‘Iceberg’ contra la violencia machista

Yara Juncal muestra a través de la danza en Lalín el maltrato de las relaciones tóxicas

La representación tuvo lugar en la 
Praza de Galicia.  | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

La representación tuvo lugar en la Praza de Galicia. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN / Xan Salgueiro

Xan Salgueiro

Xan Salgueiro

Enseñar a la juventud a identificar una relación tóxica y visibilizar las terribles consecuencias de este tipo de violencia fue el eje de la pieza de la danza urbana que la bailarina y coreógrafa Yara Juncal protagonizó ayer en la Praza de Galicia de Lalín, a través del programa de Mulleres en Acción. Violencia Zero, de la Diputación de Pontevedra. Iceberg, que la artista canguesa representó acompañada de su hermano Kevin y de Verónica Aboy, fue seguida en vivo por más de medio centenar de alumnas y alumnos de los IES Laxeiro y Ramón Aller, así como por la diputada de Igualdad, Victoria Alonso; la teniente de alcalde lalinense Paz Pérez; y miembros de diversos colectivos. Se retransmitió en streaming por los canales de la institución provincial y el ayuntamiento.

Yara Juncal dividió su acción, creada ex profeso para Violencia Zero, en ocho capítulos al modo de una serie, en los que fue abordando las distintas etapas de una relación tóxica, desde el feliz inicio de la pareja tras conocerse en una fiesta hasta el “poder” final que consigue recuperar la víctima, tras los procesos de broncas, reconciliaciones y, sobre todo, del “aislamiento”, “control” y anulación que llega a ejercer sobre ella el maltratador después de alejarla del mundo y, en especial, de su mejor amiga.

La voz de V, la víctima de la historia, se escuchó en la pieza a través de la narración en off al inicio de cada capítulo, mostrando al público la evolución de sus sentimientos hasta que, en la parte final, consigue salir de esa espiral de sombra y liberarse de las cuerdas que la oprimen, no sin dejar patente el trauma sufrido y el hecho de que “la vida no será como antes; hay mucho por asimilar y hay que perdonarse para que este dolor se transforme en cicatriz”. La artista canguesa subrayó, en este sentido, que la pieza nace de su trabajo como docente, en clases de baile con adolescente, “y queríamos representar las banderas rojas que pude haber para identificar una relación tóxica”.

Victoria Alonso animó al alumnado a “hacer una reflexión conjunta y a sacar conclusiones” al término de la actuación y en el aula “para entre todos y todas aportar el grado de arena para frenar los asesinatos y las violencias machistas, una lacra que hay que erradicar”.