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Leche a precio de agua

Patricia López, Álvaro Santalla, Román Santalla Agra, Carlos Vilariño, María Manteiga y Manuel Miguélez, en una granja de Palio. BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Hace 40 años la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos regulaba el precio de la leche a 21,25 pesetas el litro tras aplicar una subida del 6,25% y abría la puerta a un alza mayor si los ganaderos demostraban haber mejorado la calidad del producto. En cuatro décadas el valor de este producto de primera necesidad en origen pasó de 13 céntimos a 33,3 (dato oficial de la Xunta referido al pasado mes de septiembre) una diferencia que se antoja ridícula y que pone contra las cuerdas a un sector que trata de vivir de este oficio, dignificar el trabajo del campo y concienciar a la población que sin ellos; los productores de alimentos de calidad, los que perdemos somos todos como sociedad.

La subida de la luz, los combustibles y los piensos desencadena “una tormenta perfecta” que ahoga al sector | Aplazar pagos o vender vacas son algunas de las salidas de los ganaderos para evitar el cierre de sus granjas

Años llevan los ganaderos batallado con administraciones, industria y distribución para mejorar sus condiciones de negocio y algo se ha avanzado, pero, a tenor de los testimonios de los productores, es insuficiente. ¿Los principales logros? Que el consumidor sea capaz de identificar en el envase del lineal del supermercado la procedencia de la leche, una legislación sobre la cadena alimentaria o contratos con la industria.

Lo que parecía ser la piedra filosofal, acuerdos entre ganaderos y empresas, ahora es, en casos, una espada de Damocles que pende sobre el sector: la industria se aferra a esos contratos para negar revisiones de precios hasta el vencimiento de los mismos, que a menudo van de marzo a la primavera del año siguiente.

“La industria, sobre todo las más grandes, se están quedando con nuestro dinero”

Román Santalla Palio - Lalín

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Los ganaderos protestando en una granja de vacas de Palio Bernabé/Javier Lalín

Los ganaderos no pueden más. El alza de los costes fijos derivada del encarecimiento de la luz, combustibles y piensos está ahogando a un sector que cobra la leche a 33 céntimos y para sacarla de las ubres de sus vacas y colocarla en el mercado gasta un promedio de 36. Uno de los objetivos por los que peleará el sector es lograr que lo mínimo que pague un consumidor por un cartón de un litro de leche sean 70 céntimos y no 62, siempre y cuando esta diferencia se repercuta en el productor.

“Las empresas prefieren pagar multas por vulnerar la legislación”

Román Santalla Palio - Lalín

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“La leche está más barata que el agua”, comentan entre sí un grupo de ganaderos en la explotación familiar de los Santalla-Silva en Palio (Lalín). ¡La gente no sabe cuántos litros de agua consume una vaca para producir leche!, comenta Carlos Vilariño, propietario de una explotación en esta misma aldea. Junto a él está el veterano sindicalista y ahora edil del PSOE de Lalín Román Santalla; su hijo Álvaro, María Manteiga, Manuel Miguélez y Patricia López. Todos comparten medio de vida. La crisis láctea forzó a Miguélez a deshacerse de sus vacas frisonas e introducir en su granja ejemplares de Rubia Galega de carne, pero en este sector las cosas tampoco están para echar cohetes.

“Los fertilizantes están caros y hasta habrá un problema de suministro”

Manuel Miguélez Cercio - Lalín

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“Se está presentando lo que nosotros llamamos una tormenta perfecta, porque no solo estamos ante una crisis de precios, que también, pues llevan sin apenas subir desde 2015. La energía es un coste fijo, el combustible y los piensos que subieron entre 3 y 5 céntimos el kilo aproximadamente; a eso no le damos escapado”, relata Román Santalla. “Estamos perdiendo dinero por producir”, añade.

Vacas en la explotación ganadera de Palio Bernabé / Javier Lalín

¿Qué pérdidas está asumiendo una explotación media? Los ganaderos calculan que tres veces más de lo que producen; es decir, una explotación con 100.000 kilos de leche mensuales perdería algo más de 3.000 euros al mes. Al incremento de los costes de producción habría que añadir el de los fertilizantes “que se dobló”. “¡No sé a dónde vamos a llegar!, porque además de estar más caros, parece que con algunos fertilizantes incluso habrá problemas de suministro; vamos, que no lo hay”, apostilla Miguélez.

Malas perspectivas

“Aguantamos porque vamos corriendo un poco los pagos, tenemos las cooperativas, vendemos vacas antes de tiempo para llegar a finales de mes o buscando líneas de financiación como pólizas, esperando tiempos mejores”, comenta Santalla, quien admite que esta estrategia no puede convertirse en una huida hacia adelante. Sobre la situación actual, ya insostenible, opina que de cara al primer trimestre de 2022 podría empeorar. Tampoco conviene obviar que cada explotación de ganado bovino –2.893 en Deza y Tabeirós-Montes según el último censo oficial–, genera en torno a cuatro empleos.

La relación ganadero-empresa es otra de las cuestiones que, lejos de beneficiar al sector, atenaza a los productores. “Nos rompimos los cuernos para lograr los contratos lácteos y eso lo tenemos, pero en una situación como esta de crisis por coste de producción la industria se niega a subir los precios. Conseguimos que la distribución subiese algo, poco, unos 3 céntimos en litro, pero en estos momentos una buena parte de la industria, sobre todo las más grandes de nuestro país o alguna francesa se está quedando con nuestro dinero”. La solución definitiva pasaría, en palabras de Santalla Agra, por otros acuerdos, una vez materializada ya la Ley de Cadena Alimentaria o que el sector ya tiene otro nivel de relaciones con la industria después de mucha negociación, desde 2015. Las empresas compradoras, dice, alegan que lo que les repercute la distribución es insuficiente. “Lo entendemos, a todos nos aumentaron los costes de producción, no obstante les decimos: a nosotros nos corresponderá la mitad o el 60% de ese incremento y están jugando sucio al negarse y conlleva que perdamos la confianza en ellos”.

Si la legislación estatal fue concebida para, precisamente impedir que los costes de producción superasen a los de venta, esta normativa, reconocen los ganaderos, está siendo vulnerada. “La maquinaria de la justicia es lenta y la industria tiene unos notables servicios jurídicos; prefieren aguantar el chaparrón y pagar multas por ahora pequeñas, de unos 3.000 euros, que dar su brazo a torcer”. En Francia la legislación fuerza a la industria a pagar más a los ganaderos si aumenta el precio de la leche.

“Desde pequeña tuve claro que quería vivir de esto, aún con injusticias”

María Manteiga Oirós - Vila de Cruces

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Manteiga es una granja cuyas frisonas copan premios en numerosos certámenes. María pertenece a esta explotación y representa el perfil de los jóvenes que se niegan a abandonar el rural y por supuesto su empleo. Su receta para continuar al pie del cañón pasa por el trabajo o la formación. “Desde pequeña siempre tuve claro que quería vivir de esto, aunque viendo que la situación de injusticia era constante, pero pensando que mejoraría”. “Los que nos quedamos somos gente más formada, pero con todo al alza es imposible aguantar y hacer inversiones, que este sector son enormes”. “Lo que queremos son precios dignos para no depender de ayudas”, sentencia.

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