. Y si se la inquiere por las opciones que tienen sus compatriotas de parar el avance de las fuerzas armadas de Putin, a Svetlana se le ilumina la cara para manifestar que “creo que vamos ganar a los rusos. Tenemos mucha fe en la victoria”. Acto seguido, tanto ella como Igor coincidieron en insultar al presidente ruso en una nueva demostración de odio hacia el máximo responsable de los bombardeos y las escaramuzas bélicas que jalonan el territorio ucraniano.

La mañana fue avanzando y la fugaz aparición de unos tímidos rayos de sol propiciaron que tanto Svetlana como el resto de sus familiares se organizasen para atender a la media docena de menores que poco a poco iban saliendo de sus habitaciones con ganas de estirar las piernas. Mientras tanto, Paula Siwiec no se despegaba del móvil para solucionar cualquier problema.

Trámites para empadronarse en la capital dezana

Técnicos de Servizos Sociais del Concello de Lalín se personaron ayer en el albergue de Mouriscade para solicitar la documentación a la docena de refugiados ucranianos llegados el lunes. Se trata de agilizar los trámites de empadronamiento en el municipio, una condición indispensable para, por ejemplo, tener acceso a la sanidad y la educación gratuitas, según indicaron los empleados municipales. Los ucranianos aportaron pasaportes y libros de familia para tener lo antes posible sus papeles en regla en Lalín. El alcalde José Crespo también hizo acto de presencia para comunicar a los exiliados para destacar que “ningún pueblo se organizó como el nuestro para poder poner 13 o 14 casas a disposición de los refugiados y también organizar la logística que hace falta en estos casos”. El regidor considera que se trata de un número “suficiente” para poder acoger “sobre unas 60 personas en total –incluyendo a los que podrían viajar en el bus del Concello desde Polonia– porque creo que le vamos a poder ofrecer una cobertura adecuada”. Crespo mostró su convencimiento de que “la Xunta tendrá algún plan al que nos podamos acoger porque con los refugiados es lo que pasa a lo largo del tiempo”.

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